Figura 1: La pirámide de nuestras conquistas sociales (flecha verde de la izquierda y lectura de abajo arriba dentro de la pirámide): éstas fueron cada vez más complejas gracias a la disponibilidad de una energía accesible y poco costosa (especialmente el nunca mejor llamado "oro negro") pero este estado, aunque muchos científicos no se hayan dado cuenta, no es eterno y en términos de energía neta (TRE) ya está cayendo como consecuencia de haber extraído la energía más fácil y accesible durante los últimos 150 años (figura 2). Toda la arquitectura de nuestros sistemas sociales basados en la disponibilidad de energía barata y accesible se ven afectados (flecha roja). Apelar al tecno-optimismo o el tecno-narcisismo para mirar a otro lado y pensar que más capas tecnológicas servirán para salir de esta crisis, es una falta de rigor intelectual indigna de ningún colectivo que busque explicar la realidad desde un marco científico. El tiempo apremia, las soluciones parche o las iatrogenias no sólo no nos van a salvar, sino que están acentuando un gran problema cuya factura económica, social y medioambiental no deja de apuntar hacia un abismo cada vez más cercano. El fracking es una de ellas. |
El discurso medioambiental y la percepción social respecto al fracking
LA VIABILIDAD DE UN MODELO DE SOCIEDAD DEPREDADOR
EN UN PLANETA AGOTADO
Una perspectiva histórica en términos de TRE
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Varias han sido las reacciones que han tenido tanto detractores como quienes apoyan la fractura hidráulica después de publicar mi último artículo "la rentabilidad del fracking contada a principiantes".
Entre ellas me han llamado la atención quienes me decían que no aportaba casi nada en el aspecto medioambiental, en especial sobre el cambio climático, otra de las aportaciones a través de las redes sociales ha tenido que ver con los precios del barril de petróleo, que ha sido tratado en numerosas ocasiones y del que pienso, ha sido objeto de demasiadas especulaciones y teorías conspiranoicas.
Creo que todo es mucho más sencillo y no hace falta apelar a las supuestas presiones de Arabia Saudita que se han querido resaltar para hundir la técnica en EEUU, o que éstos impulsaran el fracking para hundir y castigar a Irán, Rusia o Venezuela. El sistema al que llamamos capitalista dentro de su complejidad y salvando ciertos tópicos, acarrea algunos mecanismos simples y a veces muy torpes como está demostrando.
El consumo, el transporte, la economía en general están supeditados a la disponibilidad de energía, pues ésta los trasciende y sustenta (figura 1).
Lo repetiremos mil veces, aunque existan geólogos o ingenieros que aún no lo entiendan (lo contrario sería muy deseable), desde las ciencias de la Tierra, deberemos cultivar la mirada global que nos enseñaron en nuestras escuelas, una perspectiva con indicaciones prácticas e inteligentes que va a ser la única manera de aportar algo verdaderamente valioso para una sociedad que se ha vuelto inestable (insostenible).
La energía no es una mercancía más que se compra y se vende sometida a leyes de oferta y demanda, la energía es un precursor de la actividad económica y tanto los inputs como los outputs deben ser tenidos en cuenta (figura 1). Ahí es donde radica la inutilidad de fuentes de energía que se comportan como sumideros, tal es el caso del fracking, y nos guste o no ya puede ser considerado una iaterogenia más.
El consumo, el transporte, la economía en general están supeditados a la disponibilidad de energía, pues ésta los trasciende y sustenta (figura 1).
Lo repetiremos mil veces, aunque existan geólogos o ingenieros que aún no lo entiendan (lo contrario sería muy deseable), desde las ciencias de la Tierra, deberemos cultivar la mirada global que nos enseñaron en nuestras escuelas, una perspectiva con indicaciones prácticas e inteligentes que va a ser la única manera de aportar algo verdaderamente valioso para una sociedad que se ha vuelto inestable (insostenible).
La energía no es una mercancía más que se compra y se vende sometida a leyes de oferta y demanda, la energía es un precursor de la actividad económica y tanto los inputs como los outputs deben ser tenidos en cuenta (figura 1). Ahí es donde radica la inutilidad de fuentes de energía que se comportan como sumideros, tal es el caso del fracking, y nos guste o no ya puede ser considerado una iaterogenia más.
