martes, 16 de agosto de 2022

VOLCANES Y CAMBIO CLIMÁTICO. LA EXPLOSIÓN DEL HUNGA TONGA EN ENERO DE 2022

 

PUBLICADO EN VARIOS MEDIOS

Erupción de Hunga Tonga-Hunga Ha'apai del 15 de enero de 2022 registrada por el satélite meteorológico Himawari-8 de Japón.


Queridas y queridos lectores, emerge un debate en el ámbito geológico que sigue de cerca la aguda crisis climática y los récords de temperatura batidos esta primavera-verano en China, India, Pakistán, Japón, EE.UU., Europa, etc. Tiene que ver con lo que vamos a contar en este artículo. Aunque en los medios de difusión españoles ha pasado algo desapercibido, podemos encontrar, sin embargo, algunas referencias de marcado carácter científico como en NCYT, en alguna agencia de noticias y también en medios domésticos y sectoriales y en los extranjeros, incluso en castellano, como NAtGeo o la BBC-Mundo. Todas se hacen eco del estudio publicado el pasado julio en Geophysical Research Letters (ISSN:1944-8007) por el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA.

Existe una relación entre los volcanes y el clima, algo muy bien conocido que vuelve a asomar tímidamente en el debate internacional ante el caos climático y los excepcionales fenómenos volcánicos recientes. Los volcanes son capaces de enfriar nuestro planeta al inyectar aerosoles que reflejan la luz solar en las capas altas de la atmósfera, este es un fenómeno ampliamente asumido, tanto en círculos científicos como a nivel popular. Pero habría algo más…

Las grandes explosiones volcánicas pueden tener un efecto dramático en el mundo entero, expulsan enormes cantidades de gas y polvo a la atmósfera bloqueando la radiación solar con un enfriamiento —a veces muy significativo— en la superficie de la Tierra. Pero también es menos conocido que puede ocurrir lo contrario. Los cambios en el exterior pueden desencadenar erupciones volcánicas. Por lo que también surge una cuestión importante: ¿pueden nuestras actividades impulsar la activación de volcanes dormidos? ¿Qué papel juega el aumento del nivel de los mares, el metano de los embalses o el de la industria de los combustibles fósiles?

Pero hoy surge una tercera cuestión que añade un nuevo conocimiento al fenómeno volcánico: ¿hasta qué punto y en qué condiciones determinadas una explosión volcánica puede estar detrás de un aumento global de la temperatura del planeta? ¿Está sucediendo esto ahora mismo?

Esta es la cuestión de la que vamos a debatir. Un estudio reciente publicado por el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA titulado “La hidratación de la estratosfera por Hunga Tonga-Hunga Ha'apai” sugiere que la violenta erupción de Hunga Tonga-Hunga Ha'apai del 15 de enero de 2022, no solo inyectó algunas cenizas en la estratosfera, sino (y aquí está la parte más importante), también ingentes cantidades de vapor de agua, rompiendo todos los récords de inyección directa de vapor de agua conocidos, incluso con cálculos hechos antes de la era de los satélites artificiales. El vapor de agua (H2O), como sabemos, es con el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el dióxido de nitrógeno (NO2) un potente gas de efecto invernadero. 

Figura 1. (a) Grabación atmosférica (anomalías zonales medias de H2O en los trópicos). (b) Serie temporal de H2O casi global (60°S a 60°N) a 100 y 31 hPa. Los datos se basan en GOZCARDS (Froidevaux et al., 2015) y los del Microwave Limb Sounder. Se trata de la figura 5 del estudio citado del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA publicado en Geophysical Research Letters ISSN:1944-8007.

