lunes, 15 de mayo de 2017

A LA MEMORIA DE JAVIER BADA



Queridos lectores, el sector de la construcción en España y en especial toda la sociedad de Navarra, dedicamos un recuerdo especial a quien aportó con tanta generosidad, grandes dosis de inteligencia, innovación y personalidad a los procesos y a la manera de construir y edificar. Cada vez que un edificio nos acoge, un puente o una calle nos sustentan, hay mucho trabajo avalando su garantía de uso, su durabilidad y resistencia. Javier, una de esas mentes privilegiadas cuya voluntad ya se ha desligado del devenir del tiempo, continúa conduciendo y refrendando también nuestra protección. 


A LA MEMORIA DE JAVIER BADA

Nos ha dejado una gran persona, un gran amigo, un gran profesional que impulsó los mayores estándares de calidad en la construcción navarra. No hay empresa del sector, cantera, cerámica, central de hormigón o de estructuras que no conociese a Francisco Javier Bada, entregado en más de veinte años a la labor de mejorar continuamente los materiales de construcción, los elementos de la edificación y hasta a las personas que los tocamos. Él siempre nos enseñó desde la más desinteresada humildad y sabiduría. Son incontables los barrios y las calles de toda Navarra, de norte a sur y de este a oeste, tras los que su rúbrica certifica el estado óptimo de cualquier material que nos cobije.

Tuve la suerte de compartir con él esos más de veinte años en la labor de velar por la calidad y los estándares más avanzados de la construcción desde lo que fue el Laboratorio de Edificación de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra. Él era el director, ingeniero industrial, y como tal era fiel a su capacidad para crear, diseñar y hacer funcionar todo tipo de inventos y artilugios que ayudasen en las labores de investigación que demandaba el sector, pero sobre todo era un compañero entrañable, siempre dispuesto a compartir, animar cada propuesta y darle forma. Me pregunto cuántas garantías de vigor y solidez salidas de su ingenio avalan y apuntalan las miles de construcciones que supervisamos desde aquel Laboratorio y hoy acogen a tantas personas. El pasado 10 de marzo cuando Pamplona recibía un latigazo de aceleración de 0,16g en forma de sacudida sísmica, hablamos de cómo los materiales, que conocíamos bien, habían sentido cosquillas a pesar de haberse cuadruplicado las expectativas de la norma de construcción sismorresistente para la comarca de Pamplona. Algo muy bueno había aportado Javier al sector, sin duda.

Aún recuerdo las horas y días que dedicamos nuestros primeros años en optimizar la resistencia de los hormigones de nuestros edificios entre cálculo y cálculo y ensayo y ensayo, hasta dar con las fórmulas más precisas. Las canteras de la Sierra de Alaiz ponían la caliza, las empresas constructoras los cementos, el acero. La numerosa mano de obra del sector de la construcción esculpió con todos aquellos recursos geológicos, desde los huecos que hoy vemos en Alaiz, nuestros nuevos barrios, viales, centros de ocio, deportivos, de la salud, y muchas de nuestras casas. Mendillorri, San Jorge, Buztintxurri, Gorraiz, Sarriguren, Cizur…, salieron de allí. Navarra como primera referencia europea y mundial de calidad constructiva le debe mucho.

En 2013 dejó el Laboratorio para ocuparse de la dirección del servicio de mantenimiento de la universidad. Hace cerca de un año le descubrieron una grave dolencia, la que hoy se lo ha llevado. Apenas hace unas horas tuvo tiempo para charlar y enviarnos mensajes a quienes compartimos tantos años con él. Parece como si quisiera despedirse a su manera, como quien no quiere la cosa, así de repente como tantas veces. Personalmente me dirigió unas palabras tan afectuosas y entrañables por un reconocimiento profesional personal, que se emocionó, algo sospeché, pero no le di más importancia, así era él. Sin embargo consiguió hacer brotar unas lágrimas de mis ojos al describir la alegría que estaría viviendo mi madre desde el cielo al que él ya se dirigía; se lo dije desde la confianza, la admiración y el respeto que siempre le profesé: “Cabrón me has hecho llorar” y me respondió: “Es muy sano, eso nos hace más hombres. Y en estos tiempos que corren hacen falta hombres de verdad. Además a nuestra edad qué nos importa que se nos escape una lágrima”. Nos despedimos con un abrazo, un par de chistes y mucha paz, la que le deseo allá donde se encuentre. ¡Un enorme abrazo director! 

Antonio Aretxabala
Pamplona, 12 de mayo de 2017

OBITUARIO, 13 DE MAYO DE 2017 EN DIARIO DE NOTICIAS DE NAVARRA


1 comentario:

Maripaz dijo...

Antonio, que emotivo recuerdo para un buen amigo. También tú me has emocionado a mi con estas entrañables palabras dedicadas a su memoria. Eso te honra, Antonio.
Muy bonito.
Además como voy a ir a vivir a Zizur y soy un poco miedica respecto a los movimientos sísmicos, me quedo más tranquila con lo que cuentas de su profesionalidad...jejeje.
Un fuerte abrazo.