En el trasfondo del hilo argumental que he aportado estos años con respecto al fracking, rezuma un mensaje por los cuatro costados, y es que el ser humano se ha creído casi dueño de la creación; el hecho de haber conquistado altas cotas de poder sobre la materia y sobre la dinámica del planeta le ha hecho creerse una suerte de dios capaz de poder con todo (o casi todo). Cuando se habla de este tema de manera abierta y sin edulcorar, salen a relucir los retos que tenemos sobre nuestras cabezas, los partidarios de estas novedosas tecnologías pregonan una fe absolutamente infundada en que las innovaciones tecnológicas siempre son positivas y nunca restan pero, muchas de ellas no son otra cosa que iatrogenias.
Se trata de beneficios a corto plazo pero que traen graves impactos a largo plazo, y que se obvian, soterran o simplemente permanecen ocultos o minusvalorados. La energía nuclear es el ejemplo típico para explicarlo. Aportes minúsculos o inexistentes de energía neta (TRE) a la sociedad, se reparten de forma desigual a lo largo del tiempo de manera que las generaciones futuras que asumirán los costes no pueden intervenir en los dictámenes que les afectarán y perjudicarán de manera trascendental.
En lenguaje económico suele ser resuelto por las tendencias neoclásicas mediante el algoritmo de la capitalización. Se escoge un tipo de descuento que va minimizando el valor presente de los costes y en algún momento se amortiza. El truco se utiliza incluso para minimizar los efectos del cambio climático, pero carece de sentido real, ya que afecta a bienes y sistemas insustituibles, básicos para garantizar la vida humana. Los tipos de descuento que debieran aplicarse tendrían que ser negativos, y eso no existe dentro del marco conceptual de la economía neoclásica.
Se trata de beneficios a corto plazo pero que traen graves impactos a largo plazo, y que se obvian, soterran o simplemente permanecen ocultos o minusvalorados. La energía nuclear es el ejemplo típico para explicarlo. Aportes minúsculos o inexistentes de energía neta (TRE) a la sociedad, se reparten de forma desigual a lo largo del tiempo de manera que las generaciones futuras que asumirán los costes no pueden intervenir en los dictámenes que les afectarán y perjudicarán de manera trascendental.
En lenguaje económico suele ser resuelto por las tendencias neoclásicas mediante el algoritmo de la capitalización. Se escoge un tipo de descuento que va minimizando el valor presente de los costes y en algún momento se amortiza. El truco se utiliza incluso para minimizar los efectos del cambio climático, pero carece de sentido real, ya que afecta a bienes y sistemas insustituibles, básicos para garantizar la vida humana. Los tipos de descuento que debieran aplicarse tendrían que ser negativos, y eso no existe dentro del marco conceptual de la economía neoclásica.
El tecno-optimismo nos ha dejado mensajes en los medios tales como la posibilidad de construir un túnel de España a Nueva Zelanda pasando por el manto y el núcleo, o extraer la energía para mantener nuestro estatus en el planeta triturando montañas y cordilleras si hace falta (sin caer en la obviedad del gasto energético que ello conlleva: muchísimo más del que obtengo), el caso es que en buena medida, tenemos lo que tenemos gracias al nunca mejor denominado "oro negro". Pensar que siempre va a ser así es, como poco naíf, pero no por ello deja de ser irresponsable.
Esta suerte de tecno-narcisismo, culmina en la creencia de que los rendimientos decrecientes pueden ser "resueltos" por capas de más tecnología; una pueril y simple idea que viene de la infundada expectativa de resolver el tremendo sobreendeudamiento mundial de la manera más absurda: pagando la deuda mediante la generación de más deuda. Asomarse al mundo por la ventana del smartphone no garantiza una comprensión de lo que realmente está sucediendo: el mundo se ha vuelto insostenible (inestable), el precio del petróleo también, la confianza en los mercados, el concepto de amistad...
Desde esta óptica, cualquiera que busque entender por qué hay un creciente debate público acerca de nuestros acuciantes problemas de suministro energético (en los que el fracking parece haber sido un importante catalizador) es tan tonto que no hace falta que siga leyendo este artículo, así que mejor no busque más allá de lo que la industria dice, pues la tecnología lo va a resolver todo. Es de esta manera cómo los directivos del sector, que presentan la propuesta del fracking a modo del gran salvador de occidente, argumentan siempre que se ponen en duda sus estimaciones económicas y promesas de creación de empleo...
