domingo, 26 de febrero de 2012

BOLNUEVO, UNA CATÁSTROFE Y UNA APUESTA POR LA HISTORIA





Desarrollar la ley del suelo de 2008 aún es una utopía, aunque se dan pasos en esa dirección; todos los años las actividades humanas ligadas a ramblas y zonas inundables dan algún disgusto en la Región de Murcia. La administración del agua no alcanza lo deseable, intereses políticos y una gestión demasiado especulativa hacen a Murcia protagonista de catástrofes, tanto por exceso como por defecto de este bien elemental.



1. LA VIRULENCIA DEL AGUA EN MURCIA: LA CATÁSTROFE DE BOLNUEVO


Bolnuevo, municipio de Mazarrón, Murcia, 1989. La "rumorología popular" dice que nunca se llegó a saber cuántas personas desaparecieron en la arroyada del 7 de septiembre de 1989 y que, supuestamente, la lista que se elaboró de los extranjeros desaparecidos se ordenó destruir.

LA RAMBLA DE LAS MORERAS

LA PLAYA DE BOLNUEVO AL DÍA SIGUIENTE
Las inundaciones son uno de los riesgos naturales más frecuentes que tienen lugar en la Región de Murcia, los cursos fluviales y redes de drenaje se caracterizan hidrológicamente por su irregularidad, alternándose enormes crecidas con inundaciones y acusados estiajes. La palabra tabú del Sureste peninsular es "rambla". Un lugar donde aún hoy encontramos construcciones.


ROGATIVAS METEOROLÓGICAS,  CONSTANTINOPLA SIGLO V
CONTROVERTIDO CARTEL: LA GESTIÓN DEL AGUA


Rogativas meteorológicas a la Virgen de la Fuensanta y demás vírgenes han sido habituales en los países mediterráneos, en Murcia también, se adoran en esta región para que llueva y también a las mismas vírgenes se le lanzan lamentos por las dañinas inundaciones, son una constante en la historia de La Región de Murcia y su infortunada relación con el líquido elemento.


Una región que en torno al agua vive en una constante tragedia, cuando no falta y se vive la angustia de la sequía, el agua es una masa asesina que arrasa. La gestión del agua murciana es en pleno siglo XXI, la gran asignatura pendiente de sus dirigentes. Se pueden contar por decenas las inundaciones sufridas solo en el siglo XX y XXI. El episodio que puso en evidencia la exposición creciente al riesgo fue el del 7 de septiembre de 1989. Esa fecha será tristemente recordada por la tragedia del camping de Bolnuevo.




"Agua para todos" es un informe de la ONU sobre la situación del agua en el mundo. Este estudio cifra en mil metros cúbicos por persona la disponibilidad mínima anual para el desarrollo de una región. España en su conjunto no está mal y triplica esta cantidad. Sin embargo, la cuenca del Segura no alcanza ni siquiera la mitad.






 

    EL AGUA PARA TODOS,   TRISTEMENTE UN ARMA
    EN  MANOS  DE  POLÍTICOS,  AÑOS  DESPUÉS  DEL 
    ESLÓGAN  TODAVÍA SIN UNA APUESTA VALIENTE.
    UN ESLÓGAN NUEVO:     CEREBRO PARA TODOS.


"Agua para todos" es más conocido por ser un lema reivindicativo, una denuncia ante una supuesta injusticia. La Región de Murcia contribuye, con un 20%, a que España sea el primer exportador de frutas y hortalizas del mundo (un 9 % de cuota), por delante de Holanda y EE.UU. Ello es posible porque Murcia dispone de un sistema productivo eficiente, una estructura comercial consolidada y una situación estratégica en la Unión Europea, con quinientos millones de consumidores. Una economía moderna que cumple sus compromisos y plazos debe sustentarse en la garantía del principal factor: el agua, cuya gestión en la zona es difícil por lo que hemos visto; las pérdidas anuales por la mala planificación, no son precisamente las mayores de España.


