viernes, 15 de septiembre de 2023

CLAVES PARA UNA TRAGEDIA SÍSMICA: MARRUECOS, SEPTIEMBRE DE 2023

PUBLICADO EN NOTICIAS DE NAVARRA
 Marrakech, 9 de septiembre de 2023 tras el terremoto Mw6,8 horas antes. EFE.
 
Queridas y queridos lectores, tras el inesperado terremoto sucedido el pasado 8 de septiembre (9 de septiembre en la Península Ibérica y 8 en Canarias) del que ya se contabilizan miles de heridos, más de 3.000 víctimas mortales y enormes daños y destrucción (Intensidad hasta IX en el área epicentral). Varios medios me contactaron para un análisis preliminar del porqué y el cómo se puede desatar tanta destrucción en apenas 20 segundos. Acompaño este artículo publicado en Diario de Noticias de Navarra  —al que he querido dotar de una perspectiva histórica y social que suele estar ausente de los concienzudos análisis geofísicos—, con algún archivo multimedia proveniente de diferentes aportaciones en medios de comunicación.
 
Antonio Aretxabala
Pamplona, 15 de septiembre de 2023
 
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El terremoto de magnitud momento Mw 6,8 con epicentro a unos 50 km al sur de Marrakech se produjo, sin terremotos premonitorios o avisos, en un área que no conocía estas magnitudes en 500 km a la redonda. Esta imprevisión no es exclusiva de los países que denominamos “en vías de desarrollo”, sucedió, por ejemplo, en Emilia Romagna, con la destrucción de la ciudad patrimonial de Ferrara en 2012 recién estrenada la moderna normativa de construcción sismorresistente italiana de 2004. Muchos de los terremotos históricos no se habían estudiado, simplemente porque los historiadores no fueron llamados a participar en el proyecto. Así desarrolla su tesis Emanuella Guidoboni, historiadora y geóloga en “Il peso economico e sociale dei disastri sismici in Italia negli ultimi 150 anni”, 2012.

En el trasfondo de su investigación está la vergüenza, primero religiosa de admitir haber sido castigados por Dios a causa de tanto vicio y pecado, lo que llevó a las autoridades religiosas a borrar cualquier indicio de catástrofe sísmica ante los reinos vecinos, y más tarde científica, por no haber preparado el medio humano desde unas instituciones con deficiente consideración hacia el impacto de los riesgos naturales o creados por nosotros.

Esa información vital se pierde en el tiempo dando lugar a la subestima del fenómeno sísmico y la exposición de miles o millones de personas a un riesgo evitable. En España y concretamente en Navarra, también lo vivimos, hasta tal punto que, si no fuera por el abnegado trabajo de arqueólogas e historiadoras buceando y repasando miles de manuscritos, no hubiese llegado información valiosísima hasta nuestros días.

El episodio sísmico con colapso de edificios de varios días seguidos, vivido entre Sangüesa y Pamplona en 1612, ha sido desarrollado en un libro de cultos y plegarias por las catástrofes: “El Ayuntamiento de Sangüesa (Navarra) y algunos cultos religiosos” de Juan Cruz Labeaga, 1999. El autor relata un enjambre sísmico que aterrorizó a la población de ambas ciudades. Las autoridades ordenaron dejar de tañer instrumentos, tener relaciones, cantar o celebrar, debían hacer ayuno y acudir a rezar todos los días a la Iglesia de San Salvador de Sangüesa porque la ira de Dios desatada por el pecado y el vicio era mayúscula. En el libro “Arqueología en la catedral de Pamplona. El origen del culto cristiano” de Mª Ángeles Mezquíriz y Mercedes Unzu (2021), Teresa Alzugaray (Anexo III: ruina del templo románico), archivera y paleógrafa del Archivo de Navarra, apunta a una causa para el derrumbe de la seo pamplonesa en la madrugada del 1 de julio del año 1390: un terremoto.

Sin embargo, aún queda mucho trabajo en España, y especialmente en Navarra, para integrar este tipo de investigaciones geohistóricas con el de geólogos, arquitectos o ingenieros. La vergüenza se ha trasladado a la falta de estudios científicos. Si proyectamos los más de dos mil terremotos del área de Lizoain (Navarra) sucedidos a 15 km al este de Pamplona durante el enjambre sísmico de 2020-2021, no hay ninguna falla conocida. Casi nada sabemos sobre sus longitudes y, por lo tanto, de su potencial destructivo. Epicentros sobre nada suena más a ira divina que a tectónica local.

