sábado, 30 de marzo de 2013

PAMPLONA ESTÁ PREPARADA PARA UN SEÍSMO DE 5,2. LA ENTREVISTA COMPLETA



Aretxabala ha seguido muy de cerca la cadena de seísmos que se inició en el Perdón el 14 de febrero y que se ha extendido por la zona de Etxauri, provocando hasta un gran temblor de 4,1 grados. Incide en que el agua es un factor, pero que no hay que descartar la mano del hombre.

BEATRIZ EQUÍSOAIN IRAIZOZ - Viernes, 29 de Marzo de 2013 PAMPLONA.


Los terremotos van a llegar al Parlamento de Navarra. ¿Tan grave es el asunto?

No, no es grave. Es normal. Es un tema que se tenía que haber abarcado hace mucho tiempo. Vivimos en la tercera zona más sísmica de la Península Ibérica, junto al sureste español (foco Granada-Alicante) y la zona atlántica donde Portugal. Desde hace bastante tiempo se viene advirtiendo sobre los terremotos, pero aquí todo el mundo se acuerda de Santa Bárbara cuando truena. En 2004, cuando se produjeron varios seísmos, hubo bastante revuelo y unos pequeños intentos de abarcar el tema abiertamente. Ahora, como ha sido más constante y el número de terremotos -unos 230- asusta, parece que es la leche. Pero en realidad son pequeños seísmos, muchos de ellos colapsos de cavernas de las antiguas galerías de Potasas, que han animado a su vez a fallas más profundas y luego se ha ido extendiendo como un efecto dominó hasta que ha tocado una zona principal. Además, seguimos manteniendo unos niveles freáticos altísimos, unos ríos altísimos... El papel que está jugando el agua en todo ésto es importante.

¿Esa es la causa de todos estos seísmos?

La causa en realidad es que se acumulan esfuerzos. Las fallas están pretensadas y el agua es la gota que colma el vaso: las engrasa y eso las hace saltar. Pero no podemos decir que sea el agua directamente. Cuando hablamos de hidrosismicidad estamos diciendo que el agua juega un papel como vehículo a la hora de modificar la transferencia de los esfuerzos entre unas fallas y otras. El agua es un agente que está influyendo en la transferencia de esfuerzos y eso anima a las fallas a dispararse. Estaba claro que la de Etxauri estaba estimulada. Todos los días presentaba por la mañana 2 o 3 terremotos premonitorios y eso es indicativo de que algo se está moviendo. Era previsible que iba a venir uno, como el que se produjo de 4,1 grados de magnitud. Tarde o temprano iba a llegar.

Si son normales todas estas series sísmicas que se están produciendo, ¿por qué hay tanta preocupación ahora?

Hay un tema social. La gente tiene metidas en la cabeza las imágenes de Lorca y eso se nota mucho. La población está muy sensibilizada por lo que ocurrió allí. A partir de 2011 hay un antes y un después en el tema de la sismicidad. Ahora mismo España creo que no da abasto, sólo con lo que está pasando en El Hierro, en Lugo, en Lorca, Jaén, Navarra... La cuestión del estudio sísmico en Madrid se ha quedado pequeña para un país que tiene una sismicidad que ya hemos visto que es capaz de matar, capaz de arruinar el patrimonio, capaz de paralizar una comarca entera, de hundir para siempre sectores económicos importantes... ¿Quién paga todo ésto?

El de Lorca fue de 5,1 grados. ¿Aquí se podría dar esta magnitud?

Sí, el de Lizarraga, en 1998, fue de 5,2 grados.

¿Y es factible que se vuelva a producir otro similar en Navarra?