Son la Comunidad Valenciana y Andalucía, con mucha diferencia, las que más pérdidas nos suponen, cada una el 1.000% más que Murcia y el 60% del total español (lo cual es para "hacérselo mirar"). Las salvajes mezclas de agua y piedras de la rambla de las Moreras acabaron el 7 de septiembre de 1989 oficialmente con la vida de dos personas y el municipio sufrió pérdidas por valor de 2.500 millones de las antiguas pesetas entre viviendas, infraestructuras y agricultura; el Ayuntamiento solicitó la declaración de zona catastrófica. Durante los 80 se registraron varias inundaciones, destacando por sus infernales consecuencias las de noviembre de 1987 y las de septiembre de 1989. El tipo especial de precipitaciones y el poco avance de la investigación hidrogeológica siguen siendo las causas de una gestión discorde con el medio, que no permite a los murcianos disfrutar de este bien elemental, sino sufrirlo.


Un 60 % de la población afectada por estos fenómenos opina que la responsabilidad de que se produzcan inundaciones causantes de daños reside en la falta de previsión de las distintas administraciones. A la hora de concretar, esta imprevisión se formula, de forma mayoritaria, como inadecuación de las infraestructuras de defensa establecidas que las convierte en ineficaces. Es interesante destacar que, a este respecto, se atribuye a las administraciones municipales y autonómicas una responsabilidad dos veces superior a la del gobierno de la Nación. Es posible que ésto se deba a la extraordinaria complejidad del entramado jurídico español sobre la gestión del agua y la confusión derivada del frecuente uso de estas cuestiones en el ámbito de los enfrentamientos políticos. Sólo un 20 % cree que es culpa de los habitantes afectados.

LO QUE OPINA LA POBLACIÓN SOBRE LA RESPONSABILIDAD DE LA MALA GESTIÓN  DEL AGUA CUANDO SE PRODUCEN CATÁSTROFES, ENCUESTA HECHA SOBRE UNA MUESTRA DE 231 PERSONAS DE LA ZONA AFECTADA.

La referencia a las administraciones públicas y la visión globalmente negativa que sobre su actuación se manifiesta, viene reforzada por la confianza generalizada en el papel de las infraestructuras de defensa y el mantenimiento expedito de cauces y sistemas de desagüe. Actuaciones que, efectivamente, corresponden a aquellas y que, cuando se realizan, suelen presentarse a través de los medios de comunicación como “soluciones definitivas”, alimentando una sensación de falsa seguridad generalizada.


LOS RESTOS DEL CAMPING DE BOLNUEVO EN 1989
Según cálculos realizados por la C.H.S., por las Moreras llegó a circular un caudal punta de 1.300 metros cúbicos de una masa de agua, piedras y barro por segundo; la onda de avenida fue de varios metros de altura al estrecharse la rambla a 1,5 km en dirección al poblado de Bolnuevo, desbordó su lecho de inundación estacional y arrasó todo a su paso, edificaciones, infraestructuras urbanísticas, invernaderos agrícolas y el propio camping de Bolnuevo, que se encontraban en el lecho o en la zona de inundación de la rambla.

Es significativa en la zona la amplia pervivencia de un discurso que sitúa la preocupación por el riesgo de inundación, en cuestiones como los sistemas de predicción y los de alerta, mientras que la implantación de políticas preventivas, más acordes con los rasgos ambientales, geológicos, climáticos, del territorio, se advierten como algo difuso y valorado como limitativo de desarrollo económico.

Las actuaciones post-catástrofe se orientan mucho más hacia una exigencia de recuperación de la situación igual a la anterior que hacia la posibilidad de impulsar nuevas políticas que favorezcan la resistencia futura y la resiliencia. Cabe señalar la muy minoritaria opinión (10 %) que culpabiliza exclusivamente a los condicionantes naturales del territorio por el desencadenamiento de estas catástrofes.


ABC, 8 DE SEPTIEMBRE DE 1989

Es probable que se trate de un discurso vertical, es decir, si nuestros dirigentes insisten en este tipo de "soluciones definitivas" mucha gente (que no es especialista en estos temas) acaba adoptando esa visión como la única posible, una muestra más de la deficiencia pedagógica de nuestras instituciones y medios de comunicación de masas; en vez de divulgar soluciones resistentes y resilientes a medio y largo plazo.

