En realidad, lo que sucede con el cambio climático antropogénico no son fenómenos de un tipo muy diferente al relacionado con la actividad sísmica de la Tierra.
Con nuestras actividades industriales o geomorfológicas introducimos una serie de variables no poco despreciables que deberían ser tomadas en cuenta por igual.
En 2016 sobrepasamos las 400 ppm de CO2. Nunca más en la vida estaremos ya por debajo de las 400 ppm de CO2, ni nuestros hijos, ni los hijos de nuestros hijos...
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Daniel McNamara, geofísico del USGS
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¡UN CAMBIO QUE YA COMENZÓ!
Cada vez rompemos más récords, cada vez son más violentos y cada vez nos mostramos más indiferentes, da igual que decenas de millones de personas llamen a nuestras puertas o sean engullidos por el mar, muertos bajo los escombros o de hambre en nuestras ciudades de occidente. Creemos que necesitamos su petróleo, su pesca, su uranio, su litio, su gas... Da igual que figuras del calado mediático de Francisco nos adviertan con cientos de alertas. Nos hemos acostumbrado a vivir rodeados de imágenes de violencia, sean éstas largas colas de parados, niños hambrientos en colegios de Madrid, o bajo los escombros en Alepo...
Hasta Francisco pide urgentemente el cambio |
Al introducir en el medio que sustenta y garantiza nuestra propia existencia una serie de acelerados cambios físicos, químicos, morfológios o sociales..., y que siempre tienen respuesta, no podemos seguir mirando a otra parte. Se nos imponen prácticas cuyos resultados nos están asfixiando, envenenado y en definitiva, matando poco a poco, no sólo no se investigan en profundidad para una vez desveladas sopesar su idoneidad, sino que se están incrementando sin ni siquiera imaginar sus consecuencias.
Precisamente el problema es que no nos estamos tomando en serio esas respuestas de un medio natural sometido a mucho estrés. Con las altísimas temperaturas de un septiembre desbocado, me vino a la cabeza entonces el caluroso año de 2012 y su récord de mínimos en el espesor de hielo de Groenlandia, del trasvase de energía de unas zonas a otras del planeta que sobre todo, me produjo tanto sobresalto entonces aquel 2012, las noticias eran muy inquietantes.
Tras el trabajo de Dana Nuccitelli et al. sobre la acumulación de energía en la corteza, océanos y capas de hielo (figura 2) quedé convencido a la sazón, de que más pronto que tarde veríamos lo que pudimos corroborar justo a finales de ese año en cuanto a reacciones telúricas y climáticas excepcionales, tales como los brotes de sismicidad antrópica y climática que tristemente saltaron a la fama, y no por no ser advertidos, El Castor, la Loma de Úbeda, el sur de Pamplona... En 2016 sobrepasamos las 400 ppm de CO2. Nunca más en la vida estaremos ya por debajo de las 400ppm de CO2, ni nuestros hijos, ni los hijos de nuestros hijos... No se trata de echar leña a un creciente fuego ya de por sí demasiado extenso, se trata de identificar por dónde podríamos comenzar a construir algunos cortafuegos. Es una cuestión de habitabilidad, adaptación y gestión de los violentos impactos derivados; para muchas personas una cuestión de supervivencia.
Figura 2. Tierra, Atmósfera y capas de hielo en calentamiento (rojo), de 0-700 metros el calor contenido en el océano (OHC) (azul claro) y entre 700-2.000 metros (azul oscuro). Nuccitelli et al.(2012) , y añadido a la SkS .
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¿UNA BOMBA DE RELOJERÍA?
Sí, así es como se está creando una bomba de relojería global fundamentalmente en los océanos (Nuccitelli et al. 2012) aunque también en la parte sólida y gaseosa. El trabajo de Dana Nuccitelli y sus colaboradores dejó entonces bien claro que esta acumulación de ingentes cantidades de energía iba a tener respuestas violentas en algún momento.
La tendencia ha sido aún más acentuada en estos 4 años, se han batido todos lo récords... En primer lugar lo que hay que hacer es asumirlo, prepararnos para los impactos y repensar nuestro hábitat. Un papel que recae en los científicos, urbanistas, ingenieros y arquitectos, también sobre nuestros dirigentes, pero especialmente sobre toda la población en general. Hay cuestiones pedagógicas que hay que abarcar desde las instituciones, aunque el mensaje no sea de color de rosa la ciudadanía agradece la verdad, ésta se nota, subestimar la ciencia popular es el mayor de los errores de cualquier administración; la historia demuestra el fracaso de los paternalismos.