Cuando un fenómeno natural se da, la recurrencia es normal. Se vuelve a producir, claro, aunque no tenemos la varita mágica y no sabemos cuándo. Nosotros tenemos una personalidad sísmica propia, toda la zona asociada a la falla de Pamplona la tiene, y la empezamos a conocer ahora, a comunicarnos con este fenómeno natural: empezamos a entenderlo, tenemos que ser nosotros los que lo comprendamos y traducir su lenguaje. En este sentido, necesitamos estudios históricos buenos. Es fundamental recuperar a los historiadores en todo ésto. Cuando yo estudié el terremoto de 1903 me quedé sorprendido, porque en los catálogos oficiales es un seísmo al que simplemente se le da una intensidad 6, se le pone un epicentro que es Badostáin y se acabó. Pero cuando fui a las fuentes históricas, descubrí que fue un terremoto múltiple, que se dio en varias zonas al mismo tiempo: desde San Sebastián, pasando por Lekunberri, Sangüesa, Aibar hasta Gallipienzo. Estudiando lo que dijeron los científicos de la época o los alcaldes resulta que la Cuenca de Pamplona estuvo tres horas sometida a impactos, tres horas seguidas meneándose. Y eso no está metido en las bases sobre las que construimos normativa urbana y sectorial.

La Cuenca de Pamplona, con más de la mitad de la población navarra viviendo aquí, ¿estaría preparada para un terremoto, por ejemplo, como aquel de 5,2 grados?

Pamplona está preparada, tiene un urbanismo bastante bueno. Aunque no se pensó para ésto, resulta que es bastante compatible. Hay una excepción: el Casco Antiguo, en el que los edificios 32, 34, 36, 38, 40 y 42 forman una unidad, se apoyan en sí mismos, y además uno es de tres pisos, el otro de dos, con azotea, sin ella... Todo eso es revisable porque desde el punto de vista urbanístico, si hay un impacto de 5,2 como el de Lizarraga y no se da a 40 km de profundidad, sino a 14 como la falla de Etxauri, sí que va a haber daños materiales. Por eso, estaría muy bien la propuesta que hacemos de una inspección técnica de edificios, parecida a la ITV del vehículo. Es necesario ir preparando la ciudad, de cara al siglo XXI, como una ciudad resistente en cuanto a inundaciones, incendios y también ante terremotos.

Algo que no se ha hecho hasta ahora. ¿Se ha obviado esta cuestión a la hora de edificar?

Los arquitectos y los ingenieros piensan que aplicando la normativa sismorresistente en la nueva construcción ya está todo hecho. Es decir, hacer los pilares de una forma determinada, poner unos hierros dentro de los pilares, etc. Pero no es así. Las normas de construcción sismorresistentes ni han sido, ni son, ni nunca serán suficientes.

¿Y entonces qué habría que hacer?

Normativa urbana. Tenemos barrios enteros, fantásticamente construidos desde el punto de vista sismorresistente la estructura, pero tienen las chimeneas sueltas, los antepechos, los alerones... Y eso es lo que mató en Lorca. Estos elementos, cuando se cayeron, son lo que mató a la gente. Pero no cayeron los edificios, que es lo que hace la normativa sismorresistente. Hay que insistir en que, lo importante, es asegurar todos esos elementos estructurales. Por otro lado, también suspendemos aquí en un tema muy importante: la educación de la gente. Los ciudadanos no tienen cultura sísmica, ni siquiera saben que viven en una zona sísmica. Es fundamental que la gente esté educada, porque si se desata un terremoto, no debe pasar lo de Lorca, que la gente salió corriendo y le cayeron los lucernarios y las chimeneas encima. Hay que quedarse, ponerse debajo de las puertas o meterse debajo de las mesas. No hay que salir nunca corriendo a la calle.

¿Hasta qué punto influye la mano del hombre en todos estos terremotos?

Este es un tema muy interesante. En los años 80 se abandonaron galerías, se las hacía colapsar, pero no quedaron cerradas de forma compacta, sino que tenían vías de entrada de agua. Prácticamente toda la sociedad navarra ya habíamos asumido que eso estaba estable, pero ha tenido que hacer un invierno con unas lluvias tan tremendas para darnos cuenta de que habíamos asumido una cosa que no era real: el agua ha entrado por ahí, se ha comido la sal, se han provocado cavernas y colapsos, que es lo primero que se detecta en los sismógrafos; ésto, al moverse tanto y ser tan seguido, ha estimulado a fallas profundas que a su vez, por una transferencia de esfuerzos, han estimulado a otras fallas adyacentes por toda la zona de Belascoáin y estas han reactivado todas las de Etxauri que están en la misma zona. Por lo tanto, este efecto dominó verdaderamente empieza en la mano del hombre. El debate es interesante: ¿hasta qué punto nosotros somos capaces de influir en esta pequeñísima y frágil interfaz en la que vivimos, entre la atmósfera y la hidrosfera? Cualquier cambio en una de las dos, en este caso la hidrosfera, puede provocar que nuestro hábitat se vea tocado. ¿Ésto empezó el 14 de febrero en El Perdón o en los años 80 en las galerías de Potasas?


