sábado, 16 de noviembre de 2024

LA PROTECCIÓN EN NAVARRA FRENTE A EVENTOS EXTREMOS Y EL PRECIO DE LA INACCIÓN

Queridas y queridos lectores, Pablo Álvarez es un ciudadano sangüesino que ha desarrollado su vida profesional en Reino Unido y actualmente en Luxemburgo en el ámbito del urbanismo y la logística; parte de su carrera se ha centrado también en investigar dinámicas de evacuación ante fenómenos extremos o catástrofes. Es Doctor Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y ha sido la única persona que ha publicado en revistas científicas y técnicas a nivel internacional sobre el problema de las inestabilidades de las presas (vieja y nueva) de Yesa en cuanto a los protocolos y planes de evacuación de Sangüesa, su ciudad. Recomiendo, por ejemplo, esta: Using microsimulation software to model large-scale evacuation scenarios. The case of Sangüesa and the Yesa dam collapse (Álvarez, P. Alonso, V., 2018).
 
Tras el impacto que vivimos —y del que aún no nos hemos despertado— con las dos DANAS sucedidas en apenas quince días en el área mediterránea, especialmente al sur de Valencia, Pablo propuso escribir juntos un pequeño artículo divulgativo en relación a la protección en Navarra en general y en su ciudad en particular, por el especial riesgo y exposición a que está sometida la población aguas abajo del río Aragón desde la inestable obra de recrecimiento de Yesa. Los propios afectados enviaron una nota de prensa a los medios denunciando esta observación que ya no puede pasar desapercibida entre nuestros dirigentes.
 
Desde septiembre de 2022 supimos que el Gobierno de Navarra había recibido 17 meses antes —en abril de 2021— un informe que dejaba claro que la población sería sometida a más riesgo y más exposición al contemplar el seguir adelante con las obras de recrecimiento desde el conocido estado de inestabilidad previamente negado de manera sistemática y que por fin, tras dos décadas, era reconocido, aunque en lo que atañe a la seguridad de la vida de miles de personas de nada sirvió. Entonces ya se había cuadruplicado el presupuesto de partida. La obra, que comenzó en aquel planeta de 2001 y debió estar terminada en 2006, finalmente no tiene fecha de entrega, aunque la ex-presidenta y el nuevo presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) ya han apuntado que ni siquiera será posible en 2027. Desde 2023 la obra permanece parada a la espera de un cuarto modificado aprobado en febrero de 2016.

En la siguiente entrevista, en la Brújula de Onda Cero con Aitor Plaza, se resume ese estado de inestabilidad y cómo se fue labrando la idea de exponer a más riesgo a la población para favorecer el beneficio económico con la continuidad de una obra que, se mire por donde se mire, es un fracaso anunciado. Algo que ya denunciamos en los momentos posteriores a la primera DANA que impactó en el sur de Valencia.
 
Las obras de Yesa en La Brújula de Onda Cero
 
La obra de Yesa ha supuesto la ruina, expropiación forzosa y demolición de dos urbanizaciones entre 2013 y 2020, no se ha frenado el movimiento de la ladera derecha que alcanzó hasta 30 cm/mes en 2013, el factor de seguridad global es inadmisiblemente bajo, la cimentación de la vieja presa ha sido levantada en su estribo norte, los aliviaderos afectados deben ser reconstruidos en alguna zona no afectada por el deslizamiento principal  y Sangüesa, la ciudad de Pablo, vive bajo esta amenaza continua sin haber desarrollado ni evaluado un protocolo o un plan de evacuación funcional. Pero Sangüesa y Yesa también han entrado —prácticamente sin darse cuenta, como todos los países del mundo y en especial los de la Europa más influenciada por el calentamiento del Mediterráneo—, en este nuevo planeta.

Paz y Bien
Antonio Aretxabala
Los trágicos eventos recientes de la DANA en Valencia son una llamada de atención ineludible: las catástrofes naturales no son sólo teoría y estadística, sino una realidad que afecta nuestras vidas y deja una estela de dolor a su paso. Las lluvias torrenciales en la región han dejado pérdidas humanas irreparables, han afectado a cientos de miles de personas y han generado daños económicos millonarios. Nos solidarizamos profundamente con las familias y víctimas afectadas por esta desgracia. Este tipo de eventos nos demuestra que fenómenos que alguna vez consideramos extraordinarios son cada vez más frecuentes y devastadores.