En todos los países las normas se van actualizando en función de la experiencia adquirida en vivencias previas, como en Lorca, que supuso un antes y un después. Nos dimos cuenta de que vivíamos en un territorio con una sismicidad capaz de matar, arruinar el patrimonio y paralizar toda la economía de una comunidad. Fue un shock tan grande que cambió completamente la mentalidad de constructores y centros de investigación. Ahora nos consideramos un país mucho más sísmico que antes de mayo de 2011.

Claves para la destrucción


El terremoto de Marruecos no ha sido profundo, unos 25 km. La intensidad macrosísmica (el daño observado) alcanza IX sobre XII en el área cercana más poblada, hasta V-VI en zonas alrededor de Casablanca y hasta II al sur de Iberia con testimonios en Madrid (IGN) e incluso al sur de Francia (EMSC).

Los edificios, en su mayoría, no son sismorresistentes. No se conocía un impacto de tal calibre en la historia, no se tomaron medidas. Más de 3.000 personas han muerto y miles más han resultado heridas. Las pérdidas serán cuantiosas. Unos 20 minutos después del terremoto principal se produjo la réplica M5,1 (como el de Lorca en 2011). En 1960 un evento M5,8 en Agadir (a unos 250 km al sur) dejó unas 15.000 víctimas en la costa occidental, lejos del área del Atlas. En 1755 se reportan miles de victimas en un lugar lejano más al norte. Esta vez el mecanismo focal (la lectura de las ondas) coincide con una falla inversa E-W probablemente asociada a la Falla Atlas Norte.

A medida que haya más información, incluidas observaciones satelitales, será posible determinar la falla causante y catalogarla. Han deslizado unos 30 x 20 km de corteza con hasta 1,5 m de desgarro en la zona epicentral. Esta vez, cerca de Marrakech se ha superado una aceleración básica del terreno ab>0,5g (la mitad de la gravedad) lo cual supone una aceleración insoportable para las construcciones tradicionales de mampostería, adobe y ladrillo o las modernas de hormigón armado con planta baja libre, una configuración letal extendida por todo el planeta en áreas incluso de sismicidad moderada. En el área epicentral se ha superado ese latigazo en ab> 1g (la aceleración de la gravedad). Los terremotos M>6 sin embargo, sí son comunes al norte de Marruecos en el área del Mediterráneo: el M6,4 en febrero de 2004 o el M6,3 de enero de 2016, frente a Alhucemas, son los más cercanos el en tiempo con cientos de víctimas y miles de heridos. 
 
Detalle del tipo de viviendas tradicionales (mampostería, adobe y ladrillo) que han caído prácticamente al completo. Vista general de Tagadirt el domingo 10/09/2023. Foto: Moeh Atitar

Terremotos catastróficos en Iberia

Muchos medios españoles hablan de que este tipo de terremotos se pueden dar en el S-SE español y es verdad. Aunque mucha gente lo ignore, España fue pionera y referencia en el conocimiento y trato con el fenómeno sísmico. Toda Europa tomó nota de ello tras la reconstrucción de Guatemala y otras ciudades de Centroamérica o de la propia Iberia. Cada vez que se producen este tipo de terremotos inesperados como el de Marruecos, los medios de comunicación y los científicos se vuelcan en si puede pasar algo así en España. La mayoría recuerdan lo sucedido en Torrevieja en 1829 o en Arenas de Rey en 1884, ambos eventos estarían por encima de M6,5. Sin embargo, poco se habla del norte o de Pirineos, aunque por aquí también hubo terremotos M6-7, el último hace casi 300 años.

En el norte, no pocas comunidades trazaron sus destinos tras vivir el impacto de lo que se consideró de origen divino, luego eléctrico (como las tormentas), más tarde por el fuego interno (con Julio Verne alcanza su cenit) y finalmente tectónico y también climático o inducido, sirviendo de ayuda a las generaciones futuras y a otras comunidades que, en algún momento, sufrieron el impacto sísmico.
 
