sábado, 15 de enero de 2022

INUNDACIONES. TRES DINÁMICAS QUE SE VOLVIERON INVISIBLES DE LA MANO DE LOS COMBUSTIBLES FÓSILES

Inundaciones en el Ebro en diciembre de 2021. Foto: Iñako Redín Arrasate.

Queridas lectoras y lectores, especialmente si vivís cerca de un río es posible que esto os interese, varios ayuntamientos navarros han anunciado que van a estudiar posibles "actuaciones a acometer contra las crecidas de los ríos" que cada vez les inundan de manera más frecuente e intensa (ver figura 2). Desde el consistorio pamplonés, por ejemplo, asumen que serán necesarias “algunas intervenciones en vía pública y la revisión del protocolo de actuación” (figura 1).
 
Esta manera de abarcar un problema cada vez mayor —que nos ha traído desde 2019 al menos tres víctimas mortales en Navarra, la declaración de varias áreas como zonas catastróficas y millones de euros en pérdidas, no solo ahora, sino sobre las obras acometidas anteriormente para el mismo propósito— muestra que no acabamos de asumir en toda su plenitud que “las inundaciones son fenómenos naturales inevitables” como nos dicen los expertos y la Directiva Marco del Agua (DMA, 2007, CE) desde la Comunidad Europea en su primera parte en el Dictamen 2007/60/CE sobre inundaciones.

Figura 1. Noticia de 20M del 12/12/2021
 
No podemos acometer nada contra ellas, por mucho que nos empeñemos. Esta mentalidad de confrontación o guerra contra las dinámicas naturales es objeto de análisis en la última parte del artículo, pues se trata de una anomalía histórica en la forma de entender y relacionarnos con la naturaleza, nacida de otra anomalía: la introducción de un excedente de energía no renovable que alcanzó prácticamente el 90%.
 
Así se rompió el círculo que siempre se renovaba, volviendo invisibles tres dinámicas que nuestros abuelos ni siquiera se plantearon, pues nos precedían: la del ciclo de la vida fluvial, la del equilibrio subterráneo esculpido por los propios ríos y la de la apropiación de las riberas, que se deslizó con el ansia especulativa de la mano de un despliegue energético fósil sin precedentes ahora en declive. 
 
Durante la última parte de la gran aceleración, este exceso de energía concentrada, versátil y barata fue el motor que modificó el medio natural desde la osadía constructiva y el lucro, pero apenas ha conseguido mantener a raya la vehemencia de los elementos a los que decidió exponerse. Lo que sí podemos hacer ahora es adaptarnos a una dinámica que supera todas nuestras aspiraciones de control y actuar de manera coordinada e inteligente. El resto serán más catástrofes, más vidas perdidas y más despilfarro de recursos públicos para empeorar la situación. Vamos allá...
 
La mirada holística, los ríos y la primera dinámica invisible: la vida

En la visión global, que integra cuenca y clima, juegan un papel esencial los suelos con sus usos y características. Los cambios debidos a la agricultura, la ganadería o la urbanización influyen en la adaptación de la vegetación al cambio del clima, pero lo hacen tanto como las decisiones tomadas en ordenación territorial. Y es que, la dinámica de los ríos no es como el de unas simples tuberías pasivas (hay que limpiar los ríos = hay que limpiar las tuberías). 
 
Durante el itinerario aguas abajo, los ríos transforman los materiales geológicos y biológicos que transportan, así como las mezclas de ambos en forma de coloides. Se acumulan en los seres vivos, en los sedimentos, se transforman en gases como el dióxido de carbono (CO2) y el metano (CH4). Uno de los principales materiales que provienen de los ecosistemas terrestres y llegan a los ríos es la materia orgánica, hojas, ramas, restos animales, ricos en carbono, son el alimento indispensable para organismos fluviales, como bacterias, algas, líquenes u hongos.
 
Los ríos, especialmente los arroyos pequeños, son sistemas que regulan ecosistemas y clima con reacciones biogeoquímicas invisibles al ojo humano, pero de una magnitud impresionante, una enorme capacidad de transformación de la materia orgánica que juega un papel clave en el ciclo de carbono y en nuestra alimentación y salud. Las poblaciones de especies de agua dulce ya han disminuido en un 83% en promedio desde 1970 (WWF-Anheuser-Busch InBev, 2019).
 