Éstas estarían basadas en la prevención y en nuevas políticas del agua, pero parece que por doquier en la región se ejecutan y transmiten soluciones cortoplacistas mucho más ostentosas y grandilocuentes, fáciles de presentar en los medios de comunicación de masas como esas "soluciones definitivas". 

El problema es que realmente no lo son, por no estar basadas en un conocimiento adecuado y pragmático del medio, sino en intereses personales, especulativos o de partido.

Ejemplo claro de lo anterior, después de la catástrofe de septiembre de 1989, lo son varios episodios de lluvia no tan importantes que demuestran el grave error cometido en la construcción de la Urbanización Bahía de Puerto de Mazarrón, ésta ocupa gran parte de zona inundable, entre esos episodios destaca el de 23 de octubre de 2000.

Unas fuertes lluvias generalizadas en el litoral meridional, provocaron el enésimo anegamiento de dicho conjunto de viviendas y obligaron a evacuar a más de 600 personas.

Este hecho avivó la reacción popular hacia el consistorio mazarronero, con el fin de establecer medidas que solventasen el problema.






MAPA DE LA RED DE DRENAJE NATURAL DEL TÉRMINO MUNICIPAL DE MAZARRÓN

Hasta el momento, todas las actuaciones ejecutadas en este municipio se han concentrado en el cauce de las Moreras. Sin embargo, el aumento del número de viviendas sobre el resto de la línea de costa ha expansionado las zonas en riesgo hacia ramblas afluentes, como el cauce de los Lorentes y otras cuencas vecinas como la de Valdelentisco. Si tenemos en cuenta que este es uno de los espacios donde mayores incrementos porcentuales se han registrado, las lluvias de carácter torrencial ocasionarán a dichas poblaciones cada vez más problemas. El desarrollo de la ley del suelo de 2008 intenta evitar estos problemas que salen tan caros a la comunidad, en especial al Ayuntamiento de Mazarrón.


LOS EFECTOS DE LA FUERZA DEL AGUA
Además hay que añadir el peculiar crecimiento de las pedanías situadas entre Águilas y Mazarrón. Se trata de un ámbito espacial que estuvo considerablemente despoblado hasta el último cuarto del siglo XX. Desde entonces, se experimenta un sensible crecimiento acompasado con el desarrollo de la agricultura intensiva. Con el paso de los años, los cultivos de esta zona adquirieron un valor comercial muy notable, ello provocó la expansión de los mismos hacia tierras que habían permanecido casi intactas. 


El cambio en el uso del suelo se llevó a cabo bajo unos criterios económicos basados en la máxima rentabilización de la superficie de explotación, ignorando por completo los condicionantes ambientales que rigen ese territorio. El resultado de estas transformaciones irrespetuosas con el medio no se hizo de esperar: las lluvias acaecidas el 23 de octubre de 2000 revelaron la vulnerabilidad creciente de este sector.


2. EL DESARROLLO DE LA HISTORIA: UNA COMARCA FRONTERIZA Y MINERA


LOS RECURSOS GEOLÓGICOS SIEMPRE PRESENTES

En Mazarrón hay censados hoy cerca de 35.000 habitantes. La historia mazarronera corre de la mano de sus minas. Los fenicios ya comerciaban en la zona. Cartagineses y romanos también explotaron sus recursos. Aunque durante la Edad Media hubo un decreciemiento del aprovechamiento minero al hallarse Mazarrón en zona fronteriza, tras el final de la Reconquista se produjo un crecimiento importante que desembocó en la concesión del privilegio fundacional de villa en 1572 por Felipe II. La prosperidad minera llegará hasta el principio del siglo XX, luego vino el agotamiento de los recursos.


A partir de la segunda mitad del siglo XX el turismo es la principal fuente de recursos, el crecimiento se hace sin contar con las características peculiares que acabamos de ver, causa de las desgracias de orden hidrogeológico que habitualmente sacuden la villa.