En efecto, la zona de los Pirineos también es vulnerable, aunque en menor medida que el sur, en los últimos 600 años ha vivido una docena de terremotos de intensidad superior a VIII. Así, en el año 1428, unas 800 personas murieron tras un terremoto de intensidad IX-X que destruyó Queralbs (Girona). Hace casi tres siglos que en el área pirenaica no se viven terremotos catastróficos. Ello contribuyó a la amnesia sísmica española. Algunos escritores han utilizado estos fenómenos catastróficos reales para contextualizar sus novelas, como en “La Catedral del Mar” de Ildefonso Falcones o nuestra premiada escritora Fátima Frutos, que desarrolla el impacto humano de los terremotos en El Salvador con “La selva bajo mi piel”.

Las comunidades que no le dieron importancia al fenómeno sísmico quedan heridas por años, por décadas, a veces para siempre.
 
Claves para una tragedia sísmica Marruecos, septiembre de 2023
 
Un terremoto inesperado. Navarra Televisión

lunes, 10 de julio de 2023

UN SIGLO DEL TERREMOTO DEL 10 DE JULIO DE 1923. ¿ESTABA HEMINGWAY DE RESACA?

 

PUBLICADO EN DIARIO DE NOTICIAS DE NAVARRA

El terremoto de Martes (Huesca) del día 10 de julio 1923 afectó a todo el cuadrante nordeste de España y sur de Francia, alcanzó una intensidad destructiva de VIII. En rojo pueden verse las isosistas de V a VIII, en naranja IV, III en amarillo y en amarillo claro II.

Ha pasado un siglo desde que una crónica sanferminera recogiera el impacto en Pamplona de un terremoto que alcanzó intensidad VIII en el área epicentral, a la cola del embalse de Yesa, entre Martes y Artieda. Aquel 10 de julio de 1923, a las 5 horas y 31 minutos de la madrugada, se inició un período sísmico que se alargó hasta 1925. Según los datos recogidos por el ingeniero y geógrafo Don Alfonso Rey Pastor, que era director de la Estación Central de Toledo, el número total de sacudidas durante 1923 fue de 189.

Un terremoto que cambió la ciencia sísmica del Pirineo

El terremoto de Martes del 10 de julio de 1923 fue sentido en todo el cuarto nororiental de la Península Ibérica, desde Cantabria hasta Cataluña y desde el sur de Francia hasta Valencia y Madrid con diferentes intensidades. Como Richter (1900) aún era muy joven y estaba preparando su famosa escala energética basada en la magnitud (tenía 23 años), la magnitud del evento fue variando durante los siglos XX y XXI con las sucesivas revisiones del primitivo registro, variando éstas desde M5,4 hasta M6,0. En esa época se utilizaba la escala de intensidad de Mercalli. A Pamplona se le adjudicó una intensidad de IV-V, similar a la vivida la madrugada del 10 de marzo de 1903 o más recientemente la famosa noche de los terremotos del 1 de octubre de 2020. En San Sebastián por un efecto local llegó a V, como en Huesca. En Girona y Barcelona IV, como en Perpiñán, Logroño o Zaragoza.

Este terremoto cambió completamente la percepción del medio que nos sustenta y poco a poco fue estudiándose la geología prepirenaica a la par que el nuevo producto tecnológico más impactante de todos los tiempos se imponía en el mundo de la construcción mundial hasta pasar del 2% en 1923, al 80% del peso de todas las cosas tecnológicas inventadas por el ser humano en 2020, incluyendo plásticos, metales, vidrio, asfalto o ladrillos: hablamos del hormigón armado. Su acelerada implantación a nivel planetario vino acompañada de lo que más tarde se consolidaría como las normas de construcción sismorresistentes que tan satisfactoriamente aplicamos en Navarra.

Prueba de ello fue Pamplona y la resistencia de nuestros edificios ante una aceleración del terreno de 0,16g (g es la aceleración de la gravedad) el 10 de marzo de 2017 poco antes de las ocho de la mañana, provocada por un terremoto de intensidad VI con epicentro en Olave. Pamplona se ha venido construyendo desde 1968 aplicando una cuarta parte (0,04g a partir de 2002). Precisamente en 1923 se construía lo que seguramente sería el primer edificio de hormigón armado de Iruña-Pamplona: la Plaza de Toros.