Las represas y los embalses que ha construido el ser humano, ya sea para producir energía eléctrica, almacenar agua potable, para agricultura y ganadería intensivas totalmente petróleo-dependientes, son responsables directas o indirectas de esa pérdida de biodiversidad y de la emisión de 1.000 millones de toneladas de gases contaminantes cada año, en especial metano (en un 80%) por descomposición de la materia orgánica que aportan los ríos a los embalses (Bridget R. Deemer et al. 2016); un gas, el metano, unas 34 veces más potente que el CO2 como gas de efecto invernadero. Los planes de gestión del riesgo de inundación deben centrarse en la prevención, la protección y la preparación desde una visión de caudales naturales que integran el clima, la biodiversidad y el uso del territorio.

Todo esto deben llevarlo las administraciones, empresa y ciudadanos a la pedagogía y a una nueva cultura del agua con su correspondiente nueva modelización hidrogeológica. Las visiones emergentes distinguen los caudales climáticos, cuyos cambios están relacionados solo con cambios del clima, de los caudales naturales, donde además del clima se integran los usos del suelo por parte de las comunidades humanas. En las últimas siete décadas se aprecia la tendencia generalizada al descenso de caudales en todas las estaciones anuales, bastante más significativa en la cuenca del Ebro en otoño e invierno. Si consideramos los últimos 40 años se nota aún más, además los caudales en momentos de riada están aumentando (figura 2).

Figura 2. Incremento de caudales en las crecidas medidas en Castejón por la CHE desde 1997. Destacamos las últimas con apenas un mes de diferencia: las del 11 de diciembre de 2021 y  las del 11 de enero de 2022 con pasos de 2.502 y 1.522 toneladas de agua por segundo respectivamente, añadidas por el autor a la gráfica de la CHE. Gestión de las avenidas en el tramo medio del Ebro. Ebro Resilience. René Gómez, 2020.

Para evitar los daños de estas crecidas que, como muestran los datos son cada vez más habituales (figura 2), distintas agrupaciones de agricultores e incluso políticos como el alcalde de Tudela, Alejandro Toquero, el presidente de UPN, Javier Esparza, el presidente de Aragón Javier Lambán o la expresidenta de Navarra, Uxue Barkos, han exigido a la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) "la limpieza del río, sus márgenes y sus fondos", refiriéndose no a la retirada de neumáticos, chatarra, nitratos, etc., sino al dragado de fondos y vegetación de ribera que, según indican "reduciría los daños" (ver cuaquiera de los vídeos con intervenciones en medios al final del artículo y la figura 6).

Esta afirmación es absurda y ha sido comprobada desde el ámbito científico como una mera superstición. Se trata de una "medida placebo", según Alfredo Ollero, profesor de Geografía y Ordenación del Territorio en la Universidad de Zaragoza y uno de los mayores expertos en dinámica fluvial y cauces del mundo, especialmente del Ebro. Retirar electrodomésticos y basura que los humanos vertemos a los ríos está bien y puede ayudar en algo, pero excavar en el río, como piden, para bajar el fondo, no sirve de nada y además dañas el ecosistema y el curso fluvial.

"La “limpieza” es una actuación destructiva del cauce que no sirve para reducir los riesgos de inundación y que puede originar graves consecuencias tanto en el medio natural como en los usos humanos del espacio fluvial. Es necesaria una labor continua de concienciación y educación para conseguir que las sociedades ribereñas renuncien a este tipo de acciones y promuevan mecanismos alternativos de gestión y convivencia con el riesgo". Por qué NO hay que limpiar los ríos. (A. Ollero 2013).

La Directiva Marco del Agua (DMA, 2007, CE) pone el acento a que los Estados den más espacio a los ríos (figuras 4, 5 y 6), teniendo en consideración el mantenimiento y el restablecimiento de las llanuras aluviales, así como medidas para prevenir y reducir los daños a la salud humana, el medio ambiente, el patrimonio cultural y la actividad económica a largo y no a corto plazo. Estos planes de gestión del riesgo de inundación deben ser revisados periódicamente y en caso de necesidad actualizarse, teniendo en cuenta las repercusiones del cambio climático en la incidencia de inundaciones.