Explosiones volcánicas que cambiaron nuestra historia

En 1783 el volcán Laki, hoy bajo la atenta mirada de los vulcanólogos por su cercanía y conocida conexión con los volcanes Bárðarbunga y Holuhraun y situado entre el Hekla y el glaciar de Eyjafjallajokull en Islandia, emitió tal cantidad de cenizas que asoló todos los pastos de Islandia y con ello provocó la muerte del ganado y de la mitad de la población. Las cenizas cubrieron Europa durante meses y destruyeron las cosechas de tres años consecutivos. El hambre se extendió desde Europa a oriente medio, se disparó la mortandad en Inglaterra y en España; el estraperlo y otros abusos con el trigo y los alimentos culminaron en Francia en una revolución popular: nacieron las modernas democracias.

La colosal explosión del Tambora en Indonesia en 1815, la mayor erupción del milenio pasado, fue seguida por un enfriamiento global de 0,7 grados y 12 meses de un clima descontrolado en Europa y América del Norte. El año 1816 se conoce como el año sin verano. Las actas del Cabildo de Santander de 6 de noviembre de 1816 dejaron constancia del impacto agrícola. En varias actas sucesivas de aquel año se da noticia de la escasísima recolección de maíz y otros productos. Hambre y guerras acompañan a las cenizas. Su fuerte impacto cultural quedó reflejado en la creatividad literaria: William Blake y tantos otros autores se aburrían tanto en un verano frío y lluvioso que publicaron obras universales. Drácula o Frankenstein serían algunos de sus retoños.

La erupción del Pinatubo en Filipinas en 1991 dispersó una nube de gas que redujo las temperaturas en casi 0,3 grados, millones de personas se vieron afectadas directamente por las malas cosechas.

Hace unos 74.000 años, la explosión más catastrófica de los últimos tiempos produjo un cráter de 100 km de ancho en Toba, en el norte de Sumatra, fue la culpable de sumir al planeta en un "invierno volcánico". Según algunos investigadores, nuestros antepasados ​​lejanos lucharon de una manera extraordinaria por la supervivencia. Krakatoa fue una caricatura a su lado.

El medio exterior también influye en los volcanes

El medio ambiente también puede influir en la actividad de los volcanes, es poco conocido, pero hay ejemplos:

Los volcanes rodeados de hielo, como en Islandia, se ven afectados por el derretimiento rápido. El final de la última glaciación promovió la expulsión de magma que previamente había sido impedida, simplemente por el peso del hielo que lo aprisionaba (efecto botella de cava). A finales de la última glaciación Islandia "explotó" durante 1.500 años, con una actividad volcánica unas 30 a 50 veces superior a la de los últimos siglos. Un kilómetro de capa de hielo lo había impedido.

Las erupciones del volcán Pavlof (figura 2) en la península de Alaska parecen estar estrechamente controladas por el clima. Sistemas de tormentas de baja presión que cruzan en invierno provocan que el mar por debajo aumente su cota alrededor de 30 cm, el peso adicional del agua es suficiente para presionar sobre el sistema y exprimir el magma. Mirando hacia atrás en los últimos 100.000 años, el nivel del mar parece haber jugado un papel clave para impulsar a muchos volcanes a explotar. El monte Santa Helena, el Vesubio o el Etna también se han relacionado con la presión atmosférica e hídrica circundante.

Figura 2. Erupción del volcán Pavlof en 2013 (Wikimedia Commons).

El caso de la caldera del Hunga Tonga y el vapor de agua en 2022

Antes de la explosión del 15 de enero de 2022, la caldera del Hunga Tonga-Hunga Ha'apai estaba situada a 150 m bajo el nivel del mar. La tremenda explosión se escuchó a más de 10.000 kilómetros y provocó tsunamis de agua como los conocidos hasta ahora y los de tipo Lamb (de presión atmosférica). Estas ondas de presión viajaron por la superficie de la Tierra dando cuatro vueltas al planeta en una dirección y tres veces en la dirección opuesta. Fue lo mismo que observaron los científicos en la erupción del Krakatoa de 1883.

Pero, además inyectó vapor de agua a altitudes de hasta 53 km. Usando las mediciones del Microwave Limb Sounder en el satélite Aura de la NASA (figura 1), se estimó que el exceso de vapor vendría a ser el equivalente al del 10% de la cantidad de que normalmente reside en la estratosfera.