Los problemas de la banca que vemos en todo el mundo no son sino una expresión directa de los límites del crecimiento (figuras 1 y 4) y el decreciente suministro de sangre al sistema (energía), específicamente manifiesto a través de los límites a la creación de la propia deuda. No podemos continuar pidiendo prestado del futuro para pagar por nuestros servicios y comodidades que habían funcionado hasta hoy porque ya tenemos la certeza de que esas deudas no pueden ser reembolsadas. Sin duda nos hubiera gustado hacerlo, y a los banqueros centrales que dirigen el sistema monetario mucho más.
Pretendimos hacer insignificante el costo de los préstamos de dinero con nuestra participación indirecta o la complicidad completa de los estados en el fraude contable generalizado; y es que la eficiencia del dinero también cumple el efecto rebote o la paradoja de Jevons en un sistema condenado a crecer sin límites, pero con el inconveniente de haberse dado de bruces contra dichos límites (figura 7); y ahora nadie encuentra otra solución que no sea el absurdo de pagar su deuda con más deuda; mientras tanto los estados colapsan, los cancerígenos campan y se extienden a sus anchas y las guerras por los recursos se intensifican.
Estos tipos de interés tan bajos que detonaron la burbuja del fracking sólo han servido para paralizar el funcionamiento de los mercados y pervertir el significado de las tasas de interés. En realidad, como resultado final, han servido para destruir toda propuesta resiliente en cualquier parte del planeta. Los clientes del petróleo van quebrando incluso más rápido que los productores, por eso bajan los precios ¿Alguien duda ya que el nivel de vida en los EEUU está cayendo a pesar de todas las extracciones masivas con el fracking o las infinitas aplicaciones de teléfonos inteligentes?
Hemos vivido una pequeña época de unos 150 años en la historia de la humanidad verdaderamente peculiar (figura 2), una sobresaliente y alegre disposición de una Tierra generosa a la que hemos esquilmado a un ritmo de 200 especies diarias. Ahora la hipertrofia poblacional, la bonanza energética, los viajes low cost, la híper-indiustrialización, se acabaron..., todos han llegado a sus límites de crecimiento (figura 7), y esos límites se expresan a sí mismos en el crecimiento de desorden global y de bancarrota universal: "la economía es sólo el lenguaje; el contenido es la energía neta" (volveremos sobre ello).
El cambio climático antropogénico: una estabilidad comprometida en muchos frentes
El ser humano ha llegado a las cotas más elevadas de la evolución gracias, entre otras muchas cosas, al conocimiento científico y a su aplicación en la adecuación del medio para su propia comodidad. Así, las ciencias naturales y sus especialidades en el campo de las ciencias de la Tierra contribuyeron a identificar los terrenos más adecuados y estables para proyectar, esculpir y hacer realidad según qué obras de infraestructura, centrales energéticas, nucleares, presas, obras lineales, extracción de energía, etc., con objeto de facilitarse a sí mismo la existencia. Los geólogos vivimos de ello.
Con el devenir de la modernidad y la disponibilidad de recursos geológicos que proporcionaban energías baratas y accesibles, la complejidad constructiva y el desarrollo económico llegaron a niveles nunca antes vistos en la historia, con ello también la noción de dominio del medio y de riesgo sufrieron un cambio paralelo en complejidad, siendo inicialmente ambas cuestiones concretas y sencillas, con el tiempo se convirtieron en difusas y complejas.
Cada vez más exigencias, condiciones más severas y restricciones que garantizaran el buen funcionamiento, la durabilidad y la estabilidad de nuestras obras y sociedades, fueron necesarios. Así tras analizar el fallo de las que habían fracasado por alguna inadecuada previsión o debido a accidentes, una visión más holística, completa e integradora, comenzó a crecer y abrirse paso en todos los sectores por pura necesidad: nuestra interacción con el medio tiene respuestas.
Adelantarse a esas respuestas es el papel de los científicos que identificamos vulnerabilidades, pero para ello es condición necesaria, aunque no suficiente, el haber aprendido algo del pasado, la historia recuerda cuán grande puede ser la caída (Fool's Overture, Supertramp). A estas alturas de arrogancia y éxito, el ser humano, cuyos movimientos sobre el planeta podrían tener unos dos millones de años, los hemos pasado (debe recordarse que el 99% de ese tiempo) realizando actividades más o menos sostenibles, hoy cada mes de marzo necesitaría 1,5 planetas para que la estabilidad-sostenibilidad estuviese garantizada.