El principio de solidaridad (DMA 2007, CE) adquiere así un papel protagonista en la gestión del riesgo de inundación, quedando rechazadas las actuaciones locales que lo único que hacen es derivar el problema aguas abajo en la falsa creencia de poder acometer acciones “contra” las inundaciones en un determinado tramo en perjuicio de las comunidades a las que habitualmente se les encañona un caudal que, en cuanto pueda, se expandirá e inundará lo primero que encuentre, sean huertas, granjas, polideportivos, zonas residenciales o bosques de ribera (podemos intentar disminuir el problema en la Rochapea pasándolo a San Jorge).
 
En consideración a esas comunidades, debe animarse a los Estados miembros a buscar una distribución justa de responsabilidades, cuando se decidan conjuntamente medidas para el beneficio común y no parcial, en lo referente a la gestión del riesgo de inundación a lo largo de todo el curso del río (DMA, 2007, CE).

Las consecuencias de no haber comprendido el principio de solidaridad siguen siendo nefastas porque el auzolan no consigue entrar en las mentes esculpidas y formadas en el mundo de constante expansión y crecimiento que ya no existe, fueron moldeadas con la modernidad industrial, un mundo encaminado a la inapelable descomplejización que vivimos, fenómeno social que incluso provoca un rechazo irracional y violento.

Efectos secundarios, iatrogenias y la segunda dinámica invisible: inundaciones freáticas prolongadas

Al recrecer las defensas (cada vez más altas), se comprime el flujo y se inyecta agua con más presión en las capas subterráneas (figura 3). Así la crecida se expande mucho antes hacia los laterales por debajo del suelo (la grava cuaternaria es el terreno más permeable) que en superficie. De este fenómeno geológico se ha pasado a la equivocada interpretación de que "cada vez con menos caudal se llega más alto porque el río está sucio".

Dice Alfredo Ollero: "Esto no se debe a la supuesta elevación del cauce, sino al hecho constatado de que se inundan terrenos muy alejados del cauce por la presión del agua desde el nivel freático" (A. Ollero, 2013). Recordemos que la permeabilidad de las vegas es alta y que la permeabilidad es un parámetro que se mide en longitud/tiempo como cm/s, es decir, se trata de una velocidad. Nos enfrentamos así a uno de los diversos problemas derivados de la regulación: cuanto más lenta sea la crecida (dado que es regulada con los embalses para evitar picos, dilatando ésta en el tiempo) el proceso durará más, tal y como vimos del 9 al 19 de diciembre de 2021 desde Eugui hasta Tudela o desde Ullibarri-Gamboa hasta Tudela.

En los grandes ríos como el Ebro ya se juega tanto con la gestión y optimización del desembalse en cada subcuenca, que las crecidas no son en absoluto fenómenos naturales y están muy alejadas del equilibrio geomorfológico, especialmente subterráneo y por lo tanto invisible, que el propio río diseñó. Para evitar que coincidan las puntas de cada uno de los afluentes se termina generando una crecida con el menor pico posible, pero como vemos en la figura 2 esto es cada vez más frecuente y de mayor magnitud en toneladas de agua por segundo que atraviesan una determinada sección de río.

Figura 3. Incremento de inundaciones freáticas bajo enclaves humanos (urbanos, agrícolas, ganaderos, deportivos...) al aumentar la presión de agua en un cauce comprimido o encañonado de manera artificial y manteniendo durante días, con las laminaciones, niveles de columna de agua que el río no diseñó en su autoconstrucción equilibrada. 

Es verdad que las laminaciones son una manera efectiva con la que se evitan ciertos daños en poblaciones, pero como consecuencia, el proceso se dilata mucho más en el tiempo con varios días de paso de altos caudales, algo que, desafortunadamente es bastante más perjudicial para la agricultura y satura las zonas freáticas en mucha más extensión, como ya vimos en 2013. Conclusión: a más altas defensas, mayores daños en las inundaciones extraordinarias que se producirán de manera innegociable y cada vez con más frecuencia, los más perjudicados serán los agricultores.