La novedad es que este evento no enfrió la superficie de nuestro planeta, sino que la podría estar calentando. La gran cantidad de agua inyectada en la estratosfera solo fue posible porque la caldera del volcán submarino estaba a la profundidad idónea para que se produjera el fenómeno en que la relación vapor de agua/aerosoles fuese la máxima: 150 metros de profundidad. Más superficial y no habría suficiente agua sobrecalentada. Más profundo y las inmensas presiones habrían taponado o disipado la erupción.

Este vapor adicional puede estar cambiando la química atmosférica, afectando temporalmente a la capa de ozono. El volcán Tonga no inyectó grandes cantidades de cenizas y aerosoles en la estratosfera, las enormes cantidades de vapor estarían sumando su efecto de calentamiento al global antropogénico. Duraría unos pocos años hasta que ese vapor se disipe. Además, desde 2010 (hace ya 12 años), las extracciones de gas natural no convencional por métodos como la fractura hidráulica (fracking) estarían en su momento álgido de actuación como gas invernadero por el metano perdido estos años (unas 80 veces más potente que el CO2 los 12 primeros años), cuyas estimaciones oscilan entre el 10 y el 20% de escapes según diversos estudios. Al igual, los embalses construidos por el ser humano estarían emitiendo en estos momentos de altas temperaturas más de 1.000 toneladas de metano anuales (Bridget R. Deemer et al. 2017).

El efecto del volcán Tonga se disiparía cuando el vapor de agua adicional salga de la estratosfera, pero los autores creen que no sería suficiente para frenar notablemente los efectos del cambio climático. Las mediciones hechas el pasado 31 de marzo muestran aún la persistencia de la pluma de vapor en la estratosfera baja y media, al mismo tiempo que sigue rodeando el globo. La intrusión de vapor se sigue ensanchando, extendiéndose principalmente hacia el norte.

Este penacho requerirá un mayor seguimiento a medida que esta señal de la erupción se propaga hacia la estratosfera superior y hacia los polos en la Circulación Brewer-Dobson, una lenta corriente desde el hemisferio que, en fase invernal redistribuye el aire desde los trópicos a las latitudes medias. Este fenómeno parece estar siendo acelerado por el cambio climático, lo que alteraría la distribución global de la capa de ozono, favoreciendo su recuperación en latitudes altas. 

Entrevista en COPE con Alberto Sanz
 

Entrevista en RNE con Adolfo Gallego

En La Mecánica del Caracol de Radio Euskadi


sábado, 13 de agosto de 2022

LA RECUPERACIÓN DE LA PALMA. HACIA UN FUTURO DE SOBERANÍA


Queridas y queridos seguidores, durante el mes de julio de 2022, desde el Cabildo de La Palma, con el Gobierno de las Islas Canarias y varios ayuntamientos afectados por la erupción del volcán Tajogaite, se prepararon y celebraron las I Jornadas de divulgación científica sobre cambio climático, crisis ecosocial y reconstrucción de La Palma a las que fuimos invitados varias personas del mundo académico, científico y humanista con el objetivo de aportar ideas para encarar la recuperación de La Palma. La reconstrucción física, económica, energética, moral, va a depender de afrontar la realidad de vivir en un tiempo de declive energético sobre una tierra tan fértil como vehemente y destructiva.
 
Participamos durante varias jornadas:
 
Juan Bordera, que fue quien organizó, presentó y moderó las intevenciones.
Nieves Rosa Arroyo
Antonio Turiel
Félix Manuel Medina
Francisco Prieto Prieto
Ferran Puig Vilar
José Antonio Valbuena
Fernando Valladares
Alicia Valero
Marta Guadalupe Rivera
Carlos Taibo y...
Quien suscribe.
 
En este enlace se pueden ver las ponencias y debates (al final de este artículo dejo la mía).
 
