domingo, 6 de septiembre de 2020

CIENCIA POPULAR Y LOBOS VERDES


Queridos lectores, desde que se aprobó el pasado mayo de 2020 el primer "Mecanismo de Recuperación y Resiliencia" por la UE, con una primera tanda de más de 750.000 millones de euros, de los cuales un 10% podrían acabar en España y entre 450 y 850 millones en Navarra, proliferan las declaraciones políticas e institucionales (también empresariales, por supuesto), de la conversión al mundo ecológico, verde, digital e inclusivo. Estamos viendo en los medios y redes sociales, que dichas declaraciones son, sobre todo, de una buena parte de quienes llevan décadas ridiculizando, obstaculizando e incluso desprestigiando y atacando cualquier iniciativa que suponga reconocer los valores que vienen siendo señalados desde las asociaciones ecologistas, fundaciones que velan por el cuidado del medio que garantiza nuestras vidas o incluso desde la misma sociedad civil.

Es ya la única salida posible a la crisis sistémica en que nos han metido quienes ahora se pintan de verde, pero realmente, como colectivo, nos hemos dejado traer hasta aquí; todo iba bien para nosotros a costa de otros territorios, de otros cuerpos, otras vidas, hasta que nos cargamos a la gallina de los huevos de oro. Y aunque la UE por fin se ha dado cuenta del gravísimo problema que estamos intentando resolver y el tránsito en declive que comenzamos —no sin caer en importantes contradicciones— al menos se ha elegido el único itinerario factible para salir lo menos perjudicados posible. 

Pero para acceder a estos jugosos fondos, que ya son los más ambiciosos jamás aprobados en una sola tanda por Bruselas, cada Estado miembro debe elaborar un “Plan Nacional de Recuperación” coherente con la transición ecológica y digital, haciendo especial mención a planes nacionales de energía y clima, entre los que se destaca la nueva ley de cambio climático todavía en borrador, pero un cambio en nuestras maneras de producción de enorme relevancia, tal y como ya se presentaba cuando a finales de 2019 comenzaron a saltar todas las alarmas. Podemos encontrar un análisis de la situación aquí.

Ahora bien, los lobos verdes no se han dejado esperar y ya están al acecho para pillar "su cacho" y si hace falta pintarse del verde más chillón, ellos van a procurarse la mejor pintura que haya en el mercado, aunque ni comprendan ni les interese lo más mínimo el bien común, sino el de los bolsillos de sus dueños, que para eso les pagan unas migajas si cae la suerte de pillar ese cacho. Cosas como viajes y vacaciones en las zonas nobles de los mejores hoteles de lujo con todo pagado, ya son alicientes importantes para las nuevas generaciones entre las recientes hornadas del outlet político español. 

Ahora son tiempos de crisis y los trepas dispuestos a satisfacer a las grandes empresas sobran, por eso salen mucho más baratos que hace una década, pues las consejerías de las grandes empresas energéticas o de telecomunicaciones que fueron propiedad de todas  y todos, ya están abarrotadas de decrépitos dinosaurios aparcados por los partidos que garantizan la continuidad del Estado del saqueo a las arcas públicas, sean los grandes partidos nacionales o los autonómicos de corte nacionalista. Sus mayores méritos fueron favorecer los flujos de riqueza y capital a alta velocidad española, desde las arcas públicas a las grandes corporaciones transnacionales.

A la sombra de esta desvergonzada actitud que hoy inunda redes sociales y medios de comunicación, mantuve una serie de divertidas conversaciones con Eva y Víctor, de Navarra Digital y me propusieron escribir sobre ello. La gran mayoría de la ciudadanía —aunque los lobos verdes no lo perciban desde sus lujosas guaridas— no se chupa el dedo, y además cuenta con el respaldo de un creciente número de científicos, humanistas y activistas que generosamente dedican su tiempo y talento para la mejora del medio humano y por supuesto, del medio natural que lo sustenta a través de toda la dimensión social. El resultado aquí está y se llama "ciencia popular", la alimentamos constantemente.

Antonio Aretxabala



Ha pasado poco tiempo y muchas cosas desde que el pasado mayo de 2020 se aprobara un primer “Mecanismo de Recuperación y Resiliencia” para intentar sacar adelante a las comunidades más afectadas por la nueva oleada de crisis. Las comisiones de la UE lucharon desde los bandos que en junio y julio nos presentaron como norte y sur, pero las cosas complejas no son simples ni fáciles de simplificar.

Aunque los signos más agudos de recesión y declive son anteriores a la pandemia, esta actuó como un catalizador o acelerador de un efecto anunciado una y mil veces por grupos de científicos, pero, sobre todo, ecologistas. Hay toda una visión integradora de economía, biosfera y geología con una solera de décadas que al desarrollismo más recalcitrante nunca le gustó y ridiculizó; todo lo que llevase “eco” era objeto de burla o les producía sarpullidos, excepto si era economía (sobre todo la suya), obvio; pero aquellos avezados científicos dieron en el clavo.

