martes, 12 de mayo de 2020

SISMICIDAD EN ASTURIAS: DESDE LA EDAD DE BRONCE, EL REY PELAYO, TIRSO DE AVILÉS Y RECONCO, HASTA LA MONITORIZACIÓN DE LA FALLA DE VENTANIELLA



MAPA GEOLÓGICO DE ASTURIAS
La geología de Asturias a través de las Topografías Médicas
M. Gutiérrez Claverol y J. C. García-Ramos
 Museo del Jurásico de Asturias


Aparte del recorrido histórico e instrumental aquí mostrado, cabe destacar que prácticamente todo el territorio de Asturias presenta de vez en cuando temblores que pueden ser más o menos percibidos.

Si bien en el occidente asturiano son más frecuentes e intensos los eventos sísmicos, además hay que sumar los que de vez en cuando se producen frente a la costa y que alguna vez han sido sentidos.

De momento el mayor terremoto registrado en la era científica e instrumental se dio en Teverga en 1950 con una magnitud de 4,7 y una intensidad de VI. El más destructivo se vivió en Avilés en 1522 con destrucción parcial de algunos edificios que aún hoy existen.

Al igual que otras áreas del norte peninsular, los impactos sísmicos más destacables en Asturias han venido de fuera, siendo el más violento el del terremoto de Lisboa de 1755. Es Avilés, posiblemente por su configuración geológica y la disposición comunicativa de varias individualidades, el mejor laboratorio geohistórico asturiano.


1. Sismicidad histórica en Asturias

Asturias no es una zona de sismicidad relevante en la Península Ibérica, sin embargo en la historia ha habido varios impactos con origen en el territorio, aunque los de mayor intensidad han venido siempre desde fuera de la región. El más potente, al igual que en otras zonas de España, Marruecos y Portugal fue el terremoto de Lisboa (M8,8) de 1755 que acabó con la vida de casi 100.000 personas tras el interminable temblor de varios minutos, el siguiente tsunami que impactó en las costas del que se tiene crónica en Avilés, y los posteriores incendios, pillajes, etc. Durante el siglo XIX se dieron varios episodios sísmicos en Cudillero y Gijón. Sin embargo los estudios arqueológicos e históricos nos ponen en la pista de sucesos geohistóricos relacionados con la sismicidad que le dan a Asturias un carácter peculiar de un gran valor científico y cultural.

La Fundación Parque Histórico de Navia recoge en su página web un hecho llamativo al respecto. El poblado del castro de Chao Samartín (Grandas de Salime), un recinto fortificado que data de la Edad del Bronce, entre novecientos y ochocientos años antes de Cristo, se mantuvo habitado hasta el siglo II después de Cristo, cuando fue abandonado por los romanos tras un terremoto que lo dejó en ruinas, aunque posteriormente, entre los siglos IX y X de esta era volvió a ser ocupado y utilizado como necrópolis. Se trataría del primer caso de sismicidad vivida por los primitivos astures estudiada por la arqueología.

Existen difusas recopilaciones de un suceso sísmico que afectó a Cangas de Onís en el año 718, fecha que coincide con la proclamación de Pelayo como primer rey de la monarquía asturiana, varios acontecimientos entre batallas en las que el suceso sísmico aparece en varias ocasiones con grandes derrumbes de rocas, marcaron destinos providenciales que favorecieron ciertas victorias épicas.

Mucho más cerca en el tiempo los terremotos más sentidos y que en algunos casos provocaron miedo en la población fueron en 1915 en Xinestaza, en el concejo de Tineo con un temblor que alcanzó una intensidad de VI. En 1938 el terremoto de Arredondo M5 en Cantabria en plena guerra civil, tuvo un impacto que se refleja en la prensa, sobre todo se sintió con fuerza en la zona oriental asturiana, en la zona epicentral alcanzó intensidad VII. En 1950 el más enérgico conocido alcanzó una intensidad VI en la escala de Mercalli, fue un terremoto de magnitud 4,6 que se vivió con bastante desazón aquel día 4 de abril. De momento es el mayor terremoto registrado en Asturias en la era instrumental.

