PUBLICADO EN LE MONDE:
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Queridas y queridos lectores, desde la frialdad de los análisis científicos tras cada catástrofe, sirvan las presentes reflexiones para, lo primero, enviar toda nuestra solidaridad y apoyo a los familiares de las personas que han dejado la vida tras las inundaciones de Valencia, Castilla-La Mancha y Andalucía, así como a todas las personas afectadas. Y segundo, reflexionar sobre lo ocurrido para no volver a caer en los mismos errores, no sólo en esas comunidades, pues cualquiera podemos vernos inmersos en una situación similar, sino en todas las que vamos aprendiendo e interiorizando que muchas de las fórmulas de control del pasado ya no funcionan, pues ahora vivimos en otro planeta.
La retirada estratégica surge una vez más como la única solución, por radical (de raíz), que ataja el problema y que, con Sandrine Morel, comentamos al final de la entrevista en Le Monde. Muchos Estados de los que llamamos avanzados, como algunos de los EE.UU. o de Europa, entre los que se encuentra su país, Francia, ya han puesto en marcha compensaciones y políticas de retirada estratégica, y no como una derrota, sino como la mejor herramienta para garantizar el bienestar y la tranquilidad de sus comunidades, retirándonos de aquellas áreas que conquistamos de manera irreflexiva e irracional por favorecer intereses especulativos, exponiendo a miles de personas a amenazas cada vez más violentas. Incluso aquí en Navarra, tímidamente comenzamos a comprender que devolver al río su territorio es la única solución para garantizar la seguridad ante la oleada de eventos extremos que tan solo acaba de comenzar.
Paz y Bien
Antonio Aretxabala
Pamplona, 31 de octubre de 2024
Inundaciones en Valencia, España: el calentamiento del Mediterráneo es dinamita
El aumento de las temperaturas del mar Mediterráneo y la urbanización generalizada de las zonas inundables de la Comunidad Valenciana explican la magnitud de los daños causados por el episodio de “gota fría” o DANA registrado en la Comunidad Valenciana el martes 29 de octubre, según Antonio Aretxabala, doctor en geología de la Universidad de Zaragoza y experto en catástrofes naturales.
Las lluvias torrenciales y las inundaciones no son nada nuevo en el sureste español, pero parecen cada vez más destructivas.
La temperatura del mar Mediterráneo sigue aumentando debido al calentamiento global. Este verano volvió a batir récords. Por tanto, la atmósfera es más cálida y está llena de vapor de agua. Sin embargo, cuando el viento del Levante, procedente del Mediterráneo, cálido y húmedo, se encuentra con una depresión aislada de aire frío procedente de gran altura, una lengua de aire frío procedente del Polo Norte, como ocurrió el martes, se denomina DANA o “gota fría”, esto provoca lluvias torrenciales. Un fenómeno meteorológico tanto más extremo cuanto que el aire se carga con millones de toneladas de agua debido al aumento de las temperaturas. Así, en los alrededores de Valencia, durante más de ocho horas, cayeron cerca de 500 litros por metro cuadrado, lo que lo hace excepcional por su intensidad. Esto corresponde a un año de lluvias normales en el noreste de España.
Francia y Europa central también han experimentado importantes inundaciones en las últimas semanas. ¿Estamos hablando del mismo fenómeno?
En todos estos casos, el calentamiento del Mediterráneo es dinamita. Cuanto más aumentan las temperaturas, más vapor de agua se llena la atmósfera. Y cuanto más pequeña es la diferencia de energía entre el Polo Norte y el Ecuador, más corrientes de aire frío tienden a separarse, deambular, ondularse y llegar cada vez más al sur. Estos fenómenos meteorológicos extremos seguirán aumentando porque estamos viviendo las consecuencias reales del cambio climático.
Al mismo tiempo, venimos de una situación de grave sequía prolongada en la ribera mediterránea española. ¿Existe un vínculo entre estos dos fenómenos?
De la misma manera que las lenguas de aire frío se mueven cada vez más al sur, las masas de aire cálido se mueven cada vez más al norte. Con el cambio climático, cada vez hay más episodios extremos: las sequías son más largas, las precipitaciones son más violentas. Es una especie de caos climático y eso no es ninguna sorpresa. Los científicos llevamos 30 años dando la alarma.
Los daños en Valencia son especialmente graves. ¿Cómo lo explicas?
España es el país con más presas en relación a su superficie. Esto creó una falsa sensación de seguridad, en torno a la idea de que podríamos controlar las inundaciones, absorber el exceso de lluvia y verterlo gradualmente en los canales de descarga, sin riesgo. Desde los años 50 y 60 construimos en zonas inundables, muy cercanas a los ríos, y vertimos hormigón en todas direcciones, lo que provocó la pérdida de permeabilidad del suelo. En la región de Valencia, en particular, las llanuras aluviales han estado muy urbanizadas. Sin embargo, presas y ramblas (canales naturales de evacuación de cursos de agua) no son suficientes para hacer frente a caudales como el que hemos visto estos días.
En su opinión, es probable que este tipo de episodios se repitan...
Sí. De hecho, sólo hay una solución, la retirada estratégica: compensar a las personas que viven en estas zonas inundables y encontrarles alojamiento en otro lugar, para corregir los errores que cometimos en el pasado. No se trata de pensar que hemos perdido la guerra contra la naturaleza, como algunos la presentan, sino de buscar una forma de vivir en simbiosis con ella. Esto requiere tiempo y dinero, pero si no queremos seguir perdiendo vidas y gastando millones de euros sin parar en reconstruir lo destruido, no hay otra solución...
En Radio Euskadi Inundaciones. El calentamiento del Mediterráneo es dinamita