Parte de la causa radica en el cambio climático, que exacerba la intensidad y frecuencia de estos fenómenos. Pero el problema no termina ahí: simplemente, no estamos preparados. Nuestra falta de una planificación urbana adecuada también es responsable. Durante décadas, se han diseñado asentamientos en zonas inundables o áreas vulnerables, sin sopesar correctamente los riesgos para las personas y sus hogares. Hemos construido viviendas, infraestructuras y zonas industriales en lugares frágiles —junto a ríos, aguas abajo de presas o en laderas volcánicas— ignorando el papel esencial de una planificación que respete los límites de la naturaleza. Debemos ser conscientes de algo fundamental: el planeta para el que fueron creadas nuestras políticas y normativas actuales ya no existe. Hoy enfrentamos un mundo transformado, con desafíos climáticos y riesgos naturales que exigen respuestas nuevas y urgentes.

Incluso cuando se consideran los riesgos naturales en la planificación, esto no basta. Tener un plan de evacuación o respuesta ante emergencias no es suficiente si se queda en el papel: debe implementarse, revisarse, actualizarse, comunicarse regularmente a la población y ensayarse con simulacros. La eficacia de estos planes radica no solo en su diseño, sino también en su capacidad de adaptación y en la preparación de la comunidad para activarlos cuando sea necesario, porque la práctica de la protección es una actividad tanto individual como colectiva. En este sentido, la dejadez de los responsables políticos se hace evidente.

Podríamos discutir sobre si la gente de las zonas afectadas por la DANA sabía que existía un riesgo real, si se les había formado y preparado para actuar ante una emergencia, si la coordinación entre organismos fue la correcta, o si el sistema de alertas funcionó de forma eficiente, pero esto es algo que los responsables políticos tendrán que aclarar a su debido tiempo, haciendo un análisis a posteriori para saber cómo pueden mejorarse los mecanismos existentes para evitar que esto ocurra de nuevo.

No hace falta mirar solo a Valencia y la reciente catástrofe de la DANA para entender la urgencia de actuar. Aquí mismo, en Navarra, tenemos ejemplos claros de la necesidad de reforzar nuestra resiliencia urbana y un caso en particular que se muestra desatendido de manera preocupante. La ciudad de Sangüesa, situada junto al río Aragón y aguas abajo de la presa de Yesa, lleva décadas bajo la sombra de un riesgo latente. El recrecimiento de la presa sigue siendo un tema polémico debido a los riesgos geológicos que implica y, por ende, a la amenaza potencial para la población aguas abajo tras la evacuación, expropiación forzosa y demolición de dos urbanizaciones.

Ante esta situación, el Ayuntamiento de Sangüesa ha tomado importantes medidas preventivas. En 2014, se elaboró el Plan de Actuación Municipal ante el Riesgo de Inundaciones de Sangüesa-Zangoza (PAMRIS) como primera estrategia para definir acciones frente a posibles inundaciones. En 2017, se creó la "Hoja de Ruta hacia el Plan de Evacuación de Sangüesa-Zangoza (PES)", un documento técnico diseñado para detallar los pasos necesarios hacia la implantación de un plan de evacuación en caso de una rotura de la presa de Yesa. Gracias a estos esfuerzos, en 2022 el PES fue homologado por la Comisión de Protección Civil del Gobierno de Navarra, consolidando una respuesta organizada ante emergencias. Además, en 2020, el Ayuntamiento instaló un sistema de sirenas de alerta con una subvención del Gobierno de Navarra, garantizando que la población pueda estar informada y avisada para actuar en caso de emergencia.