Un terremoto de 5,2 grados, ¿qué consecuencias podría tener para la población?

LOS TERREMOTOS IBÉRICOS MÁS FUERTES
DESDE 1985, CON EL USO DE RED ANALÓGICA
Pues de 5,2 como el de Lizarraga, allí otra vez y a la misma profundidad, las mismas: sustos en la población, grietas, alguna que otra copa rota y poco más. Ahora bien, un 5,2 en la zona de Etxauri, más cerca del núcleo de Pamplona, podría provocar daños materiales.

No creo que haya muertos. Pero por si acaso podríamos evitarlo con la educación de la población y con estas inspecciones técnicas de edificios. De todas formas, potencialmente cada mil años podríamos esperar algo un poco más gordo.

En el nuevo mapa tectónico de la Península Ibérica nos han metido entre las denominadas zonas 7 y 8. En la zona siete podría esperarse hasta una intensidad de 6,5, en una recurrencia cada mil años. Es decir, según el nuevo mapa tectónico, aquí se podría esperar, como mucho, un seísmo de 6,5 grados de magnitud.



MAPA TECTÓNICO DE ESPAÑA 1:2.000.000 IGME-SGE

LA ENTREVISTA PARA ENTRETO2, EL DÍA 21 DE MARZO, LA CHARLA DE UTERGA
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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas gracias por la información. Cuando habla de ese conjunto de edificios del Casco Viejo de Pamplona a que calle se refiere? gracias por la aclaración y un abrazo
Berta

Antonio Aretxabala dijo...

Hola Berta, gracias a ti. He trabajado años en geotecnia y cimentaciones en estrecho contacto con otros profesionales, arquitectos, ingenieros, aparejadores..., en el casco viejo ymuchas otras zonas de Pamplona, Navarra y España. No te puedo apuntar a una calle en especial, sólo decirte que conviven estructuras y cimentaciones solapadas y superpuestas de muchas épocas, sillería y madera, luego hormigón armado y algún toque de estructura metálica en un mismo edificio. Varios edificios que conozco en las inmediaciones de la Catedral, de la calle Jarauta o del mercado están prácticamente apoyados sin cimiento en rellenos medievales, restos de otros edificios e incluso arcillas de descomposición. Cuando se hicieron las obras de conducciones se pudieron ver estas cosas, además en el casco viejo hay bastantes edificios que se sostienen gracias a que se apoyan en otros y éstos a su vez en otros, pero sus características geométricas, alturas, diseños, elementos no estructurales los convierte en vulnerables al ser muy dierentes.

Nuestros constructores de antaño supieron articular y armonizar sus obras y sus edificios a los comportamientos que conocían, tanto del terreno como de la interacción edificio-terreno, aunque no tuvieran ni siquiera un sistema cegesimal o uno internacional de referencia. Pero, por supuesto, ello debería ir acompañado no sólo por esa sabiduría constructiva, sino por una técnica capaz de plasmarla.

Veámoslo en las técnicas de cimentación: es un proceso que conocemos los estudiosos de patologías en edificios históricos que, a partir de ciertas profundidades, el acceso a un substrato de apoyo firme y competente no se culminaba si las excavaciones debían superar una determinada profundidad (no había excavadoras).

El problema era el acceso. Desde mi centro de trabajo: el Laboratorio de Edificación de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra, he trabajado en esta especialidad desde hace años en edificios anteriores al siglo XX (e incluso al XII). En muchos de ellos, y si no se podía alcanzar un substrato de roca o terrenos competentes, las patologías han aparecido de una u otra forma, pero en la mayor parte de los casos muy recientemente, después de la segunda mitad del siglo XX (nuevos pesos, más plantas, parches...).