Como sabe la mayoría de quienes leen este blog desde hace más de una década, intentamos dar pautas para evitar la tentación de intentar volver a una situación exactamente igual o similar a la que existía anterior a la catástrofe (la erupción del volcán Tajogaite durante 85 días y miles de terremotos de hasta M5,4 han dejado algunas zonas muy dañadas), sino que, mirando al futuro y a las nuevas circunstancias, dar pasos para alcanzar el mayor grado de soberanía alimentaria, energética y sociocultural partiendo de, precisamente, el valor de la historia y la cultura isleñas.
 
La verdad es que la tarea no es fácil, pero La Palma está bastante bien posicionada para su particular resiliencia. Por eso nuestra propuesta ha sido ahondar en la propia tradición cultural isleña y encuadrarla en el conocimiento y la ciencia del siglo XXI, lugar en el que, sin duda, viven las semillas del futuro. La reciente erupción del volcán de Tajogaite ha transformado notablemente el paisaje de La Palma, con un tremendo impacto en sus medios de vida, su economía y sobre todo en el estado emocional de sus habitantes.

En la carretera de Todoque a Tazacorte, y también en otras de alrededor que han recuperado la circulación y siguen con las obras urgentes, se pueden ver edificios y entornos urbanos como los mostrados en estas fotografías.

La Consejera Nieves Rosa Arroyo Díaz es miembro corporativo titular del Área de Seguridad Emergencia, Participación Ciudadana, Servicios, Medio Ambiente y Cambio Climático. En el citado contexto de declive energético, cambio climático, pérdida de especies y crisis ecológica y social, nos dejó estas palabras de presentación. Os dejo con ella:

"No cabe duda que acometer la reconstrucción de la isla debe ser una prioridad para todos y todas, pero deberíamos hacerlo teniendo presente además el momento histórico que atravesamos como civilización, como apunta Jorge Riechmann: “la crisis ecológico-social es el otro volcán en cuyas laderas han construido sus viviendas nuestras sociedades, y que no estamos viendo siquiera las señales más obvias de la erupción que comienza.”

Si aspiramos dejar una isla más preparada y resiliente para las próximas generaciones, la realidad es que no tenemos más remedio que hacerlo. Si, en definitiva, queremos crear futuros de vida buena para nuestros hijos e hijas debemos abordar la reconstrucción de La Palma teniendo muy presente ese marco de crisis eco-social global (cambio climático, crisis energética y de recursos, pérdida de biodiversidad entre otras), de lo contrario, los estaremos empujando a un mundo más difícil.

No podemos permitirnos olvidar, por mucho que “lo urgente” demande toda nuestra atención y recursos, que el cambio climático, en un contexto de una menor disponibilidad de recursos, constituye posiblemente el mayor desafío al que se haya enfrentado nuestra civilización en toda su historia. La adaptación a sus consecuencias y la lucha por reducir sus efectos nos exigirá inevitablemente realizar cambios ineludibles en nuestra forma de vida, en la economía y en el funcionamiento del mundo tal y como lo entendemos ahora. «La escala de las amenazas a la biosfera y a todas sus formas de vida -incluida la humanidad- es, de hecho, tan grande que es difícil de comprender incluso para los expertos bien informados», se señalaba recientemente en un informe en Fronteras de la Ciencia de la Conservación que hace referencia a más de 150 estudios que detallan los principales desafíos ambientales del mundo.

Debemos también ser conscientes que a lo largo de nuestra historia, la disponibilidad y el acceso a los recursos energéticos, han sido determinantes en el desarrollo de las sociedades. Las fuentes de energía que se utilizan, su modo de producción, distribución y consumo, condicionan directamente nuestro modelo socioeconómico. Pero es un hecho que el actual modelo energético, basado en el consumo de combustibles fósiles, tiene consecuencias nocivas para el medio ambiente y provoca el cambio climático.

Esta circunstancia, unido al agotamiento de estos recursos finitos y a las tensiones geopolíticas derivadas de las relaciones de dependencia energética entre países, ha puesto en evidencia la necesidad de un cambio de modelo urgente, desde uno basado en energías no renovables y contaminantes, hacia otro sostenible basado en energías limpias.