Estas crecidas, ahora más lentas que antaño, recargan los acuíferos de los depósitos aluviales (la parte del río que no vemos, pero ahí está siempre, debajo de las casas y huertos) con mayor presión y tiempo (figura 3). Generan inundaciones freáticas cada vez más frecuentes y con mayor expansión. Fue a partir de la devastadora crecida de 1961 cuando proliferaron las motas o diques para proteger zonas de cultivo. Lo que es necesario es revisar los retornos en el tiempo en el que los ríos vuelven a inundar su llanura aluvial, pues ya está claro que hay una fuerte distorsión entre la teoría y los impactos reales, las pérdidas humanas y económicas (figura 7).

Revisión de retornos, combustibles fósiles y la tercera dinámica invisible: el declive energético

El problema de las inundaciones, en este marco de incremento de las frecuencias y magnitud de los daños, con la gestión del agua en la era del declive energético y el cambio climático, ha abierto un importante debate internacional que nos ha llevado a que varias universidades integren el tema desde puntos de vista interdisciplinares.

En 2017 el Geoforo por una Nueva Cultura de la Tierra con la Fundación Nueva Cultura del Agua organizó un ciclo abierto en la Universidad de Zaragoza al que vinieron personas de la administración. En 2018 se abarcó en el ciclo “Hablemos sobre Energía: Energía y Agua, interdependencia en la era del descenso energético y el cambio climático” organizado por la Universidad de Burgos a la que también acudieron representantes públicos a participar con nosotros.
 
En estos intercambios de conocimiento entre quienes estudiamos de cerca los problemas y quienes toman las decisiones, quedamos gratamente sorprendidos por cosas que ni nos habíamos imaginado, en primer lugar por nuestro compromiso de diálogo y especialmente por el carácter especulativo desde el que las grandes empresas —que buscan beneficios a corto plazo— presionan a las instituciones, algo de lo que no se habla habitualmente; entonces nos agradecieron nuestra sinceridad al compartir conocimientos y reflexiones que calificaron de "muy valiosos".
 
Participamos en muchas más, pero lo que queda claro es que la pedagogía sobre estos temas salva vidas, ahorra recursos públicos y nos abre los ojos, a nuestros dirigentes y a las personas del ámbito científico y técnico, y sobre todo muestra las dificultades que se nos imponen a quienes lo comunicamos sin edulcorar (figuras 5 y 6). Toda iniciativa en este sentido es poca. 

El problema de los retornos actuales de las inundaciones se ha venido tratando de forma probabilística, pero con poca o ninguna revisión sobre los planes urbanísticos tras cada evento calificado de "histórico" una y otra vez (figura 7). Por ejemplo, en el caso del Ebro a su paso por la Comunidad Foral, está estimado que las inundaciones se producirían, en algunas zonas de las afectadas, en un periodo de entre 50 y 100 años, según el IDENA (Infraestructura de Datos Espaciales de Navarra), cuando en lo que va de siglo XXI ya se han registrado ocho, de las que destacan tres especialmente (2003, 2013 y 2021).
 
Otro ejemplo, en el meandro de la Rochapea, el río Arga presenta un caudal natural que ya se calificó en 2018 por el Ayuntamiento de Pamplona con un cero en el informe encargado ese año que, como punto de partida, serviría para la redacción y ejecución de un plan integral de convivencia con el río Arga; se trata de un área que daba de comer a la vieja Iruña y se urbanizó con la llegada del siglo XXI.
 
Las motas, diques y elevaciones con rellenos, como en el Parque Runa, además de las soluciones urbanísticas como las muy avanzadas en las viviendas de VPO de la Plaza de Pompeyo, no solucionan el problema para los casos extraordinarios (según el informe, en la casi totalidad de los casos estudiados los empeoran), funcionando relativamente bien para períodos de retorno entre 10 y 50 años (figuras 4 y 7).