Desde 2010 más de la población del planeta ya vivimos en ciudades. Nunca antes el planeta vivió algo así, esta nueva experiencia para la vida en en la Tierra coincide con el final de la capacidad de extracción de recusos energéticos fáciles y asequibles. Ya no dispondremos de recursos enegéticos fáciles de obtener para enfrentarnos al monstruo energético que se los ha engullido y seguir manteniéndolo a raya. Los eventos extremos derivados de la cada vez más violenta redistribución de la energía liberada se comen más y más PIB cada año. Mientras los economistas clásicos lo contabilizan como crecimiento, termodinámicamente no son sino costosos parches para volver a estados anteriores a las catástrofes. Es como caer en la casilla de la muerte del juego de la oca y tener que volver a empezar. Se trata de un crecimiento ineconómico.
Y es así como desde la ciencia y no desde la economía, se está poniendo en tela de juicio el modelo económico actual. No hay otro mundo para seguir igual, ni físico, ni como enfoque sobrenatural; este último enfoque es en el que parece confiar una ciencia económica fiel a toda eficiencia, como si existiese alguna actividad económica capaz de crear energía por sí misma. La gran pregunta es cuándo habrá que pagar la factura. Y la factura de la era industrial ya ha vencido.
Debemos ser conscientes: hemos consumido buena parte de la energía solar acumulada durante millones de años en capas profundas del planeta (energía fósil) y en menos de dos siglos la hemos liberado; un regalo que sirvió para apuntalar una civilización tecnológica. Sin esa energía como puntal, hubiera sido inviable. Indirectamente y por varios procesos complejos (físicos, químicos, geológicos, biológicos...) esta energia se ha disipado en la única dirección posible: de disponible a no disponible. Ha ido a parar a la hidrosfera, la litosfera y la atmósfera en forma de calor. El mundo industrial globalizado se ha diseñado y construido a sí mismo una trampa termodinámica por la que se está deslizando...
En general, la economía aún debe hacer frente a la realidad de que la actividad económica está condicionada por las leyes de la termodinámica. La energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma, y lo hace como decimos en una sola dirección: de disponible a no disponible. Es especialmente notorio el impacto cuando los límites físicos para crecer ya se han sobrepasado.
La tendencia ha sido aún más acentuada en estos 4 años, se han batido todos lo récords... En primer lugar lo que hay que hacer es asumirlo, prepararnos para los impactos y repensar nuestro hábitat. Un papel que recae en los científicos, urbanistas, ingenieros y arquitectos, también sobre nuestros dirigentes, pero especialmente sobre toda la población en general. Hay cuestiones pedagógicas que hay que abarcar desde las instituciones, aunque el mensaje no sea de color de rosa la ciudadanía agradece la verdad, ésta se nota, subestimar la ciencia popular es el mayor de los errores de cualquier administración; la historia demuestra el fracaso de los paternalismos.
Desde 2010 más de la población del planeta ya vivimos en ciudades. Nunca antes el planeta vivió algo así, esta nueva experiencia para la vida en en la Tierra coincide con el final de la capacidad de extracción de recusos energéticos fáciles y asequibles. Ya no dispondremos de recursos enegéticos fáciles de obtener para enfrentarnos al monstruo energético que se los ha engullido y seguir manteniéndolo a raya. Los eventos extremos derivados de la cada vez más violenta redistribución de la energía liberada se comen más y más PIB cada año. Mientras los economistas clásicos lo contabilizan como crecimiento, termodinámicamente no son sino costosos parches para volver a estados anteriores a las catástrofes. Es como caer en la casilla de la muerte del juego de la oca y tener que volver a empezar. Se trata de un crecimiento ineconómico.
Y es así como desde la ciencia y no desde la economía, se está poniendo en tela de juicio el modelo económico actual. No hay otro mundo para seguir igual, ni físico, ni como enfoque sobrenatural; este último enfoque es en el que parece confiar una ciencia económica fiel a toda eficiencia, como si existiese alguna actividad económica capaz de crear energía por sí misma. La gran pregunta es cuándo habrá que pagar la factura. Y la factura de la era industrial ya ha vencido.
Debemos ser conscientes: hemos consumido buena parte de la energía solar acumulada durante millones de años en capas profundas del planeta (energía fósil) y en menos de dos siglos la hemos liberado; un regalo que sirvió para apuntalar una civilización tecnológica. Sin esa energía como puntal, hubiera sido inviable. Indirectamente y por varios procesos complejos (físicos, químicos, geológicos, biológicos...) esta energia se ha disipado en la única dirección posible: de disponible a no disponible. Ha ido a parar a la hidrosfera, la litosfera y la atmósfera en forma de calor. El mundo industrial globalizado se ha diseñado y construido a sí mismo una trampa termodinámica por la que se está deslizando...
