Cuando me enteré de la noticia ya habíamos quedado en Olite (Navarra). Leopoldo, Manuel Fortea y unos cuantos especialistas más del equipo, todos amantes y trabajadores del patrimonio. Arte y piedra nos rodeaban en el taller de cantería, canteros, trabajadores del taller y de Construcciones Leache, estábamos afrontando nuestro encuentro con otro monumento que ya pedía ayuda: la Torre de San Pedro de Olite. Con sus 52 m de altura, en su largísima historia desde el siglo XIV, ha sido también sacudida por rayos, movimientos sísmicos y el inapelable paso del tiempo, allí le pude transmitir, en ese ambiente medieval y de trabajo de responsabilidad histórica, mi más sincera enhorabuena, mi júbilo y satisfacción por tamaño reconocimiento.
Puedo asegurar que Leopoldo sabe escuchar y hablar con los gremios, con el arte, con el terreno donde se apoyan nuestros tesoros, conoce el canto de las piedras y de las grietas, y además nos lo sabe transmitir. Seguramente ese don sea uno más de los que constituyen su éxito tan poco común en según qué profesionales. Aún me acuerdo de nuestro primer viaje a Roncesvalles, las grietas, un terreno robusto como los sillares de sus construcciones medievales, una atarjea bufa y mucha historia nos dieron una silente bienvenida un día de invierno plateado y blanco.
Me he tomado la libertad de dedicar un artículo con toda la satisfacción de lo que suponen para mí estas cuestiones que atañen a la consideración de nuestro valioso patrimonio, es decir, de nuestro futuro; aún a sabiendas de que son legión (y entre ellos muchos de nuestros dirigentes) los que no comprenden aún que el futuro de España descansa en muy elevada medida en estos tesoros, por eso hoy más que nunca deberíamos reconocer y premiar el amor, el cuidado y la profesionalidad de trato que la gente como Leopoldo les profesa. Es por ello dulce, pero también un poco amargo, que este reconocimiento tenga sus raíces en el otro lado del océano.
Antonio Aretxabala Díez
Foz, Lugo, 22 de julio de 2012
PUBLICADO EN ABC Y VARIOS MEDIOS
1. RONCESVALLES Y EL PASO DEL TIEMPO
El 14 de noviembre de 1923 nuestra bella entrada al itinerario cultural y espiritual más conocido del orbe, el camino de Santiago, fue el epicentro de un terremoto (IV) que no trajo más consecuencias que unas cuantas grietas, muchos sustos, pequeños daños en la monumental villa de Roncesvalles y un par de cerámicas rotas.
Se sumaban así siglos de abandono, deterioro y dejadez a las desamortizaciones, guerras y venganzas que hasta hace bien poco podían cantar sus piedras con la voz de las grietas. Más tarde, los terremotos de Arette de 1967 (5,8) y el de Arudy en 1980 (5,4) añadirán sus diabólicas notas a la dramática sinfonía de aquel Roncesvalles; buena parte del riquísimo patrimonio español aún suena así; incendios, abandonos, seísmos, guerras, ignorancia, esnobismo y especulación instrumentan hasta hoy tan demoníaca herencia.
El 14 de noviembre de 1923 nuestra bella entrada al itinerario cultural y espiritual más conocido del orbe, el camino de Santiago, fue el epicentro de un terremoto (IV) que no trajo más consecuencias que unas cuantas grietas, muchos sustos, pequeños daños en la monumental villa de Roncesvalles y un par de cerámicas rotas.
Se sumaban así siglos de abandono, deterioro y dejadez a las desamortizaciones, guerras y venganzas que hasta hace bien poco podían cantar sus piedras con la voz de las grietas. Más tarde, los terremotos de Arette de 1967 (5,8) y el de Arudy en 1980 (5,4) añadirán sus diabólicas notas a la dramática sinfonía de aquel Roncesvalles; buena parte del riquísimo patrimonio español aún suena así; incendios, abandonos, seísmos, guerras, ignorancia, esnobismo y especulación instrumentan hasta hoy tan demoníaca herencia.