Durante el siglo XX los terremotos gallegos del triángulo lucense se vivieron con fuerza notable, no sólo en Asturias, también en toda Galicia, Cantabria, Zamora, León y norte de Portugal. Todo comenzó el 15 de abril de 1994 con lo que luego se conocería como la serie lucense, con un terremoto M4,2 con epicentro en los límites de Galicia y Asturias. Se sintió con fuerza desde Vegadeo a Nava. La alarma fue noticia en los periódicos locales y durante varios días tema de conversación entre los ciudadanos de Oviedo, Avilés, Mieres, Pola de Allande y otras localidades asturianas. El 30 de noviembre de 1995 Asturias volvió recibir un buen susto con el terremoto M4,7 con epicentro en Triacastela (Lugo). Hubo escenas de pánico y fue portada de diarios y telediarios.

Sin embargo lo más impactante estaba por llegar. A las dos menos diez de la madrugada del 22 de mayo de 1997 Asturias vivió el mayor terremoto del siglo XX que haya impactado dentro de su territorio. Fue un terremoto M5,3 con epicentro en la comarca de Becerreá (Lugo) al que siguieron más de 100 réplicas. Se sintió en todo el noroeste español y norte de Portugal, provocó gran alarma desde Vigo hasta Santander. En Galicia hubo una víctima mortal, varios heridos y bastantes daños materiales. En Avilés mucha gente salió a las calles asustada.

2. El testimonio de Tirso de Avilés y Hevia

Pero mucho antes de la época científica, tanto cualitativa y descriptiva como instrumental, Asturias tuvo la suerte de haber disfrutado de unos cronistas que con gran detalle describieron terremotos cuyo impacto supera lo comentado anteriormente. Tal es el caso por ejemplo del terremoto del miércoles día 25 de junio de 1522 recogido por el cronista y canónigo de la Catedral de Oviedo Tirso de Avilés, en su obra "Armas y linajes de Asturias y antigüedades del Principado", escrita hacia 1590: 

Figura 1. Tirso de Avilés y Hevia. Crónica: «Miércoles veinte y cinco días del mes de junio, año de mil quinientos veinte y dos tembló la tierra en esta ciudad (Oviedo), estando aquí el Capítulo de los frailes de San Francisco (...) Así mismo fue general este terremoto de temblar la tierra en todo este Principado e Reyno, e cayó en este terremoto mucha parte del monasterio de San Francisco de Avilés, que es de la Orden de San Francisco, e fue general en muchas partes de España, e cayeron muchos edificios». Foto: todocolección.

Figura 2. Vista frontal del antiguo monasterio de San Francisco de Avilés, hoy Iglesia de San Nicolás de Bari o San Francisco que quedó dañada tras el terremoto de Avilés de 1522 según la crónica de Tirso de Avilés y Hevia.

Figura 3. La villa de Avilés hacia mediados del siglo XIV. Puede verse en la parte de abajo a la izquierda el antiguo convento con la iglesia de San Francisco, fuera de las casi desaparecidas murallas.

3. "Reconco", el terremoto de Lisboa y otras sacudidas

En España, el siglo XVIII fue especialmente desapacible por excepcional a causa de la conjunción de alteraciones climáticas, varias catástrofes naturales, entre ellas terremotos, lluvias torrenciales, tormentas, inundaciones y conflictos sociales... El 1 de noviembre de 1755 se produjo el más devastador terremoto vivido de momento por la Europa histórica. Es el conocido como terremoto de Lisboa. Tuvo una enorme repercusión en Portugal, España y el noroeste de África. No hay un rincón de la península que no tenga crónicas de lo sucedido aquel día y los posteriores.

Sobre cómo afrontamos los europeos este tipo de acontecimientos recomiendo echar una mirada a este artículo de carácter histórico con respecto a estos fenómenos naturales que escribí para varios medios. En este otro artículo, también de carácter histórico, se puede ver cómo la España de ultramar fue pionera en la estructuración de un urbanismo y un trazado acorde con la violencia de estos fenómenos naturales y cómo Europa fue adoptando la experiencia española a sus territorios, también un vídeo que recrea el terremoto de Lisboa y el posterior tsunami.