En general, la economía aún debe hacer frente a la realidad de que la actividad económica está condicionada por las leyes de la termodinámica. La energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma, y lo hace como decimos en una sola dirección: de disponible a no disponible. Es especialmente notorio el impacto cuando los límites físicos para crecer ya se han sobrepasado.
UN PLANETA INTERCONECTADO
Tal acumulación de energía no disponible, supone que los procesos naturales (patrones climáticos, telúricos, sísmicos, volcánicos...) que antes llamábamos "normales" hoy se vean amplificados, simplemente porque están más potentemente catapultados. Como todas las teorías científicas sobre las causas de los sucesos sísmicos, volcánicos o tectónicos, se han concebido desde la idea de que el movimiento espacial de la materia mineral es el único acontecimiento a tener en cuenta, no se ha contado con la variación y acumulación de energía en las capas sólidas, líquidas y gaseosas del planeta, por tanto no es de extrañar que ninguna de ellas hasta ahora, haya resultado realmente satisfactoria, incluso para el pensamiento de orientación más mecanicista.
En realidad, lo que sucede con el cambio climático antropogénico no son fenómenos de un tipo muy diferente al relacionado con la actividad sísmica de la Tierra. Con nuestras actividades industriales o geomorfológicas introducimos una serie de variables no poco despreciables que deberían ser tomadas en cuenta por igual.
El incremento de la sismicidad observado (sometido ahora mismo a una importante y dañina amnesia sísmica) en los últimos años, a la par que el aumento del nivel del mar y la acumulación de energía no disponible por doquier, debiera hacernos reflexionar para repensar nuestra relación de habitabilidad con un medio cada vez más energético e incontrolable, sobre todo tras la menguante capacidad para el manejo de la contraparte energética sí disponible que lo domine o mantenga a raya. Es "LA CRUDA REALIDAD" y nos guste o no, deberemos vivir con ella, mirar a otra parte nos hace (si cabe) cada vez más débiles.
El medio ambiente es a menudo señalado como un patrimonio natural (también social). Pensando de esta manera adoptamos una postura muy moderna, no obstante denota apropiación; nos hemos apropiado de una dinámica que apenas conocemos y menos aún podemos controlar. Aún deberemos demostrar que somos capaces de cambiar una dinámica de sistemas impulsada por nosotros, y que en ocasiones se nos vuelve en contra. Y eso quiere decir demostrar más inteligencia que los organismos unicelulares creciendo y reproduciéndose en un matraz con glucosa, hasta que agotan los recursos, mutan, se alimentan de desechos, se fagocitan y desaparecen.
Las ciencias de la Tierra son vistas cada vez más como una serie de disciplinas que practican científicos cualificados y avezados para dotar a la sociedad de armas eficientes con las que resistir los embates de la Naturaleza, adelantando propuestas efectivas para que el medio humano y la propia Naturaleza no lleguen a destruirse mutuamente; adelantándose también a los acontecimientos desde la idea de que determinados elementos del medio humano, pueden ofrecer resistencia a los efectos negativos de una catástrofe natural o inducida.
El medio ambiente es a menudo señalado como un patrimonio natural (también social). Pensando de esta manera adoptamos una postura muy moderna, no obstante denota apropiación; nos hemos apropiado de una dinámica que apenas conocemos y menos aún podemos controlar. Aún deberemos demostrar que somos capaces de cambiar una dinámica de sistemas impulsada por nosotros, y que en ocasiones se nos vuelve en contra. Y eso quiere decir demostrar más inteligencia que los organismos unicelulares creciendo y reproduciéndose en un matraz con glucosa, hasta que agotan los recursos, mutan, se alimentan de desechos, se fagocitan y desaparecen.
Las ciencias de la Tierra son vistas cada vez más como una serie de disciplinas que practican científicos cualificados y avezados para dotar a la sociedad de armas eficientes con las que resistir los embates de la Naturaleza, adelantando propuestas efectivas para que el medio humano y la propia Naturaleza no lleguen a destruirse mutuamente; adelantándose también a los acontecimientos desde la idea de que determinados elementos del medio humano, pueden ofrecer resistencia a los efectos negativos de una catástrofe natural o inducida.
Decenas de millones de personas ya intentan desplazarse para poder comer, otras, a nuestro alrededor hacen cola en Cáritas, o las cocinas solidarias de todo occidente. Justo ahora despertar a Poseidón es lo que menos necesitábamos.
1 comentario:
Estupenda la manera de expresar la segunda ley. La energía se disipa en la única dirección posible: de disponible a no disponible.
Yo pensaba que la interacción de la biosfera con la litosfera se hacía patente sobre todo en el retardo de los arrastres y depósitos debidos a la erosión gracias a que la vegetación reduce mucho la velocidad de ese proceso.
Con lo de fracking las cosas sí que pueden ir a peor, mucho peor.
Un saludo
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