Se llega a un punto que toca fondo con la catástrofe de Bolnuevo en 1989 y sin suponer una inversión destacable en comparación a la destinada a paliar desastres, se escala hacia una comprensión e identificación del medio en una medida mayor de lo que se había desarrollado anteriormente, o de cómo (o no) se ha realizado en otras villas cercanas, no sólo desde el punto de vista geológico y del medio físico, también se ha dado una recuperación turística mucho mejor gestionada, MÁS RESILIENTE, en la que el sol, la cerveza y la playa se complementan con una apuesta patrimonial y cultural que ya es significativa. Destaca el hecho de encontrarse en una zona que fue visitada por muchas de las antiguas culturas mediterráneas, desde romanos y bereberes hasta fenicios, cartagineses, musulmanes..., todos ellos dejaron el sello de su cultura y la reacción local plasmada en actividad industrial y estrategia guerrera.

 
 MAZARRÓN-BOLNUEVO


EL ALTAR

La Torre de los caballos en Bolnuevo, se construyó en el S. XVI, algunos años después que la Torre de la Cumbre, y con idéntica finalidad: el control de esa parte del litoral ante posibles incursiones berberiscas, que constituían para la población una preocupación constante. Su existencia garantizaba la tranquilidad en el desarrollo de las faenas pesqueras de la ensenada. Se expone el Milagro de Bolnuevo a través de cuatro paneles que van desde una de las declaraciones del milagro, hasta el desarrollo de las fiestas a lo largo de sus 500 años de historia.

LAS TORRE DE LOS CABALLOS
A mediados del s. XX se le añadió una ermita dedicada a la Purísima Concepción, en conmemoración del conocido Milagro de la Virgen, aunque antes de la construcción de la ermita ya tuvo algunas antiguas edificaciones anexas. La torre está declarada bien de interés cultural y su restauración se terminó en el año 2010. Con su recuperación se intenta completar la Ruta de las Torres Vigías Costeras de Mazarrón que incluye la Torre del Molinete, también restaurada, la torre de Bolnuevo y la torre de la Cumbre, pendiente de restaurar.



PARQUE ARQUEOLÓGICO TORRE DEL MOLINETE



El Molinete trata el tema de las torres vigías costeras del mediterráneo, pasando por las torres en la Bahía. Una serie de vitrinas muestran copias de documentos de la época y piezas aparecidas en excavaciones vinculadas a la historia de las torres vigías.







Pecio de los barcos fenicios de Mazarrón: fue descubierto en el año 1988 y fue sometido a un proceso de excavación, extracción, y restauración desde el año 1993. Contribuyó a ello el hecho de que nos encontramos en uno de los lugares de aguas más cristalinas del SE español.


El barco de Mazarrón I, es posiblemente la primera embarcación fenicia del S.VII a.C  localizada en el Mediterráneo. Este pecio nos ayuda a un mejor control arqueológico de la dinámica de colonización fenicia de las tierras del interior, al mismo tiempo que significa un punto intermedio entre dos de los enclaves feniciopúnicos litorales tradicionalmente documentados por la investigación: Ibiza y Villaricos, excesivamente lejanos entre sí.

EL BARCO FENICIO MAZARRÓN II

El barco Mazarrón II fue descubierto en 1998 y se trata del barco antiguo más completo que se han encontrado hasta el momento, pues se conserva casi completo, desde la proa hasta la popa. Tiene una eslora de 8,10 metros, una manga de 2,25 y un puntal aproximado de 1,10. En su interior conserva todas la cuadernas de higuera menos una, cosidas con fibra vegetal. Las tracas de pino que forman el casco están unidas por un sistema de espigas y se empleó una fibra vegetal para calafatear las juntas. Su estado de conservación es excelente y se mantiene casi íntegro bajo un sarcófago protector metálico en el mismo lugar donde fue encontrado. Los dos barcos fueron encontrados en la playa de la Isla del Puerto de Mazarrón gracias a la construcción de un puerto náutico que cambió las corrientes marinas de la playa y dejó al descubierto las estructuras de madera del primero de los dos barcos, el Mazarrón I.




El Castillo de los Vélez es una construcción fortificada militar, situada sobre una colina junto al núcleo urbano de Mazarrón, dominando el pueblo desde su parte más alta. Datado en los siglos XV y XVI. Está dotado de lienzos de mampostería de gran altura, y posiblemente de un segundo recinto amurallado de protección, todavía pendiente de estudio.