Otra de las recomendaciones y quizás la más sorprendente de aquel informe de 2018 era la falta de "definición del territorio fluvial" poniendo de manifiesto que, "uno de los grandes beneficios de devolver al río una parte de su espacio, redunda en una disminución de los efectos dañinos de las avenidas" (página 53, 'Resiliencia y gestión del riesgo del espacio fluvial de Pamplona', Eva Cabrejas 2018), un punto de partida incondicional sobre el que comenzar a trabajar.

A partir de aquí el problema no solo no se soluciona, sino que es agravado por esas malas soluciones, tal y como en 2018 concluyó el citado informe del Consistorio en el que, además se recogió un catálogo histórico de esas "defensas" (realmente se vio que eran obstáculos). Si vemos las fotografías de dos grandes inundaciones del siglo XXI en la figura 4: la de junio de 2013 con el paso máximo de 623 toneladas de agua por segundo en Pamplona y la de diciembre de 2021, con 608, encontramos tramos que corresponderían a eventos extremos de entre más de 50 y 500 años.
 
Nada se puede acometer "contra" un fenómeno natural de estas características, que sin duda, se repetirá cada vez más frecuentemente y de manera más violenta. Pero la humildad tecnológica sigue ausente del debate, aún no ha permeado algunas mentalidades forjadas durante la gran aceleración.

Figura 4. Arriba: fotografía de las inundaciones de junio de 2013 (Gobierno de Navarra) y de diciembre de 2021 (Navarra Televisión) en la Rochapea. Abajo: mapas de periodos de retorno T 100 y T 500 años para la zona, IDENA (Infraestructura de Datos Espaciales de Navarra).

Como hemos visto, especialmente desde 2003, tenemos crecidas mayores que demuestran que las motas no son una solución y sí muchas veces un problema. En Navarra hemos visto también que, tal y como se adelantó desde la ciencia ambiental, climática y geológica, los impactos de los eventos extremos debidos a los dos factores fundamentales indicados en la Directiva Marco del Agua (DMA, 2007, CE): calentamiento global y conquista de las llanuras aluviales, sigue en aumento.

El incremento de caudales, frecuencias y, por lo tanto, de daños, es cada vez mayor (figura 2). Meterse en callejones sin salida que habrá que desandar como sociedad, con nuevas pérdidas de vidas humanas y de las ingentes cantidades de energía adicional que ello conlleva, es un peligro que parecería inevitable y que obliga a tomar las soluciones más radicales (figuras 5 y 6). Pero es que aún más peligroso será el enorme descontento y frustración social tras el irreversible e innegociable abandono obligado y afligido de aquellas zonas que un día fueron forzadas a ser habitadas de manera irracional, cuanto antes lo asimilemos mejor.
 
No perdamos de vista que seguir ocultando la realidad es caldo de cultivo para legitimar la vuelta de regímenes extremistas con la falsa promesa de volver a un pasado lleno de optimismo, aunque ello conlleve la privación de los recursos más básicos o de derechos humanos elementales para amplias masas de la ciudadanía. Podemos intentar seguir despilfarrando recursos, millones de euros y perdiendo vidas para ganar unos centímetros al río o podemos intentar comprender su dinámica, repasar nuestra relación secular y retroceder. La retirada estratégica no es una derrota (figura 5) es una herramienta para dotar a las comunidades de mayores cotas de seguridad y bienestar.
 
Podemos situar muy cerca en el tiempo la decisión del ser humano de invadir de manera irracional y permanente las riberas de los ríos y las llanuras de inundación. La razón de hacerlo radica en la confianza de que la modificación, conquista, desviación e incluso la destrucción de las mismas, iba a tener resultados tan duraderos como los deseados.

No en todas las sociedades aparece este impulso de manera simultánea, en algunas nunca fue así, simplemente por un conocimiento más profundo del medio o por la imposibilidad energética de ejecutarlo, y en otras, las más avanzadas en las que sí se hizo, ha comenzado a revertirse el proceso: la retirada. Si ese momento apareció de manera repentina o si lo hizo progresivamente varía de unas comunidades a otras; no obstante, su generalización fue debida a que alguna disposición especial impulsó a esas comunidades a hacerlo, pues ese paso se da desde una nueva mentalidad que, en cuestión de conquistar o modificar las llanuras de inundación, prácticamente está ausente en la historia previa: acaparación, ocupación y dominio.
 