Para el año 2115 necesitaríamos tres planetas si proyectamos el crecimiento económico que nos salvará del paro, la pobreza y reactivará la economía (el 2,7% prometido). Ciudades como Madrid albergarían a 70 millones de almas, pues el crecimiento económico sólo se sostiene con una población trabajadora e innovadora en proporción (son trazos muy gruesos de la demografía, pero ayuda a ver el absurdo del crecimiento exponencial infinito) habría que multiplicar por 15 las líneas de metro. Avilés contaría con 15 acerías como Ensidesa. San Sebastián con casi cuatro millones de habitantes generaría ese año cerca de seis millones de toneladas de basuras y residuos. Una España que hubiese crecido durante 100 años a ese ritmo demográfico, debería suministrar energía y alimentos a 650 millones de almas que generarían diariamente más de un millón de toneladas de basuras y residuos. El crecimiento infinito no sólo es absurdo, es imposible.
Figura 3: Es también la Figura 3 de "ENERGÍA Y CRECIMIENTO" del estudio "LA TASA DE RETORNO ENERGÉTICO (TRE): UN CONCEPTO TAN IMPORTANTE COMO EVASIVO". DE PEDRO PRIETO. |
En lo relacionado con el problema energético, de carestía y de suministro futuro que se nos avecina, nadie pide nuestra opinión, es una mera imposición del planeta, puramente geológica, nada podemos hacer al respecto, el fracking no va a ser la salvación, sino otro gran problema entre tantos que estamos dejando para las generaciones por venir. Insistir en la dinámica de los mercados, en la importancia de las variables macroeconómicas en un marco de oferta y demanda, en las oportunidades de estas nuevas tecnologías, en brotes verdes..., oculta el apuntado hecho fundamental de que "la economía es sólo el lenguaje; el contenido es la energía neta" así lo puntualiza por ejemplo el informe de Tullett Prebon.
Hubo momentos del pasado en los que la no sostenibilidad (estabilidad) del medio que nos acoge y nos da la vida, supuso el colapso de la organización social. Son casi una treintena las sociedades que colapsaron cuando el trato con el medio se volvió inestable (insostenible). Roma pasó en unas décadas de albergar dos millones de almas a unas veinte mil. La isla de Pascua, Groenlandia, Mesopotamia, Perú, México, Egipto..., tuvieron que afrontar caídas en las que si la historia comienza hace 5000 años con la escritura, hemos o deberíamos haber interiorizado por el legado que nos dejaron. Que la autorregulación es primordial y que no se puede crecer indefinidamente sin perecer, es además una observación arquetípica, vale como modelo o ley, y vale para plagas, invasiones, incluso algas en un medio propicio o bacterias en un matraz. La amortiguada caída final supone un cambio adaptativo temporal, como alimentarse de algunos desechos a los que ni se consideraba en las etapas de crecimiento exponencial. En el caso particular del fracking está claro que esta etapa se cumple a rajatabla, nadie jamás hubiera optado hace años por explotar estas fuentes de tan baja calidad, contaminantes y tan costosas y difíciles de extraer.
Figura 4: LEVADURAS EN SOLUCIÓN DE GLUCOSA AL 10% (DAVID PRICE) |
Figura 5: DENIS L. MEADOWS, LOS LÍMITES DEL CRECIMIENTO |
El cambio climático no viene sólo, ha venido para quedarse y para empeorar las cosas; y digan lo que digan y argumenten quienes sean lo que sea, o lo que se quiera para favorecer según qué negocios, las advertencias dadas por nuestras máximas instituciones interacionales como la ONU u observatorios científicos de la práctica totalidad de los países del mundo, con un consenso del 97%, advierten de manera clara y concisa lo que se nos viene encima.
Cuando el club de Roma advirtió en 1972 del final del crecimiento (figura 5), del calentamiento y de la factura social y medioambiental que comienza el mundo a sufrir cada vez más intensamente con coletazos más frecuentes, les trataron como a locos, eran los aguafiestas de la euforia del crecimiento infinito del PIB mundial, pero era a costa de sociedades dóciles y subdesarrolladas que fueron saqueadas. El sobredesarrollo pareció normalidad y es que el "homo tecnologicus" parece que nunca tiene suficiente, además de ser poco sensible a los peligros, el concepto de riesgo, como decíamos, se volvió difuso y complejo, con él, miedo y atrevimiento cambiaron de tonalidad hacia el rojo semafórico.