CASTILLO DE LOS VÉLEZ
ATARDECER EN LA BAHÍA DE MAZARRÓN
ANTIGUAS EXPLOTACIONES ROMANAS, FENICIAS...

LA PLAYA DE BOLNUEVO ¿ALBERGARÁ MÁS BARCOS FENICIOS?

VASIJAS DE LA FACTORÍA DE LOS SALAZONES



Hay que destacar como una iniciativa y apuesta original el museo de los salazones. El museo conserva parte de las estructuras de un gran complejo industrial de época romana, destinado a la fabricación de salazones y salsas de pescado.

Esta Factoría de Salazones, descubierta en 1976 al realizar la cimentación de un edificio, es una muestra de lo que en época romana eran las industrias del pescado, cuando los productos realizados en este tipo de empresas eran imprescindibles en toda la cocina del imperio romano.



UN POCO DE HISTORIA Y TURISMO EN IMÁGENES

Los orígenes de la minería de la Región de Murcia están vinculados a la minería metálica, que se ubica en la Sierra Minera de Cartagena-La Unión, Cerro de San Cristóbal (Mazarrón) y Cehegín. Haciendo un breve resumen histórico hay que señalar que los primeros pobladores-explotadores fueron los íberos, después fenicios y romanos, más tarde la industria continuó en la edad media y la edad moderna hasta nuestros días.
-->Los visigodos apenas continuaron la minería decadente que les legaron sus antecesores. Igual ocurriría con los musulmanes.

Finalmente, y tras un período de inactividad, a finales del siglo XIX comienza la expansión minera más importante de la región, puesto que las explotaciones no sólo se centran en el área minera de Cartagena-La Unión y Mazarrón, sino que se extienden a Águilas, Lorca, Cehegín y zona del NE. Ello se explica por la demanda de recursos y por los avances tecnológicos, tanto en la minería como en la metalurgia.

El extremadamente rico patrimonio geológico de la Región de Murcia es otra de las asignaturas pendientes, su cuidado, explotación y divulgación aún hoy está virgen, pocas son las localidades murcianas que han desarrollado un turismo científico y cultural aprovechando semejante riqueza natural, un potencial que todavía no se comprende o no se conoce por sus dirigentes.

viernes, 24 de febrero de 2012

JAPÓN GUARDA SILENCIO, UN MODELO ECONÓMICO PUESTO EN EVIDENCIA


Kisenuma después del terremoto y posterior tsunami

Algo está cambiando. ¿Verdaderamente el ser humano aprende de las desgracias? A un año del accidente de Fukushima, Japón se replantea el sistema "just in time" y la efectividad de reducción de gastos, recortes y optimización por concentración de recursos.

Llevamos años escuchando que hay que cambiar el modelo económico y social, pero apenas se ven avances concretos en esa dirección. Y son numerosos los caminos. Por ejemplo, mejorar nuestras cifras de inversión en I+D+I, educación y cultura, son a largo plazo las soluciones, pero chocan frontalmente con los intereses de los dirigentes y sus ritmos de partidos en el gobierno de cuatro años, las inversiones en investigación y desarrollo están muy por debajo de las de los países de nuestro entorno, incluido Portugal. Escuchar más medidas concretas en positivo es necesario. Sin ellas no hay salida, pero por doquier las voces que hablan de recortes y pesimismo ensordecen cualquier propuesta resiliente a medio o largo plazo.

La Cofundadora y Directora Ejecutiva de Japan for Sustainability, Junko Edahiro, periodista medioambiental y participante en fundaciones internacionales enfocadas a la recuperación de zonas golpeadas por desastres, escribió una carta sobre sus impresiones después de la catástrofe de Fukushima. Ella misma ha visto cómo la imagen de Japón ha cambiado incluso entre los propios japoneses.

Nos planteamos cuestiones trascendentales cuando el peligro acecha o nos acabamos de llevar un susto. A Japón lo hemos visto como un éxito económico y de alto orden social, una sociedad práctica, inteligente. Funcionalidad y efectividad sustentan sus actividades económicas y sociales, ¿es aún así?