La recuperación será verde y social o no será

Hoy no nos queda más remedio que pasar por el aro ecologista si no queremos que la pobreza y la exclusión, con la concentración de riqueza en unas pocas grandes corporaciones, acabe de verdad con cualquier cosa parecida a la última organización social que hemos conocido e incluso con la vida. La iniciativa europea de momento cuenta con cerca de 750.000 millones de euros, la mayor cantidad jamás vista para planes de recuperación por la UE. Unos 75.000 millones podrían ir destinados a España en forma de ayuda no reembolsable si nuestro “Plan Nacional de Recuperación” es coherente con la transición ecológica.

A este proceso de reverdecimiento se le ha llamado Green Deal Europa, incluso con apellidos locales. El nuestro es el flamante Green Deal Navarra. El director general de Acción Exterior del Gobierno de Navarra, ha comentado que implementar el Green Deal será́ “indispensable” para acceder a los fondos de recuperación. En un abrir y cerrar de ojos hemos presenciado en los medios de comunicación cómo brotan las secciones y facciones verdes, social verdes con mucho, muchísimo y megamuchísimo compromiso ecologista desde dentro de las organizaciones políticas de toda la vida de Dios.

¿Capitalismo verde?

El proceso de maquillaje del denominado capitalismo verde es más viejo que ellas. Nada nuevo inventan. Podríamos definir este ancestral movimiento como la capacidad de hacer negocio con lo previamente destruido. Por eso, ese genialmente llamado capitalismo verde también necesita de la destrucción, concretamente de los ecosistemas y al mismo tiempo la desposesión de las comunidades y la desafección en un cierto orden que parecía consolidado. ¡Cuanto peor mejor!

Así las mismas empresas y sus verdugos políticos que hundieron a las clases medias, arrojaron a capas enteras de población a la ruina y endeudaron a las familias, asumieron que sus beneficios eran compatibles con la ruina de los suelos, la muerte de los ríos, apostaron por urbanismos buldócer, sustituyeron las fértiles llanuras de inundación que dieron de comer a los vecinos por vulnerables boulevards y grandes superficies comerciales, infraestructuras insostenibles y elitistas, algunas abandonadas y en casos concretos bombas de relojería para miles de personas. Que pregunten en Sangüesa. Y mejor no seguir…

Un camino trazado desde la sabiduría. Sigámoslo

Pero volvamos al problema universal. Vista la contrariedad global del declive innegociable de recursos geológicos, que son los que realmente apuntalaban nuestra última organización social, especialmente poniendo la mirada en los minerales, los productos energéticos y los indeseables efectos secundarios derivados de su extracción desmedida, el deterioro de nuestra salud, el calentamiento global, la aniquilación de las atávicas barreras biológicas para virus y bacterias, el cambio climático, etc., nacieron los 17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible (los 17 ODS) el 25 de septiembre de 2015.

Los líderes mundiales adoptaron un conjunto de objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible. Cada objetivo tiene metas específicas que debían alcanzarse en los siguientes 15 años (por eso se denominó Agenda 2015-2030 o simplemente Agenda 2030). Disponemos de casi una década para alcanzar estas metas, todo el mundo tiene que hacer su parte: los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil organizada. Realmente se nos va la vida en ello.

Desde entonces la UE viene articulando directivas, dictámenes, incentivos fiscales, leyes, etc., encaminados a favorecer la consecución de los mismos. El más amplio es el Dictamen SC/048 “Nuevos Modelos Económicos Sostenibles” del Consejo Económico y Social Europeo (CESE) que sienta las bases para afrontar los desafíos sociales, medioambientales, políticos y empresariales que se plantean en la UE. El Gobierno de España y el Gobierno de Navarra, buscan la asociación con entidades y ciudadanía para la implantación real de este cambio de paradigma.

Sin perder la perspectiva global, toda administración territorial debe resolver por este camino las cuestiones fundamentales del presente momento de cambio histórico: el agotamiento de los recursos naturales, el cambio climático, las desigualdades sociales y la desafección política ciudadana. Entre sus exigencias a los gobiernos, destacan los impulsos a la economía circular, de cercanía, colaborativa, fomentando el abandono definitivo del modelo económico basado en el patrón “extraer, producir, poseer y desechar” en favor de una economía basada en “la justicia social, la gobernanza participativa, la conservación de los recursos y del capital natural”.

La ciencia está en las calles, señorías

La ciudadanía desarrolla un sexto sentido y una responsabilidad sin precedentes entre tanto caos informativo. Cada vez en menor medida traga con ruedas de molino. No, señoras y señores dirigentes, el Dictamen SC/048 o los 17 ODS de la ONU no son cursos de maquillaje, usurpación y uso de la pintura verde. Hay más ciencia en la calle que en las instituciones, no menosprecien la sabiduría popular, pues ésta está diseñada desde cosmovisiones que han perdurado a través de los tiempos en armonía con la naturaleza y las propias sociedades por pura supervivencia.

Incluso cuando la alta tecnología y la rotura de la relación circular con el medio que garantiza nuestra existencia irrumpieron, la mayoría de las comunidades que supieron sopesar y balancear un aprovechamiento humano y comunitario, cuidaron y defendieron sus patrimonios por el bien común al que el SC/048 y os ODS apuntan hoy. Hoy los lobos lo miran con voracidad tras haber acabado con casi todo. Eso sí, no se engañen ustedes mismos señores lobos, que ni pintados de verde dan el pego.

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