Que estos tres aspectos forman parte de nuestra modernidad no cabe duda. Expresiones como “Patrimonio Natural” dan cuenta de una mentalidad notablemente moderna, aunque también de apropiación de aquello que apenas conocemos, pero menos aún podemos controlar. 
 
Las riberas como terrenos fértiles fueron secularmente áreas productivas de una equilibrada relación cultural con el agua, no utilitarista, menos aún economicista como objetos de especulación inmobiliaria. El respeto a la descomunal fuerza vital y modificadora del agua se basaba en el reconocimiento y admiración hacia el vigor de un elemento natural que esculpió la superficie habitada, los paisajes, y que, aunque muchas generaciones no lo presenciasen, se sabía de su energía y vehemencia a través de la cultura popular, del legado del folclore o por testimonios directos de familiares o vecinos. La era científica tan solo vino a confirmarlo.

Figura 5.  Retirada estratégica. Esta ancestral táctica, volvió a cobrar importancia tras las inundaciones de Tafalla de 2019. Es la expresión definitiva del desarrollo integral de la DMA, 2007, CE. Fue recogida en el estudio 'El caso del retiro climático estratégico y gestionado' elaborado por un grupo de investigadores encabezados por la profesora de la Universidad de Harvard A. R. Siders y publicado en Science. Aboga por que las poblaciones se retiren de las áreas cercanas al río que fueron ocupadas de manera irreflexiva con el boom inmobiliario. De esta forma, se insta a las comunidades y gobiernos "a reconceptualizar el retiro como parte del conjunto de herramientas utilizadas para lograr los objetivos sociales deseados y el bienestar de las comunidades". Esta perspectiva fue la que desarrollamos en el libro “Hasta aquí llegó la penúltima riada. Las enseñanzas del Zidacos” (2019) escrito por varios expertos y afectados de diferentes sectores profesionales y económicos, de la academia y de las administraciones, tras las inundaciones catastróficas de julio de 2019 en la Zona Media de Navarra.
 
Arrebatar áreas de expansión como llanuras de inundación, primera línea de costa o los mismos cauces, desviándolos y modificándolos, antaño se hacía desde el convencimiento de su temporalidad, por lo que nunca se produjo una invasión con pretensiones de apropiación, sino una relación circular de avance y retroceso con un gesto y una expresión rítmica y armónica al son de los movimientos de los propios cursos fluviales o la mar, algo que el ser humano sabía interpretar y además admirar.

Ese movimiento rítmico entre el ser humano y los cauces se ha vuelto tan invisible como traumático. Ha sido la era de los combustibles fósiles la que ha propiciado que el ser humano perdiera esa visión. Por ello hasta bien entrada la era industrial no se acometieron las complejas infraestructuras que acompañan a las nuevas expectativas de dominio. Hoy en esa danza rítmica secular nos disponemos para el próximo compás: toca un paso hacia atrás.

En efecto, la revolución industrial introdujo un cambio en esa relación circular con la energía del medio y con el propio territorio, el son de los movimientos del agua dejó de dirigir la orquesta del desarrollo humano y pasó a manos de la ciudad capitalista como unidad estructural de la era industrial y tecnológica basada en la quema de combustibles fósiles, tal cual la conoce nuestra generación.

Aquella relación (o economía) circular que acompañó a los seres humanos que nos precedieron el 96% de nuestra historia (escrita) y a la que irremediablemente estamos volviendo nos guste o no, estaba basada en la energía del aire y en la solar que alimentaba a las plantas, éstas a los músculos de los animales, a los nuestros, a la madera, el carbón vegetal, la cera, el aceite de ballena o la construcción de saltos hidroeléctricos... 
 
Ese era precisamente nuestro motor principal y el de los propios ríos y además siempre volvía al medio para una y otra vez recargarse y renovarse en forma de energía potencial, biota o fertilizante. Sin embargo, ese ciclo ha vivido una anomalía con una ruptura descomunal favorecida por la entrada de ingentes cantidades de energía no renovable en la producción, en la economía y en la distribución territorial, y lo ha hecho por primera vez en nuestra historia, pero menos de dos siglos de los 5000 años de historia (escrita) de nuestras relaciones, tanto entre nosotros como con nuestro entorno. Se trata de una anomalía histórica de carácter geológico, no del mero despliegue de talento humano y tecnología para controlar el medio. Con tal cantidad de recursos ya en declive, se forjó una dinámica artificial que hoy aparece también invisible (figura 6) y nos empuja a cometer una y otra vez los mismos errores.