Hay que cambiarlo todo para que lo importante no cambie sino es a mejor. Es una tarea monumental y colectiva, que nos afecta a todos y todas. Al planeta, como tal, no le preocupa el cambio climático, pero al ser humano y a todos los seres vivos con los que compartimos este bello y especial planeta, sí. La supervivencia de nuestra forma de vida está en juego, eso es lo que nos dice la mejor ciencia disponible. La buena noticia es que también nos dice como evitarlo, sabemos cómo hacerlo. La duda es si querremos hacerlo.

En definitiva, deberíamos, si se nos permite expresarlo así, tratar de “aprovechar” la terrible erupción volcánica que nos ha tocado vivir, como “palanca” de cambio social, y para poderlo hacer real necesitamos la luz del mejor conocimiento posible.

Estos días, acompañados por reconocidos expertos provenientes del mundo universitario y de la investigación, pretendemos crear un encuentro de reflexión, una primera aproximación a la complejidad de estos fenómenos; crisis energética, pérdida de biodiversidad, agotamiento de recursos minerales etc, en el que a lo largo de tres días se analizarán, con carácter divulgativo y desde un punto de vista científico, las causas, los efectos y las implicaciones del calentamiento global a diferentes escalas, a nivel insular y a una escala más global. La intervención de nuestros Técnicos Insulares, unido a varios expertos y especialistas provenientes del mundo universitario e investigador centrarán los contenidos en diferentes aspectos relacionados con el cambio climático y la transición energética.

Por último, pero no menos importante, queremos aprovechar este foro para dar voz a los Perjudicados del Volcán, a la comunidad educativa, a las Asociaciones juveniles y las empresariales, porque. es juntos, tal y como nos enseñó la solidaridad que también despertó el volcán, como saldremos adelante".

Dª. Nieves Rosa Arroyo Díaz
Miembro corporativo titular del Área de Cambio Climático 
 
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LA RECUPERACIÓN DE LA PALMA. HACIA UN FUTURO DE SOBERANÍA
(Antonio Aretxabala. La Palma, julio de 2022)

Europa, y concretamente España, carecen de equipos multidisciplinares de personas especializadas dedicados a la recuperación de regiones golpeadas por catástrofes, así hablamos de resiliencia. El vehículo que hace capaz la materialización de semejante meta es siempre la cultura. Pero la cultura aún se ve como un adorno de la sociedad, lo primero en lo que se recorta. La UME es de una efectividad incontestable, pero termina su trabajo a los pocos días; la labor de sobreponerse de toda una comunidad necesita de un entramado que va más allá de los parches iniciales y análisis de daños.

Hay un terrible problema de subestimación de los impactos en las personas y sus modos de vida. No hay diálogo con los historiadores. Además, los métodos de evaluación de los peligros no suelen contemplar todas las dimensiones sociales de cada comunidad. El resultado es que no se revela el riesgo a quienes toman las decisiones, los administradores y los ciudadanos.
 
La manera de superar una adversidad puede estar erróneamente basada en criterios previos al cambio brusco que introduce un impacto geológico o un cambio de paradigma económico, buscando una situación igual o similar a antes de la catástrofe. Por eso estas jornadas de reflexión en La Palma con la puesta en común de diferentes perspectivas, son necesarias, oportunas y sin duda, pueden suponer el inicio de un itinerario de regeneración integral de la isla.

Aprender a sobreponerse a las catástrofes
 
Existen ejemplos de comarcas que no solo se han sobrepuesto a las catástrofes, sino que han salido fortalecidas al encontrarse de nuevo con los valores ancestrales de su tierra. Ejemplos en España no faltan. El turismo científico basado en el lago glaciar y la cultura de la ecología son hoy una de las mayores fuentes de desarrollo de Sanabria; en el trasfondo la catástrofe de Ribadelago. Bilbao, en veinte años pasó de ser la ciudad sucia, insalubre, irrespirable, violenta y abandonada por excelencia, a la ciudad paradigma de la transformación alquímica. Es referencia en todas las guías internacionales del itinerario cultural europeo.