El fracking es un intento desesperado por seguir escribiendo una historia que traza con exactitud las líneas rojas de nuestra evolución, y que ya hemos sobrepasado con creces, no se trata de estar a favor o en contra de una determinada técnica. El problema es que este mensaje global comienza a calar tan profundo como la propia técnica en la ciudadanía de cualquier estado culto y responsable, pero no llega a unas instituciones que se dejan sobornar y corromper por intereses cortoplacistas, beneficiando a unas cuantas corporaciones o partidos y sacrificando el mínimo estatus de persona digna en una gran masa de población mundial. El fracking pasará a la historia como una técnica ligada a una concepción salvajemente depredadora y violenta de la obtención de recursos, aún sin querer mirar las respuestas, paradójicamente la ciudadanía ya lo advierte y los dirigentes hacen oídos sordos.
Figura 6: ¡EL VERTIGINOSO INCREMENTO DE CO2 EN NUESTRA ATMÓSFERA HA ALCANZADO LÍMITES DESCONOCIDOS!
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Precio del petróleo, ¿conspiración o inestabilidad sistémica?
Asistimos a un momento de cambio radical en la historia del ser humano (figura 2), un momento apasionante en el devenir del planeta y de este extraño ser que se mueve, ¿piensa? y participa de la creación, pero que no es suya, aunque se lo pueda creer y haya perdido la cosmovisión de su papel si cree que lo tiene o escoge tenerlo; que no se engañe, no ha podido, no puede y no va a poder dominar la Tierra, los profesionales de las ciencias de la Tierra somos quienes debiéramos articular metodologías para que nuestros semejantes disfruten como nosotros lo hacemos conociendo a este robusto y enorme ser que a la vez se muestra frágil y pequeño.
Cuando denominamos Patrimonio Natural a nuestros bosques y llanuras, a nuestras montañas y pastos, estamos haciendo gala de una actitud profundamente moderna, pero también de apropiación de algo que nos da la vida, algo muy dinámico, con una fuerza que nos puede empequeñecer e incluso aniquilar, y sin embargo se trata de algo que no conocemos muy bien, y menos aún podemos controlar.
El precio del petróleo no es una conspiración de unos pueblos contra otros y el fracking lo toca de manera tangencial, quizás como una de esas regulaciones que surgen en los seres unicelulares, el fracking ha podido durante unos años amortiguar, acompañado de ciertos artificios financieros, una caída que ya estaba prevista y que lo sigue estando; el fracking sólo ha conseguido atrasarla un poco para posteriormente hacerla más pronunciada.
Creer que el pico del petróleo iba a ser un momento en la historia de altos precios y falta de suministro de energía con guerras por todo el orbe para hacerse con los recursos, no era la fotografía exacta. La caída de la demanda responde precisamente a un flujo de riqueza desde las mayores conquistas como colectivo (arte, cultura, sanidad universal, educación...) que requieren un mayor gasto energético (ver la figura 1 del encabezado), hacia la base de la pirámide social que las sustentaba: extracción, refinado y transporte de energía, las cuales gracias entre otras cosas al fracking, se ha vuelto extremadamente costosa.
El futuro se escribe desde el presente con la tinta del pasado
Un factor común a aquellas grandes conquistas del ser humano que se constituyeron como exitosas vino inicialmente del cultivado concepto de estabilidad, concepto al que no se le puede desligar del de sostenibilidad. Así la estabilidad inicial sobre la que se fundamentaba una determinada actividad económica, o una conquista social, se garantizaba “antes” de comenzar su expansión con la ayuda de sabios, de analistas, de científicos que investigaban el medio que la sustentara, su dinámica y su evolución, y si se encontraban eslabones en la cadena de estabilidad que pudieran fallar, se llevaba el proyecto a otro plano de la vida humana o se intervenía estabilizando el propio medio.
El mejor exponente de esta corriente ancestral de mejora de los hijos con respecto a los padres, pudo ser que éstos les dejaban lo mejor de lo que podían a las generaciones venideras, se canalizaba como herencias, ahorros conseguidos de un cierto sacrificio, salvando las guerras y hambrunas derivadas, y salvando regímenes autoritarios, el impulso parecía ser a duras penas una mejora de las condiciones de generación en generación. Hoy, no ya nuestros hijos, sino nosotros mismos nos estamos dejando lo contrario, vivimos inmersos en una cultura de acabar con los recursos nuestros y de nuestros descendientes, aún sin haberles dejado participar en las decisiones de lo que estamos haciendo.