Estas acciones demuestran el compromiso de las autoridades locales con la resiliencia de Sangüesa y la protección de sus habitantes, pero la respuesta no debería quedarse en la redacción de un plan. El riesgo es real y se debe avanzar hacia una implementación completa, constante y dinámica que involucre a toda la población. En el caso de Sangüesa, desde la presentación del PES a la población a principios de 2023, no se han llevado a cabo las medidas restantes señaladas en la Hoja de Ruta para la correcta implementación del PES. El grupo de trabajo, creado en su momento para redactar e implementar el Plan, no se ha vuelto a reunir. Tampoco se ha revisado la adecuación de los planes de evacuación de edificios vulnerables conforme al PES. No ha habido nuevas iniciativas formativas ni informativas (como folletos o charlas), ni se han realizado simulacros, ya sean parciales o totales. Además, falta un mecanismo para actualizar y revisar el PES regularmente, en coordinación con otros planes y mecanismos autonómicos, lo cual es fundamental para convertirlo en un documento vivo que evolucione junto a las necesidades de la ciudad.

No deberíamos esperar a que las tragedias sucedan para tomar medidas. La historia y los recientes eventos de la DANA en Valencia y otras localidades tanto mediterráneas como centroeuropeas, aún muy recientes, nos recuerdan que los planes de evacuación no pueden quedarse en un cajón. De lo contrario, cuando llegue el momento de utilizarlos, todos los esfuerzos invertidos se volverán inútiles: un plan desactualizado, vecinos sin saber qué hacer ni dónde ir, y sistemas de alerta que fallan en el momento crítico. La educación de la población es crucial, pues no sólo ayuda a reducir el riesgo, sino que crea una cultura que salva vidas. Y la preparación, si no se mantiene activa y funcional, corre el riesgo de convertirse en una falsa seguridad que solo agrava la situación.

Debemos tomar esta llamada de atención de la naturaleza como una oportunidad para abrir los ojos y actuar. Podemos tener planes técnicos impecables, sistemas de alerta eficaces, infraestructuras adaptadas a los riesgos naturales, planes de evacuación detallados, pero si después no existe voluntad política para mantenerlos, revisarlos e implementarlos, todo ese esfuerzo no servirá de nada. Es esencial que la gestión de riesgos sea una prioridad constante, no solo un compromiso puntual tras cada desastre. ¿Estamos dispuestos a invertir en planificación, prevención y resiliencia o dejaremos que la tragedia sea nuevamente nuestra única maestra?

Antonio Aretxabala
Doctor en Geología y experto en catástrofes naturales

Pablo Álvarez
Doctor Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y experto en urbanismo

jueves, 31 de octubre de 2024

INUNDACIONES EN VALENCIA, ESPAÑA: EL CALENTAMIENTO DEL MEDITERRÁNEO ES DINAMITA

 

PUBLICADO EN LE MONDE: 

EN FRANCÉS, EN INGLÉS, EN EUSKERA


Queridas y queridos lectores, desde la frialdad de los análisis científicos tras cada catástrofe, sirvan las presentes reflexiones para, lo primero, enviar toda nuestra solidaridad y apoyo a los familiares de las personas que han dejado la vida tras las inundaciones de Valencia, Castilla-La Mancha y Andalucía, así como a todas las personas afectadas. Y segundo, reflexionar sobre lo ocurrido para no volver a caer en los mismos errores, no sólo en esas comunidades, pues cualquiera podemos vernos inmersos en una situación similar, sino en todas las que vamos aprendiendo e interiorizando que muchas de las fórmulas de control del pasado ya no funcionan, pues ahora vivimos en otro planeta.

La retirada estratégica surge una vez más como la única solución, por radical (de raíz), que ataja el problema y que, con Sandrine Morel, comentamos al final de la entrevista en Le Monde. Muchos Estados de los que llamamos avanzados, como algunos de los EE.UU. o de Europa, entre los que se encuentra su país, Francia, ya han puesto en marcha compensaciones y políticas de retirada estratégica, y no como una derrota, sino como la mejor herramienta para garantizar el bienestar y la tranquilidad de sus comunidades, retirándonos de aquellas áreas que conquistamos de manera irreflexiva e irracional por favorecer intereses especulativos, exponiendo a miles de personas a amenazas cada vez más violentas. Incluso aquí en Navarra, tímidamente comenzamos a comprender que devolver al río su territorio es la única solución para garantizar la seguridad ante la oleada de eventos extremos que tan solo acaba de comenzar.