Santander, la capital cultural estival española fue golpeada por varias catástrofes en los siglos XIX y XX. Una cadena de negligencias provocó la explosión del mercante Machichaco con 51 toneladas de dinamita en 1893, arrasó media ciudad; cuatro décadas después sería bombardeada por los temibles aviones de Hitler. En octubre de 1938 los bombardeos se combinan con un par de terremotos de intensidad VII y epicentro en el Alto Asón, las partes altas de la ciudad ven sus edificios tambalearse, y se rompen los cristales de las casas. Tres años después sufre el peor de los incendios sucedidos en España: la ciudad queda reducida a escombros, los buques repiten en Morse: S.O.S., Santander en llamas… Más de 10.000 personas quedaron sin trabajo ni hogar. La comarca epicentral del Asón presume hoy de albergar varias cuevas Patrimonio de la Humanidad (UNESCO) pionera de un turismo científico basado en el interior terrestre.

Pero hay muchos más ejemplos. Hemos perdido buena parte de la capacidad de sobreponernos a las adversidades.

Pronto España entera lo tendrá que hacer. Deberá aprender a sobreponerse a las catástrofes, medioambientales, sequías prolongadas, inundaciones, ciclones, terremotos, pero también políticas y sociales. El problema de fondo es una falta de cultura excesivamente ligada a la actual debilidad institucional esculpida por el corto plazo. Cuando afirmamos que es la cultura la mejor de las herramientas para sobreponerse, lo hacemos avalados por decenas de estudios de comarcas que supieron reinventarse. Sobre todo, porque el panorama actual demuestra que el mayor grado de inseguridad en los hogares españoles ya no se debe a desastres naturales, volcanes, terremotos o inundaciones, cuando acabe 2022 más de un millón de desahucios se habrán consumado en España por una catástrofe financiera ocurrida en 2008. Otro ejemplo, ya fuera de nuestras fronteras es el vecino Centro Interpretativo sobre la erupción de Capelinhos (1957-58) en Azores, conocido mundialmente y con varios tipos de itinerarios adecuados al visitante.

El caso de La Palma
 
La Palma cuenta con una situación de salida favorable. Existe una infraestructura científica y cultural que se ha venido desarrollando desde hace décadas, generando valor entre una élite científica relacionada con la astronomía. Nuevas tecnologías basadas en la geotermia, el almacenamiento de energía renovable en las rocas volcánicas o la eficiencia en la iluminación, evitando la contaminación lumínica y el derroche, se encuentran ya interiorizadas por la población.
 
El acceso al agua, su distribución y el desarrollo de los sectores primarios deberán vivir un impulso que haga frente a la hegemonía del monocultivo y el transporte a largas distancias de productos basados en la agricultura intensiva. Para crear una cultura verdaderamente regenerativa, vamos a intentar diseñar procesos de ciclos de bucle cerrado interconectados como los que funcionaron en la isla antes de la irrupción de los combustibles fósiles. Incluyen ciclos de producción primaria de recursos biológicos con patrones de uso que permitan el cultivo en cantidades iguales o mayores de una manera sostenible. 
 
Ciclos de aprendizaje y adaptación en respuesta a los bruscos cambios en el entorno. Ciclos que mantengan las funciones básicas de los ecosistemas como agua limpia, aire limpio, recursos energéticos y materiales regenerables. Ciclos que separen todos nuestros productos en un metabolismo industrial para el reciclado y la reutilización de recursos tecnológicos o en un metabolismo biológico de recursos orgánicos, compostaje y su uso como fertilizante.
 
LA RECUPERACIÓN DE LA PALMA. HACIA UN FUTURO DE SOBERANÍA
(Ponencia en Los Llanos de Aridane)


 
ENTREVISTAS EN OTROS MEDIOS 

Entrevista en RNE con Adolfo Gallego
 
En EiTB EnJake con Xabier Lapitz y Radio Euskadi con Eva Caballero y Alfonso Montes de Oca