El mejor exponente de esta corriente ancestral de mejora de los hijos con respecto a los padres, pudo ser que éstos les dejaban lo mejor de lo que podían a las generaciones venideras, se canalizaba como herencias, ahorros conseguidos de un cierto sacrificio, salvando las guerras y hambrunas derivadas, y salvando regímenes autoritarios, el impulso parecía ser a duras penas una mejora de las condiciones de generación en generación. Hoy, no ya nuestros hijos, sino nosotros mismos nos estamos dejando lo contrario, vivimos inmersos en una cultura de acabar con los recursos nuestros y de nuestros descendientes, aún sin haberles dejado participar en las decisiones de lo que estamos haciendo.
En los tiempos en que los países fueron prósperos, pocos fueron los proyectos sociales en que según se avanzaba hubo que solventar vulnerabilidades, pues en todo caso, éstas ya habían sido detectadas y corregidas, y si no, se abandonaban o bien se modificaban con expectativas menos ambiciosas, pero más adecuadas y estables ante la realidad que se iba descubriendo. Así los diferentes modelos de sociedades alcanzaban estados más o menos estables si disponían de energía barata y accesible.
El medio social, como el ambiental, o el económico, se han vuelto inestables (figura 4), la volatilidad de los precios de la energía, la inestabilidad geopolítica, la social, las migraciones climáticas de decenas de millones de personas, las que lo hacen por conflictos bélicos, ideológicos..., envuelven ya al planeta en una atmósfera que bien tiene que ver con el complementario de ese binomio estabilidad-sostenibilidad y se ha trastocado en justo lo contrario: el mundo es ahora mismo insostenible y por ello es inestable. Todo es inestable, desde los precios del petróleo hasta la psicología social, se ha perdido una buena dosis de autopoiesis como condición de existencia en la continua producción de nosotros mismos.
Estamos condenados a parar una máquina que no sabemos cuándo se nos fue de las manos (figura 6); deberemos repensar nuestro destino, se ha hecho necesidad; hemos crecido, hemos llegado a una madurez crítica, como el adolescente que deja de crecer para hacerse adulto, físicamente casi no cambia, el mayor cambio no es ahora el tamaño, es inmaterial, una nueva manera más responsable de ver la vida, de distribuir las energías, las inquietudes, los objetivos, se abre paso. Si la educación y las condiciones de crecimiento fueron favorables se cultivará una juventud y una madurez brillante, pero el joven adulto tiene que darse cuenta él solito de que ya no es un adolescente, comienza una era de formalidad.
Figura 8: EL MUNDO DEL QUE VENIMOS Y EL MUNDO HACIA EL QUE NOS DIRIGIMOS, LOS LÍMITES DEL CRECIMIENTO
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Es probable que la vida no desaparezca del planeta como nunca antes en los colapsos de las 26 civilizaciones anteriores desapareció, ni siquiera el ser humano lo hará, aquellas civilizaciones, estaban restringidas a zonas determinadas del planeta repartidas en el espacio y en el tiempo. Ahora no es así, el colapso que amenaza si no se reacciona sería global, es lo que tiene la globalización.
Estamos condenados a decrecer (figura 7), la escasez de materias primas y energía que nos espera y que viene de hace unas décadas no significa el fin del mundo ni el fin de un sistema civilizado que nos llevó hasta lo más alto de la pirámide de la evolución, significa solamente un cambio de tendencia, una reorganización de todo el tejido físico, energético y cultural, no exento de amenazas por inadaptación y desesperaciones (como es el fracking), pero visto desde la cosmovisión de la prehistoria es sólo un cambio. Asumirlo y saber que vendrá acompañado de un decrecimiento extendido, es una postura inteligente. El decrecimiento vendrá, nos guste o no, podemos hacer la transición por las buenas o por las malas, pero la haremos; es deseable que sea de la primera manera.
UNED: DESMONTANDO LA ENERGÍA. CAP. I: EL PICO DEL PETRÓLEO
DOS PUNTOS DE VISTA:
EL FRACKING ES EL TIMO DE LA ESTAMPITA (ANTONIO ARETXABALA)
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