Entre los grandes cronistas asturianos y también uno de los más detallistas, está Francisco Fernández Reconco, conocido como "Reconco, el escribano del número de la villa de Avilés, sus concejos y jurisdicción". Una especie de bloguero de la época que dejó testimonios impagables de cómo se vivieron los acontecimientos de entonces. Reconco fue testigo de excepción desde Avilés de ese terrible momento que estremeció a toda Europa, del cambio en el régimen hídrico subterráneo y de la retirada de la mar, el repentino tren de olas del tsunami y nuevamente la retirada de la marea posterior; pero también describió lo que sucedió con respecto a otros fenómenos naturales que acompañan a la vehemencia de esos eventos, como el comportamiento de monjas, curas y frailes. Describe desde Avilés algo que recogió en su crónica privada de sucesos ocurridos entre los años 1750 y 1781. Parte de su narración de aquellos momentos dice:
«En el día de Todos Santos de este año de 1755 que nuestra Madre la Iglesia celebra de precepto, estando el día muy claro, sosegado en calma y sin vientos, siendo entre diez y once de la mañana, se reconoció un temblor de tierra en esta villa, y después por noticias que vinieron fue general en todo el mundo... En cuya ocasión, yo, Francisco Reconco, estando en la plaza mayor de esta villa, frente a la torre del reloj de ella, no siendo horas de dar campanadas, y con el motivo de este temblor, le oí dar siete campanadas chicas. Y de allí a una hora y media vi que los caños de esta villa, con el motivo de remudarse la tierra en su centro, se puso el agua por espacio de más de cinco horas más revuelta y turbia que el barro colorado, pues algunos decían que era sangre. Muchos vecinos de esta villa se salieron de sus casas, juzgando que caían sobre ellos, dando voces. En cuya ocasión estaba la ría vacía del todo, y en el pozo, junto a la puente, se levantó o vino del mar alta un golfo de agua que obligó a flotar los navíos que allí estaban y se dieron unos con otros y dentro de un cuarto de hora volvió a quedarse en seco toda la ría».
Lisboa, mañana del 1 de noviembre de 1755

Reconco escribió sobre lo sucedido el día 31 de marzo de 1761, para entonces, como también escribe, los frailes y las monjas salían asustados de los conventos, el miedo recorría toda Europa tras lo sucedido el día de difuntos de 1755, no sólo Avilés lo mantuvo en la memoria. La amnesia sísmica tardó muchos años en implantarse:
«Y a cosa de las doce y cuarto del día, a tiempo que estaba claro y sin vientos hubo un temblor de tierra bien reconocido en esta villa, y en España y Portugal, como después lo decían las cartas de muchos particulares, pero bendito Dios no hizo en este país ningún estrago. Y en el día 5 de abril de este año, salió en procesión y rogativa el Santísimo Cristo de San Nicolás y Nuestra Señora del Rosario, pidiendo todos, con mucha devoción, suspendiese tales castigos con que nos amenaza y avisa para que nos enmendemos de nuestros vicios. Y le suplicamos nos deje vivir y morir en su divina gracia».
También unos meses después:
«El día 18 del mes de febrero de este año de 1762 siendo las siete de la noche, y estando el tiempo en calma, se reconoció en esta villa y en otras varias partes, un temblor de tierra que muchos vecinos salieron de sus casas para la calle dando voces, temerosos si las casas se caían, pero bendito Dios no sucedió ningún agravio en gentes ni en las casas».
Avilés es una zona habitada y urbanizada en la que una parte de la villa se encuentra sobre terrenos de los denominados blandos. En estos lugares, al igual que como vimos en el singular y peculiar caso de San Sebastián, aunque con diferentes posibles mecanismos, las ondas sísmicas se amplifican (como los flanes sobre una mesa vibrante en contraposición a un objeto pétreo) y quizás por eso las mejores crónicas históricas nos han venido de la villa.  Como ya vimos en el caso de Sangüesa y los terremotos olvidados de la Canal de  Berdún, estos fenómenos conllevaban la organización de rogativas de índole religiosa ante el pánico producido, su origen se achacaba al mal comportamiento y los pecados humanos.

Figura 4. Vista de la ría de Avilés a finales del siglo XIX, principios del XX.