Pamplona en las fiestas de San Fermín de 1923


El terremoto conmocionó a las personas que lo vivieron y que, además acompañó a los sanfermines de aquel año entre sustos y juergas. El entonces alcalde de Iruña escribió la siguiente crónica cuando aún no había datos de la magnitud del evento. Se trata de la única crónica de los sanfermines que incluye un fenómeno sísmico:

"Crónica sanferminera, 10 de julio de 1923.
Terremoto: a las cinco y media de la mañana del día 10, mientras las dianas desfilaban por la ciudad, se produjo un importante temblor de tierra que causó gran alarma entre la población. Se desconoce su intensidad, pero sirva como dato que su epicentro debió de estar situado entre Burgui, Castillonuevo, Tiermas y Salvatierra de Esca (en las inmediaciones de la foz de Sigües); y que en Burgui se desplomó un corral, en Castillonuevo una casa, y en Tiermas cayó la torre de la iglesia". Don Joaquín Iñarra, Alcalde de Pamplona (10 de julio de 1923).

Entre el amplio grupo de forasteros llegados a una Pamplona, cuyas fiestas ya tenían una proyección internacional, había un joven matrimonio de nacionalidad estadounidense que vivían en París. Él era periodista y acudía a Pamplona para cubrir nuestras fiestas desde el semanario canadiense Toronto Star. Se llamaba Ernest Hemingway, un forastero más; pero un forastero a quien el destino le tenía preparado convertirse en uno de los personajes emblemáticos de los sanfermines de todos los tiempos.

Al periodista parece que le gustó, y le enganchó. No se han encontrado referencias en sus artículos ni en sus cartas a aquel evento del que todo el mundo habló al menos hasta 1925 que cesaron las réplicas, ¿estaría Ernest de resaca? El propio director de la Estación Central de Toledo escribió sobre los días posteriores:

"... Las noticias publicadas por la Prensa al día siguiente pusieron de manifiesto la extensión del área de conmoción, que abarcó en España toda la región del NE., llegó por el S. hasta la provincia de Madrid y comprendió también buena parte del mediodía de Francia. Los epígrafes de los telegramas comunicados por los periódicos anunciaban los grandes daños sufridos en gran número de pueblos de las provincias de Huesca y Zaragoza, la aparición de agrietamientos en el suelo, salida de llamaradas por los mismos, incendio de montes, etc., etc., dando por seguro la aparición inminente de un volcán...".

Alfonso Rey Pastor recopiló información años después de sus trabajos de campo y de las entrevistas a los testigos, poniendo de manifiesto las deformaciones del terreno previas a que se desatara el fenómeno sísmico en la zona: 

“… Observaron varios vecinos un cambio lento en la fisonomía de la zona, hasta el punto de cesar la visualidad del pueblo de Sada desde la carretera […]. Otro punto muy interesante en este sismo ha sido la relación de los fenómenos meteorológicos y los sísmicos. Dos o tres días antes del sismo principal algunos dijeron que ya habían visto resplandores en la Sierra de Orba…”.

El científico lo achacó a la explosión de gases emanados desde el subsuelo al coincidir “el movimiento epirogénico” con descargas eléctricas de las fuertes tormentas de aquellos días que, entre otras cosas, dejaron aislados a varios pueblos en Navarra y Aragón a causa de los deslizamientos provocados por el terremoto principal, las réplicas y las fuertes tormentas.

Mucho hemos avanzado desde entonces, pero mucho más deberemos avanzar. Aquella ciudad de ladrillos, piedra y madera de 33.000 habitantes se ha multiplicado por más de diez y muchas de las zonas conquistadas durante el siglo XX por el hormigón armado —un producto que permitió diseños muy audaces, pero con obsolescencia programada y al que apenas se le otorga un siglo de vida—, se han domesticado en un suspiro en la escala geológica. Ahora, al menos lo sabemos.

 
Dedicado a D. Alfonso Rey Pastor, cuyos trabajos sobre la sismicidad del norte de la Península Ibérica, a principios y mediados del siglo XX, cambiaron para siempre la percepción del medio que nos sustenta.

Reportaje sobre el Terremoto del 10 de julio de 1923

 Berdún, Yesa, Sangüesa y la sismicidad olvidada

Sismicidad en el norte de Iberia

Amnesia Sísmica

martes, 6 de junio de 2023

LA TIERRA DE LA QUE COMEMOS



Queridas y queridos lectores, traigo al blog, en castellano como habitualmente, este artículo de Berria JATEN DUGUN LURRA de Jokin Sagarzazu. En él, se establece un debate entre Marta Goñi de INTIA, Iñaki Antigüedad de la EHU/UPV y servidor. Os dejo con Jokin.