Paz y Bien

Antonio Aretxabala

Pamplona, 31 de octubre de 2024

Inundaciones en Valencia, España: el calentamiento del Mediterráneo es dinamita

El aumento de las temperaturas del mar Mediterráneo y la urbanización generalizada de las zonas inundables de la Comunidad Valenciana explican la magnitud de los daños causados ​​por el episodio de “gota fría” o DANA registrado en la Comunidad Valenciana el martes 29 de octubre, según Antonio Aretxabala, doctor en geología de la Universidad de Zaragoza y experto en catástrofes naturales.

Las lluvias torrenciales y las inundaciones no son nada nuevo en el sureste español, pero parecen cada vez más destructivas.

La temperatura del mar Mediterráneo sigue aumentando debido al calentamiento global. Este verano volvió a batir récords. Por tanto, la atmósfera es más cálida y está llena de vapor de agua. Sin embargo, cuando el viento del Levante, procedente del Mediterráneo, cálido y húmedo, se encuentra con una depresión aislada de aire frío procedente de gran altura, una lengua de aire frío procedente del Polo Norte, como ocurrió el martes, se denomina DANA o “gota fría”, esto provoca lluvias torrenciales. Un fenómeno meteorológico tanto más extremo cuanto que el aire se carga con millones de toneladas de agua debido al aumento de las temperaturas. Así, en los alrededores de Valencia, durante más de ocho horas, cayeron cerca de 500 litros por metro cuadrado, lo que lo hace excepcional por su intensidad. Esto corresponde a un año de lluvias normales en el noreste de España.

Francia y Europa central también han experimentado importantes inundaciones en las últimas semanas. ¿Estamos hablando del mismo fenómeno?

En todos estos casos, el calentamiento del Mediterráneo es dinamita. Cuanto más aumentan las temperaturas, más vapor de agua se llena la atmósfera. Y cuanto más pequeña es la diferencia de energía entre el Polo Norte y el Ecuador, más corrientes de aire frío tienden a separarse, deambular, ondularse y llegar cada vez más al sur. Estos fenómenos meteorológicos extremos seguirán aumentando porque estamos viviendo las consecuencias reales del cambio climático.

Al mismo tiempo, venimos de una situación de grave sequía prolongada en la ribera mediterránea española. ¿Existe un vínculo entre estos dos fenómenos?

De la misma manera que las lenguas de aire frío se mueven cada vez más al sur, las masas de aire cálido se mueven cada vez más al norte. Con el cambio climático, cada vez hay más episodios extremos: las sequías son más largas, las precipitaciones son más violentas. Es una especie de caos climático y eso no es ninguna sorpresa. Los científicos llevamos 30 años dando la alarma.

Los daños en Valencia son especialmente graves. ¿Cómo lo explicas?

España es el país con más presas en relación a su superficie. Esto creó una falsa sensación de seguridad, en torno a la idea de que podríamos controlar las inundaciones, absorber el exceso de lluvia y verterlo gradualmente en los canales de descarga, sin riesgo. Desde los años 50 y 60 construimos en zonas inundables, muy cercanas a los ríos, y vertimos hormigón en todas direcciones, lo que provocó la pérdida de permeabilidad del suelo. En la región de Valencia, en particular, las llanuras aluviales han estado muy urbanizadas. Sin embargo, presas y ramblas (canales naturales de evacuación de cursos de agua) no son suficientes para hacer frente a caudales como el que hemos visto estos días.

En su opinión, es probable que este tipo de episodios se repitan...

Sí. De hecho, sólo hay una solución, la retirada estratégica: compensar a las personas que viven en estas zonas inundables y encontrarles alojamiento en otro lugar, para corregir los errores que cometimos en el pasado. No se trata de pensar que hemos perdido la guerra contra la naturaleza, como algunos la presentan, sino de buscar una forma de vivir en simbiosis con ella. Esto requiere tiempo y dinero, pero si no queremos seguir perdiendo vidas y gastando millones de euros sin parar en reconstruir lo destruido, no hay otra solución...  

Sandrine MOREL

Portada del sábado 2 de noviembre de 2024

 En Radio Euskadi Inundaciones. El calentamiento del Mediterráneo es dinamita

DANAS: Reconstrucción, impacto climático, mala urbanización y exceso de confianza
 

miércoles, 2 de octubre de 2024

ESTUDIOS SOBRE EL ANTROPOCENO, CON EVA CABALLERO Y ALEJANDRO CEARRETA

 

 
Queridas y queridos lectores, dado que ya hemos sobrepasado seis limites de los nueve investigados que pueden provocar una catástrofe global, el sistema Tierra no será seguro si no es también justo. Es la aportación menos tenida en cuenta por el ecosistema político-empresarial de este final del capitalismo fosilista en declive irreversible e innegociable.
 