4. La Falla de Ventaniella

En algún sitio del mar frente a las costas de Galicia donde se registra una sismicidad constante, hasta algún otro lugar cercano a Burgos, unos 400 km, un accidente tectónico deja de cuando en cuando su rastro de movimientos y sacudidas generalmente leves y bastante espaciadas en el tiempo. Puede ser la responsable de lo que describen las crónicas arqueológicas, luego épicas, más recientemente Tirso de Avilés, Reconco, la amplia hemeroteca y hoy los modernos dispositivos, sismógrafos y estaciones móviles que la Universidad de Oviedo y Geocantábrica han estudiado con detalle.

Figura 5. Arriba la falla de Ventaniella (en rojo) en la zona emergida hasta Avilés y los principales terremotos estudiados (puntos) para este proyecto realizado entre 2015 y 2017 por el grupo Geocantábrica y la Universidad de Oviedo. Abajo: Asturias vista desde el norte con la plataforma continental y el talud mostrando el Cañón de Avilés ligado geomorfológicamente a la Falla de Ventaniella (en rojo) en su parte submarina. 

La falla de Ventaniella se encuentra a una profundidad de unos 20 kilómetros, nace frente a las costas de la frontera entre Galicia y Asturias, unos 150 kilómetros mar adentro. Pasa por Avilés, Nava, El Campu, el embalse de Riañu, el norte de León y Palencia y posiblemente llegue hasta la zona norte de Burgos. Hasta ahora el mayor proyecto de estudio de la falla es el GRUPIN14-044 promovido por el Gobierno del Principado de Asturias. El equipo investigador estuvo integrado por Carlos López‐Fernández, Gabriela Fernández‐Viejo, Javier Olona y Sergio Llana‐Fúnez.

En concreto, Carlos López-Fernández, profesor titular del Departamento de Geología, explica que “Asturias es una región de bajo peligro sísmico, pero esto lo podemos afirmar solo a partir de estos estudios y de momento hay muy pocos. Queda mucho por hacer. Creemos que el mayor terremoto que se puede dar debería rondar una magnitud 5, aunque son poco probables. El occidente asturiano es mucho más sísmico que el oriente (que apenas lo es). Precisamente la falla de Ventaniella actúa como límite de la sismicidad occidental asturiana. Definir el peligro o riesgo sísmico es fundamental para diseñar las casas, puentes, túneles, etcétera”.

5. Terremotos significativos en Asturias

Aparte del recorrido histórico e instrumental cabe destacar que prácticamente todo el territorio presenta de vez en cuando temblores que pueden ser más o menos percibidos, si bien en el occidente son más frecuentes e intensos, además hay que sumar los que de vez en cuando se producen frente a la costa. Los terremotos más significactivos se dieron en Tineo (1909 y 1915), Cangas del Narcea (1930, 1991, 1994, 1997, 1998 y 2001), Teverga (1950), San Antolín de Ibias (1974 y 1995), Beleño (1975), Pola de Laviana (1975), Arriondas (1976), Cangas de Onís (1976), Colunga (1983), mar Cantábrico (1989), norte de Cabo Vidio (1989), puerto de Ventaniella (1989), Pola de Somiedo (1991), Covadonga (1992), Sobrescobio (1993), Campo Caso (1993 y 2010), Villayón (1994) y Taramundi (1994). Durante o que va de siglo XXI ha habido algunos terremotos en Mieres (2001) y Vegadeo (2008 y 2011). Las magnitudes medias se sitúan en torno a los tres grados y las profundidades a las que se producen van de 0 a 22 km, con una profundidad focal media de unos 9 km.

LISTA DE LOS TERREMOTOS MÁS RELEVANTES OCURRIDOS EN ASTURIAS

Figura 6. Mapa de fallas y focos sísmicos en el NO de la Península Ibérica. Una de las aplicaciones directas del conocimiento de la sismicidad de una región es la estimación de la peligrosidad sísmica en la zona, siendo el conocimiento de su pasado sísmico uno de los principales aspectos a considerar. Fuente: colección "ITINERARIOS POR LA NATURALEZA. La costa occidental asturiana". Universidad de Oviedo. ISBN: 978-84-691-2370-6.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente artículo. Muy, muy interesante lectura sobre la sismicidad en Asturias.