Figura 6. Conclusión de una presentación sobre la gestión de las inundaciones basada en la DMA, 2007, CE por la Confederación Hidrográfica del Ebro referida a las prácticas agresivas que nunca producen el efecto deseado, sino que en numerosas ocasiones empeoran la situación. Gestión de las avenidas en el tramo medio del Ebro. Ebro Resilience. René Gómez, 2020.

Se calcula que más de 12.000 hectáreas quedaron anegadas durante días en Navarra en diciembre de 2021, dos personas fallecieron ese mes arrastradas por la avenida, nos disponemos una vez más a abarcar el problema como si de una lucha o una guerra se tratase, parecería que no hemos aprendido nada y salimos de nuestros despachos hacia el río con armaduras, cañones, escudos y lanzas.

Desde el dolor de estas desgracias, afectados y expertos analizan ahora las posibles soluciones para evitar futuros daños ocasionados por el desbordamiento de los ríos que no repitan los errores del pasado (figura 6), y lo hacen en un ambiente enrarecido por una clase política acostumbrada a protagonizar declaraciones y vaticinar agresivas obras faraónicas "definitivas", pero ni lo son ni hacen otra cosa que empeorar la situación.
 
Políticos con intereses propios y organizaciones agrarias han entrado en el debate distorsionando la fría perspectiva que requieren estos fenómenos para evitar los daños, no para acometer obras "contra" las inundaciones, que ya hemos visto cómo incluso en la era de la energía barata, abundante y versátil no sirvió para dominar, desviar, y mucho menos evitar el paso de miles de toneladas de agua por segundo en una sección de ribera y llanura de inundación (DMA, 2007, CE). ¿Qué no podría suceder si con esa mentalidad seguimos obcecados en las mismas estrategias fallidas pero sin energía barata, versátil y abundante?

 Figura 7. Períodos de retorno de inundación en la llanura aluvial del río Arga para 10 años (naranja), 50 años (verde claro), 100 años (verde oscuro) y 500 años (azul) según el SNCZI del Ministerio para la Transición Ecológica, en el área metropolitana de Pamplona. Mapa IDENA.
 

GUÍA METODOLÓGICA SOBRE BUENAS PRÁCTICAS EN GESTIÓN DE INUNDACIONES
Manual para gestores

Alfredo Ollero. Profesor Titular de Geografía Física del Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio de la Universidad de Zaragoza, investigador del Instituto de Ciencias Ambientales de Aragón (IUCA) y Presidente del Centro Ibérico de Restauración Fluvial (CIREF)


BREVES EXPLICACIONES EN MEDIOS

"Nos hemos metido en la casa del río y nos quejamos porque pasa por ahí"
Onda Cero

Análisis de las inundaciones de junio de 2013
Navarra Televisión

Inundaciones Navarra XII-2021
Análisis preliminar con
X. Lapitz, A. Aretxabala, K. Leoz y U. Jalle

Conferencia sobe la retirada estratégica de los cauces fluviales
Tudela 2019

Inundaciones en Navarra.
"Está Pasando" Navarra Televisión

RECOMENDADO: Sobre la gestión de las inundaciones
Distrito Euskadi. Radio Euskadi

La Gran Restitución
Entrevista sobre Retirada Estratégica en RNE

Las lecciones que se aprenden de las inundaciones. O no...
La Mecánica del Caracol. Radio Euskadi

Las Enseñanzas del Zidacos. Julen Rekondo y Antonio Aretxabala
Las lecciones de las inundaciones. RNE
 
 En HORDAGO-EL SALTO con Charo Brinquis y Julen Rekondo
Las inundaciones son fenómenos naturales inevitables

1 comentario:

Antonio Arnau dijo...

Magnífica la foto del almacén de madera inundado.