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LOS PEORES EFECTOS FUERON EN PARTE DEL PUERTO DE COQUIMBO DEBIDOS AL TSUNAMI (efe) |
Desde el terremoto principal del día 17 de septiembre, con una magnitud de 8,3 ya van más de ochenta réplicas mayores de 4, alguna sobrepasa la magnitud 7. Chile es un país muy familiarizado con las sacudidas de la Tierra, ostenta una larga historia de terremotos destructivos, incluyendo el del 27 de febrero 2010 de 8,8, el sexto más fuerte de nuestra historia. Esta zona de subducción (la placa oceánica se hunde bajo la continental) también recibió la mayor sacudida de la historia conocida por la humanidad: el terremoto de 1960 al sur de Chile que llegó a 9,5. Estos eventos corticales son el resultado de la deformación debida al empuje de hasta 7,4 centímetros al año en esa colisión cuyo efecto más espectacular es la formación de la cordillera andina.
Pero hablar de Chile es también hablar de resiliencia, la capacidad de un cuerpo, un ser vivo, una comunidad…, para sobreponerse, aprender y salir fortalecida tras una catástrofe. Después de que más de 600 kilómetros de territorio chileno fueran afectados por el terremoto de 2010 (8,8) por ejemplo, la capacidad exportadora de Chile logró una rápida recuperación, en tan solo tres meses habían alcanzado los niveles previos a semejante impacto.
Nadie le va a enseñar a Chile, que ha conocido desde siempre los terremotos, cómo se gestionan; los chilenos saben que son impredecibles y que su furia es capaz de arruinarlo todo. Como el 27 de febrero del 2010, en ese aspecto, lo del pasado 17 de septiembre no fue diferente. Viendo la magnitud del terremoto y tsunami podemos afirmar con rotundidad que Chile resistió de forma excelente un impacto más que en otras zonas del planeta hubiera supuesto una catástrofe, el avance en sus estándares sismorresistentes, la calidad de los profesionales que desempeñan esas disciplinas y una población muy preparada y cultivada en esa cultura, son las virtudes que hacen que en Europa sintamos envidia. Lorca y nuestro terremoto de 5,1 aún acarrea secuelas que parecen irrecuperables, han pasado más de cuatro años; l’Aquila con su 5,8 no levanta cabeza, han pasado más de seis, Emilia 6,0 lentamente se reconstruye desde aquellos impactos de 2012.
Aunque estos fenómenos por estas latitudes no pueden alcanzar esas magnitudes, deberemos estar concienciados y preparados de su compañía en nuestra geohistoria y su recurrencia. Dada la repercusión mediática que se desplegó tras el terremoto de Lorca, el colegio de geólogos de España elaboró un sencillo decálogo para minimizar el riesgo sísmico con medidas concretas a realizar por las administraciones públicas. Se envió a todas las instancias gubernamentales, autonómicas y locales de la España sísmica. "Solo obtuvimos respuesta de la Consejería de Presidencia de Murcia para realizar cursos de autoprotección en técnicos municipales y profesorado, pero a día de hoy no se ha concretado nada", explican. Las comunidades que no le dieron importancia a la seguridad sísmica quedan afectadas por años, por décadas, a veces para siempre.
Tan sólo en el siglo XIII sucedió lo que ha pasado entre el XX y lo que llevamos de XXI en nuestras tierras españolas: vivir un devenir sin terremotos destructivos; es el lapso de tiempo más largo de nuestra historia en que estos fenómenos nos han dado una tregua de 134 años, tiempo suficiente para olvidar. Pero la realidad histórica ha sido otra: al menos catorce terremotos destructivos han golpeado nuestra piel de toro en los seis últimos siglos, ninguno en el siglo pasado ni en el presente, ni siquiera Lorca cuenta. Debemos aprovechar los últimos acontecimientos sísmicos para rescatar la memoria y prepararnos, ya somos 46 millones de almas y la amnesia sísmica se sabe que es letal.
1 comentario:
En efecto, Antonio. Conocí hace décadas a un compañero de la empresa, chileno, que estuvo un tiempo aquí de stage. Nos contaba lo de la frazada en la entrada de las casas y una linterna, como cosas mínimas, la reacción rápida de salir a la calle a las primeras vibraciones. y nosotros nos admirábamos. En la inculta España nos reíamos más que escuchar atentamente.
Gracias.
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