El 80% del agua disponible en Euskal Herria Sur se utiliza para el regadío. Ya se han comenzado a reemplazar unos cultivos por otros con técnicas para usar menos agua en la producción.

Más calor, sequías, menos comida. Los efectos del cambio climático provocado por el hombre son cada vez más evidentes y las previsiones para las próximas décadas no dejan lugar a dudas. Se estima que alrededor del 10% de las tierras agrícolas actuales quedarán inservibles en el año 2050, y la productividad de los tres principales cultivos que alimentan al mundo (maíz, trigo y arroz) se reducirá en un 5%. El agua es un recurso precioso. Como advierten los expertos, en el sur de Europa en general será necesario a medio plazo sustituir unos cultivos por otros y emplear técnicas que consuman menos agua en la producción.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, entre el 70% y el 95% del agua de lluvia y del agua almacenada se utiliza para la producción de alimentos en el mundo, y pronostica que esta necesidad aumentará en un 50% para 2050. En Euskal Herria Sur, alrededor del 80% del agua se utiliza en la agricultura, alrededor del 15% en la industria y el resto para necesidades domésticas.

Hasta ahora, cada año hidrológico ha sido peor que el anterior. Como consecuencia de periodos cada vez más prolongados de calor, la escasez de agua se está cronificando, especialmente en el área mediterránea y principalmente en la Ribera de Navarra. “Las anomalías meteorológicas actuales no son temporales; se están convirtiendo en tendencia. Muchos días hay déficit de agua, aunque técnicamente no haya sequías”, explica Marta Goñi, técnica del Instituto INTIA de Tecnología e Infraestructuras Agroalimentarias de Navarra.

Iñaki Antigüedad, geólogo catedrático de hidrogeología en la EHU/UPV, coincide con el diagnóstico. A su juicio, la clave será adaptarse a los cambios que se avecinan. “Las tendencias son cada vez más claras en el caso de las temperaturas, pero no en el de las precipitaciones. Con la lluvia no sabemos si los totales anuales subirán o bajarán. Tenemos que saber manejar esta incertidumbre, pero no podemos hacerlo con nuestro comportamiento actual, y estoy seguro de que no estamos preparados para cuestionar el pasado".

Según Antonio Aretxabala, geólogo e investigador en emergencias climáticas, en esta "adaptación" será fundamental cambiar los modelos actuales de consumo de bienes y agricultura y establecer un modelo similar para el uso del agua que haga todo sostenible. “Si no se toman medidas de inmediato, gran parte de la sociedad no tendrá forma de comer sano, porque aquí está en juego la nutrición”.

La tierra tiene sed


Aunque existen grandes diferencias entre cultivos y modelos agrícolas en la zona atlántica y mediterránea del País Vasco, los agricultores de ambas están muy preocupados por la situación. En el lado del Atlántico dependen del agua de lluvia, donde el riego de la tierra no es común. Pero menos lluvia de lo habitual les ha creado muchos problemas. Por un lado, en los pastos: el pasto para el ganado ha escaseado, lo que, entre otras cosas, ha encarecido el forraje de los animales. En cambio, en las huertas se han comenzado a sembrar cultivos que se adaptan mejor a la situación. En el País Vasco Norte, por ejemplo, sorgo en lugar de maíz.

Pero el problema es particularmente grave en la cuenca mediterránea. Algunas cosechas quedarán sin cosechar en los secanos, aunque las lluvias de las últimas semanas han dado un respiro a muchos agricultores. Cuanto más al sur, más crítica es la situación: según estimaciones, en algunas zonas secas de la Ribera de Navarra y sur de Álava se perderá en torno al 40% de la cosecha de cereales.

En cambio, en regadío, las alarmas están encendidas desde hace tiempo. Debido a la falta de lluvia y cada vez menos nieve, el nivel de los embalses está disminuyendo, y este tipo de infraestructuras son esenciales. El 37% de la superficie total plantada en Navarra es de regadío y el 13% en Álava. Según el Gobierno de Navarra, alrededor del 80% del agua almacenada en los embalses se destina a este fin. En los últimos veinte años, la superficie de regadío ha aumentado un 20%.

Según Aretxabala, el agua para uso humano en el territorio ha disminuido un 20% en los últimos veinte años, así como para la industria, pero el consumo ha aumentado en general. ¿Por qué? “Porque la cultura del regadío se ha extendido muchísimo, y esto ha venido de la agricultura intensiva y de ciertas multinacionales”.