Son bastantes los casos en que existen terrenos con estratos en los que el estudio geotécnico hubo de ser solapado al arqueológico, por la peculiaridad de los materiales encontrados, cuyo interés trasciende lo geotécnico. Se pueden ver en toda Navarra y Álava, en particular, en los cascos antiguos de Pamplona y Vitoria. Hay edificios que hemos estudiado desde el punto de vista geotécnico y que, o bien se apoyan sobre antiguos cimientos de edificios remoldeados (romanos, medievales, renacentistas), bien sobre rellenos tanto cuaternarios como antrópicos (restos de la actividad humana), o bien una parte sobre terreno consistente y otra sobre esta naturaleza de rellenos.

En todos los casos se puede observar un factor común: con las tecnologías anteriores al siglo XX, y en buena parte también durante la primera mitad del mismo, a veces se hacía técnicamente imposible que los cimientos de los edificios pudiesen apoyar en toda su extensión horizontal y vertical sobre uno de los dos substratos competentes que el subsuelo presenta en estas zonas. En especial, este fenómeno se destaca en toda la cuenca de Pamplona o de la de Vitoria, ciudades con una geología similar en lo que a efectos geotécnicos se refiere; por supuesto muy en particular los cascos históricos de ambas ciudades.

SIGUE...

Antonio Aretxabala dijo...


Tanto sobre las terrazas cuaternarias de gravas redondeadas (local e históricamente denominadas cascajos y almendrones) como sobre las rocas sedimentarias del tipo marga (tufas y cayuelas), no siempre se hacía posible el apoyo completo debido a dificultades de acceso aunque, como se ha podido observar, éste se buscaba; sin embargo, cualquier especialista en arquitectura de restauración puede testificar que no son pocos los edificios que no lo consiguieron, o los que sólo lo hicieron parcialmente, o los que ni siquiera lo buscaron por causas que desconocemos.

En el casco viejo de Pamplona por lo tanto se han acumulado históricamente dos problemas geotécnicos que son sólo de por sí, sin falta de terremotos, merecedores de inspecciones técnicas rigurosas, ahora bien, además hay terremotos, no se puede obviar más que el casco viejo es vulnerable.

Para comprender ésto en su completo significado, debemos tener muy en cuenta que esta tradición no era, como actualmente, una opción geotécnica más y una elección de apoyo entre otras, sino una auténtica necesidad constructiva que hoy, en retrospectiva, representa un paradigma en maestría arquitectónica y un desafío a las dificultades que ofrecían unas villas en continua expansión horizontal y vertical, en especial Pamplona, que hasta bien pasado el siglo XX, no salió de las murallas con el primer ensanche; mientras tanto, había crecido en vertical, lo cual trajo con la modernidad no pocos problemas de estabilidad estructural. Hoy, Pamplona encierra en su casco histórico una sorprendente ciudad medieval con edificios de hasta seis plantas.

Pero a veces la necesidad de encontrar un buen apoyo no era satisfecha. Y de esta manera, son los terrenos cuaternarios o rellenos de origen humano, en general más porosos y sueltos, los que reciben gran parte de las cargas de los edificios históricos.

Las dificultades tecnológicas y la inexistencia a la sazón de una “moda constructiva” (o paradigma si se prefiere) como la actual (a veces poco justificada) de apoyar sistemáticamente en las rocas subyacentes (aunque no sea necesario), así como las características de los edificios estudiados bajo esta perspectiva, nos llevan a pensar que existieron corrientes geotécnicas precientíficas muy interesantes y a las que se les puede seguir la pista.

No te puedo decir cuál sí y cuál no, de los edificios es más vulnerable, nunca se ha abarcado ese estudio, te puedo asegurar que recorrí Lorca centímetro a centímetro y que su casco histórico es similar, como lo son los de casi todas las ciudades españolas, puedo identificar cuáles, desde afuera, podrían tener formas y diseños vulnerables, pero no he estudiado el suelo de toda la zona ni el tipo de cimiento de sus edificios, todo un reto para una de las ciudades más modernas de España y Europa que se asoma a un siglo XXI que ya se nos echa encima. Puedes obtener más información en mi artículo para TIERRA Y TECNOLOGÍA aquí:

http://www.icog.es/TyT/index.php/2013/03/la-tormentosa-relacion-de-menosprecio-cultural-cientifico-tecnico-y-geotecnico-entre-espana-y-su-patrimonio-historico/

Un saludo
Antonio