RONCESVALLES
Roncesvalles ha sido siempre la vía de paso obligatoria para entrar en la Península Ibérica. Por Roncesvalles penetraron los celtas, los bárbaros, los godos que se establecieron a lo largo de la cuenca del Duero, también Carlomagno con el más poderoso ejército del siglo VIII camino de Zaragoza donde fue derrotado. En venganza destruyó la capital de los vascones, Pamplona. A su regreso, en los Pirineos, sufrió una emboscada de nativos vascones; con piedras, palos, flechas y dardos acabaron con sus columnas. La Chanson de Roland, escrita en Francia en el XI, canta el desastre, Roncesvalles queda sellada en la tradición espiritual de Occidente.
INTERIOR DE LA REAL COLEGIATA DE SANTA MARÍA DE RONCESVALLES |
En 1789 la revolución acaba con la monarquía y con los principios en los que se habían basado los regímenes europeos. Roncesvalles y sus valles iban a sufrir con intensidad además los avatares de las numerosas guerras. La colegiata no escapó a esas desgracias, que se sumaron a las naturales descritas. “El plano de la colegiata es una réplica del coro de Notre Dame de París. Su crucería de ojivas se inspira en las iglesias de l’Île de France de los años 1170-1180, lo cual pone de manifiesto su relación arquitectónica con el país vecino en los tiempos de mayor auge”, escribió el ilustre profesor húngaro Istvan Frank (1918-1955). La Colegiata se terminó de construir a principios del XIII, y desde entonces sufrió muchas desavenencias, la sismicidad pirenaica, las guerras, el abandono y varios incendios en 1445, 1468 y 1626. A comienzos del siglo XVII, su estado de deterioro y abandono impulsó su reconstrucción, iglesia y claustro se remoldearon con un interior que pasó de gótico a barroco, se salvaron el presbiterio y un tramo de nave precedente.
2. EL GALARDÓN Y EL GALARDONADO
Hoy, en el siglo XXI, tristemente nos tienen que recordar desde muy lejos dónde radica nuestra riqueza. El mecenas norteamericano Richard H. Driehaus con la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Notre Dame de Indiana estableció la creación de un nuevo premio en España con el nombre de Rafael Manzano Martos, ganador en 2010 del premio que lleva el nombre del citado mecenas, el objetivo marcado desde fuera de nuestras fronteras era desde su amor a tanta belleza e historia, defender el patrimonio urbanístico español y la tradición arquitectónica española, ahora en peligro como consecuencia de la alarmante especulación con el territorio y el patrimonio natural e histórico.
2. EL GALARDÓN Y EL GALARDONADO
Hoy, en el siglo XXI, tristemente nos tienen que recordar desde muy lejos dónde radica nuestra riqueza. El mecenas norteamericano Richard H. Driehaus con la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Notre Dame de Indiana estableció la creación de un nuevo premio en España con el nombre de Rafael Manzano Martos, ganador en 2010 del premio que lleva el nombre del citado mecenas, el objetivo marcado desde fuera de nuestras fronteras era desde su amor a tanta belleza e historia, defender el patrimonio urbanístico español y la tradición arquitectónica española, ahora en peligro como consecuencia de la alarmante especulación con el territorio y el patrimonio natural e histórico.
Leopoldo Gil Cornet recibe este primer premio por su trabajo de restauración de la Colegiata de Roncesvalles, de él se ha valorado su contribución profesional al campo de la arquitectura mediante el respeto a los principios clásicos, al respeto por el espíritu ancestral del patrimonio y la herencia y a la integración armónica en sus entornos monumentales, patrimoniales y naturales.
MONUMENTO A LA BATALLA DE RONCESVALLES |
Este premio está considerado como uno de los reconocimientos más importantes del mundo a una trayectoria profesional vinculada a la arquitectura clásica y la restauración respetuosa y fiel. El premio, convocado por The Richard H. Driehaus Charitable Lead Trust y la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Notre Dame (Indiana, Estados Unidos), será entregado el próximo otoño en un acto en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid.
Celebrar estos reconocimientos y aportaciones que nos elevan a todos y que es una apuesta de futuro, enriqueciendo aún más uno de nuestros más emblemáticos patrimonios de la humanidad: El Camino de Santiago, es un honor para todos los españoles, especialmente para quienes hemos compartido con Leopoldo los miedos, las pausas, las admiraciones, y hemos escuchado con estupor el estremecedor canto de las piedras.
RONCESVALLES
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