En el caso de Álava, el viceconsejero de Agricultura del Gobierno no ha querido precisar los datos, pero el geólogo Iñaki Antiguedad cree que cada vez habrá menos regadío, sobre todo en la parte de Vitoria-Gasteiz, porque la rentabilidad de los cultivos plantados ha disminuido. "También puede estar relacionado con el cambio generacional. Más de una persona me ha dicho que prefiere poner cereal seco para tener menos dolores de cabeza".

Sin embargo, incluso en Álava, las cantidades que se utilizan para regar la tierra son muy grandes. Según la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), el consumo anual de agua en la parte alavesa de la cuenca es de hecho el 65%. Se utiliza principalmente para patata y remolacha y, en menor medida, también para viña.

Según el catedrático de la EHU/UPV, con calores y sequías cada vez más prolongados, habría que plantearse si esta forma de producción es sostenible en Euskadi. Al mismo tiempo, cree que el debate sobre la soberanía alimentaria es fundamental. "¿Qué alimentos se producen en nuestra tierra? ¿A qué mercado va lo que producimos? ¿Y de qué mercado proviene la comida que nos alimenta? Nos equivocamos si gran parte de nuestra dieta son alimentos producidos afuera, lo que requiere un gran consumo de agua. Durante estos viajes, se consume mucha agua y energía".

La cultura del riego

En Navarra, la proliferación de regadíos no es un tema de actualidad; en ese proceso fueron fundamentales algunas de las grandes infraestructuras que se impulsaron en la década de los 90: el Canal de Navarra, el embalse de Itoiz o el recrecimiento de Yesa. Según Aretxabala, detrás de estas "enormes obras" estaba el "impulso político" de UPN y del PSN, y una "clara intención especulativa". “En ese momento el maíz se cotizaba a un precio muy alto y eso se fomentaba. Pero no éramos los únicos en el mundo, el mercado se saturó y ya no es tan rentable”. Ahora, algunos agricultores han comenzado a sustituir el maíz por otros cultivos que requieren menos agua: cebada, girasol... Pero tienen problemas porque la cadena productiva está diseñada para el maíz.

Aretxabala también se ha centrado en la industria conservera. Cree que, Navarra en particular tiene un sector muy fuerte y que algunas empresas tienen una gran influencia en las instituciones. “En la industria conservera hay dos modelos: uno histórico, en torno a las cooperativas y otro multinacional. Estos no son compatibles con la agricultura de proximidad que están impulsando las instituciones europeas. Su mentalidad es hacer el producto en Navarra y luego difundirlo por el mundo. Esta forma de pensar todavía está profundamente arraigada en el tejido económico y político de Navarra”.

Infraestructura o gestión


La situación actual no ha pillado a nadie por sorpresa, y los expertos se han mostrado muy críticos con las medidas adoptadas en política de aguas. “Hemos tenido sequías y eventos extremos desde al menos la década de 1990, y no se ha hecho casi nada. Se cree que el problema se resolverá mediante la construcción de infraestructura de agua. Pero la solución está en la gestión del agua, y no en cambiar, mejorar o ampliar las infraestructuras”, subraya Iñaki Antigüedad, quien está de acuerdo con ese análisis. "Las organizaciones a menudo confunden demanda y apetito". Es muy fácil conectar el agua y la infraestructura. No, "en principio" no se está contra los embalses. “Es posible que sea necesario un pequeño embalse en un lugar determinado, pero hay que estudiar muy detenidamente dónde y con qué fin. Tenemos un conocimiento muy parcial aquí, y algunos intentan introducir puerros, pero en pedazos".

En opinión de Aretxabala, se necesita una "visión pedagógica y científica" en el sector. “Muchos agricultores piensan que el agua de los ríos que va al mar es agua que se desperdicia y no entienden la parte del daño que causan los embalses al funcionamiento de los ecosistemas que nos sotienen. Detrás de todo esto hay un interés económico y político parcial”.

Innovaciones

Un informe del Tribunal de Cuentas Europeo de 2021 alertaba del riego excesivo y ponía en entredicho la Política Agrícola Común Europea: concluía que se ha fomentado el riego de tierras agrícolas, especialmente en el sur de Europa, y los esfuerzos por modernizar los sistemas no han supuesto una reducción del consumo de agua. "Ha sucedido justo lo contrario. En nombre de la modernización se han intensificado los cultivos, se han aumentado las áreas de cultivo y se han introducido cultivos que requieren más agua”, resume Iñaki Antigüedad.