La justicia entre los seres humanos, con el resto de los seres vivos, con las futuras generaciones, sería el primer paso para poder transitar hacia un futuro que, sin poder enderezar ya muchos de los puntos superados (y si ponemos buen empeño, podemos superar los nueve límites o puntos de no retorno), podría garantizar un tránsito basado en la paz porque considera la propia vida por encima del beneficio económico y el crecimiento del PIB. Parámetro que ya puede ser definido como una medida de la destrucción de las bases que garantizan la vida y de la desposesión de las comunidades.
 
Ya no queda ni un solo lugar en el mundo donde no haya llegado algún contaminante persistente. Hubo lugares que tuvieron que ser abandonados al convertirlos en áreas invivibles. Algunos de ellos inspiraron itinerarios para revertir esta tendencia suicida, como los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) o Agenda 2015-2030, pero pasado el ecuador de 2023, vemos que no sólo no se revirtió, sino que el problema se extiende y amplifica. Las guerras por los recursos se intensifican y la dispersión de partículas tóxicas y contaminantes va tomando nuevos vehículos de expansión, como ríos, plantas, animales y nuestros propios cuerpos.

La explosión casi simultánea de huellas antrópicas en todas las regiones a partir de la década de 1950 no se observa en muestras de los estratos anteriores a los de mediados del siglo XX. Aunque se rechazó el Antropoceno como unidad de tiempo geológico el pasado mes de marzo, vale la pena señalar que, a diferencia de los estratos anteriores del Holoceno (última era caracterizada por un clima y dinámicas geológicas, químicas y biológicas estables que favorecieron la civilización), la rápida proliferación de desechos con sus huellas antropogénicas en todas las regiones del globo sólo puede reconocerse en los estratos posteriores a la década de 1950. El repunte del plutonio, por ejemplo, es una señal estratigráfica apropiada para indicar el inicio de una época diferente al Holoceno. Pero algo así asusta a quienes deben reconocer que aquellas dinámicas estables ya no gobiernan solas.

Además, las explosiones anómalas y sincrónicas de huellas antrópicas en todo el mundo en la década de 1950, y los posteriores eventos geológicamente irreversibles y sin precedentes, representan fenómenos que no podrían haber ocurrido en condiciones del Holoceno, donde los impactos humanos no fueron dominantes en el sistema Tierra. Esto sugiere que las influencias humanas comenzaron a rivalizar con muchas fuerzas naturales que impulsaban los procesos y ciclos perturbando buena parte de la estructura y el funcionamiento del sistema terrestre en la década de 1950. Estas observaciones recogidas en el reciente trabajo Toward defining the Anthropocene onset using a rapid increase in anthropogenic fingerprints in global geological archives (Kuwae, M. et al. 2024) se alinean con las investigadas por Crutzen y Steffen (2000, 2004) como el inicio de una época distinta del Holoceno.
 
Paz y Bien
Antonio Aretxabala
Pamplona, 2 de octubre de 2024
 
 
¿Cuándo la dinámica estable del Holoceno dejó de ser dominante?
 
Uno de los problemas pendientes con respecto al Antropoceno es la falta de evidencia estratigráfica que indique cuándo la presión humana acumulada desde principios del Holoceno comenzó a cambiar fundamentalmente el sistema terrestre. En este vídeo extraído del programa de La Mecánica del Caracol de Radio Euskadi, Eva Caballero, Alejandro Cearreta y Antonio Aretxabala, que participaron el pasado abril en una jornada sobre la calificación de la nueva era geológica organizada por el Colegio de Geólogos del País Vasco, debaten sobre la posibilidad de adjudicarle una fecha de inicio y por qué los estudios más esmerados y escrupulosos indican como fecha destacable el año 1952.
 
Estudios sobre el Antropoceno.
Eva Caballero, Alejandro Cearreta y Antonio Aretxabala.
Radio Euskadi
 
 
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