Marta Goñi de INTIA opina diferente. Según ha destacado, a pesar de que hay más suelo, al menos en Navarra el consumo de agua no ha aumentado en la misma medida, se ha mantenido estable. “Antes regábamos la tierra por si acaso. Ahora, en caso de que eso haya terminado. No se puede desperdiciar ni una gota de agua. Y los agricultores lo saben muy bien. Hemos dado grandes pasos".

Entre las estrategias que se están impulsando en INTIA se encuentra el llamado riego deficitario controlado. En definitiva, identifican todas las fases de crecimiento de cada cultivo, y determinan el requerimiento hídrico de cada uno, para poder dar menos agua sin poner en peligro la producción. Llevan varios años haciendo ensayos, con algunos cultivos (maíz, alfalfa, brócoli, arveja y tomate) y en diferentes momentos. En el caso del brócoli, han conseguido reducir el consumo de agua en un 38%, en el maíz, un 8%.

Como apunta Goñi, para tales innovaciones se necesitan nuevas tecnologías ̶sensores, imágenes de satélite, etc.-. A través de ellos es posible saber en cada momento cuál es la situación del agua y cuántas reservas hay sobre el terreno. “Esta estrategia funciona, pero detrás hay que tener conocimiento sobre las fases de crecimiento de los cultivos y las necesidades de agua. Es por eso que el asesoramiento es esencial".

La técnico del INTIA cree que en general los agricultores se están adaptando bien a estos cambios, pero admite que la situación no es fácil. “Se les pide que reduzcan costes, que sean más sostenibles… Son conscientes de los retos a los que se enfrentan y de las exigencias de la Unión Europea. En ese mundo siempre han tenido que adaptarse a los cambios, y al contrario de lo que se pueda pensar, se adaptan bien. Estamos viviendo la tercera revolución en el país”.

Tierra muerta

El riego tiene otro efecto, según los expertos: la destrucción de la tierra. Junto con el uso intensivo de agua, se utilizan pesticidas y fertilizantes; Esto aumenta la productividad, pero reduce la disponibilidad de tierra. Aretxabala advierte: "Debido al uso excesivo de pesticidas y fertilizantes, muchos suelos no son capaces de filtrar el agua. Y la poca agua que hay en el suelo no se puede aprovechar porque está contaminada. Como hemos industrializado la producción de alimentos, hemos matado el suelo".

Puso el ejemplo de lo que pasó en Ribera Navarra. Aunque los agricultores allí tienen agua del Ebro, han construido grandes infraestructuras en el norte para llevar agua allí. ¿Por qué? "Por la calidad del agua del Ebro. Deberíamos preguntarnos qué ha pasado con el agua del río y los acuíferos todos estos años; están envenenados".

Aretxabala destacó la situación de los acuíferos de Caparroso. “Hasta hace poco, los agricultores sacaban agua de los pozos de allí, pero ya no pueden. En algunas zonas tienen 300 miligramos de nitratos por litro, y el máximo permitido es de 50”. En su opinión, la macrogranja ganadera que hay allí y los desechos que producen los animales tienen un efecto directo en esto. “La hiperindustrialización del sector primario nos ha llevado a esta situación. Hay que cambiar radicalmente el modelo".

Goñi no niega que haya un problema con las emisiones de nitratos de los fertilizantes y la contaminación de los acuíferos en Navarra, pero cree que van camino de solucionarlo. “Ahora, solo se debe usar el agua necesaria, ni una sola gota de agua más. Una mejor gestión del agua también conducirá a una mejor gestión de los fertilizantes".

Iñaki Antigüedad también está preocupado por ello. Pero, según él, la economía circular o el reciclaje también deben tenerse en cuenta en la gestión del agua. Por ejemplo, el uso del agua que se consume en las ciudades, entre otras cosas, para el riego de terrenos. “Aunque hay algunos problemas tecnológicos para que se pueda afinar, es factible. En Álava hay una experiencia así, limitada, pero está dando resultados. Si no pensamos en la gestión del agua de forma circular, el resto de las palabras quedarán vacías”. 
 
Claves para la buena gestión del agua y los ríos
Con Eva Caballero, Alfredo Ollero y Antonio Aretxabala