A lo largo de la segunda mitad del siglo XX y lo que va de XXI, Japón nos ha deslumbrado como un modelo económico agresivo y capaz, lleno de arrojo, un modelo que a los europeos sobre todo del Sur, nos produce cierta desconfianza cuando nos paramos a pensar en sus ciudades aceleradas y la falta de calor en las relaciones humanas. No es un ejemplo seductor para la Europa mediterránea en cuanto a su arquitectura social, sin embargo sí ha venido siendo la envidia económica de prácticamente todas las naciones, pero una cosa va pareja a la otra, no se puede tener una cosa sí pero la otra no; una sociedad a la japonesa requiere una fidelidad a las empresas, jornadas y ritmos de trabajo, impensables en Europa.

Ni las relaciones laborales ni sociales son importables, al menos de momento. También la realidad del medio físico japonés juega un importante papel. Y es quizás esta realidad la que ha hecho que muchos dirigentes de grandes multinacionales y también sus gobernantes se hayan planteado un segundo renacer del país del Sol naciente después de Fukushima. Verdaderamente si no lo hicieran es que algo no funciona bien en su sociedad. Pero se lo han planteado y Japón  está cambiando.

HIROSHIMA, SIGLO XXI


 
 ¿Es verdaderamente así o es solo maquillaje? Japón es el país que se levantó de entre sus cenizas radiactivas después de que en 1945 los EE.UU. arrojasen dos bombas atómicas sobre dos grandes ciudades. Pero Japón escaló en el siglo XX hasta convertirse en una potencia económica mundial, es el único país de la historia que sufrió en su territorio el bombardeo nuclear. Sobre Japón se ciernen catástrofes naturales muy violentas que vienen de debajo de la Tierra, siempre ha sido así, pero ahora, en pleno siglo XXI, la concentración de población debido a un sistema económico y social que aglutina servicios y optimiza las ganancias, ha convertido en prácticamente 50 años a zonas como Tokio en verdaderas trampas, más de 40 millones de habitantes se reúnen alrededor de su área metropolitana.

El sistema económico basado en la eficiencia del "just in time" ha convertido en espacios muy cortos de tiempo a muchas otras zonas de Asia, América y Europa en zonas demasiado vulnerables a desastres naturales como inundaciones, tifones, huracanes o terremotos, ese sistema tan solo muestra su seductora "súper-efectividad" si no pasa nada, pero cuando pasa (y pase, pues volverá a suceder cada vez con más frecuencia) es y será letal. Se calcularon pérdidas inmediatas por encima de 300.000 millones €. Además los japoneses se acaban de dar cuenta: su capital es la ciudad más vulnerable del mundo a desastres, en especial sísmicos, tan grande es la capacidad de concentración de edificios y personas que ya se preparan para lo peor, las condiciones de la cuenca de Tokio además amplifican su ya peligrosa situación cercana a grandes fallas.
 
Una modelización del efecto "eco", responsable de la sensación de más tiempo de duración de un sismo en zonas que hacen de "caja de resonancia" se ha hecho para la ciudad de Tokio, esta megalópolis descansa sobre una cuenca sedimentaria que atrapa las ondas cada vez que se produce un movimiento sísmico, uno de los mayores miedos de los sismólogos japoneses, pues con terremotos de grandes magnitudes, por encima de 7 en la escala de Richter, la amplificación sería catastrófica para una ciudad con un área metropolitana de 42 millones de habitantes

 
Efecto rebote de ondas atrapadas en la cuenca cuaternaria de Tokio, si esa ciudad llegase a ser sacudida por un terremoto de magnitudes superiores a 7, la propia cuenca actuaría como una lupa sísmica que ampliaría los efectos de las ondas, al mismo tiempo éstas quedarían atrapadas como en una caja de resosnancia rebotando en las paredes que la contienen y produciendo un eco sísmico de proporciones letales. Esto ya ocurrió en el pasado, es lo que revelan los estudios más recientes, entonces Tokio no tenía rascacielos, ni 42 millones de habitantes. Hace 200 años, las casas de madera y la poca población podían salir indemnes de semejante fenómeno natural. Hoy, como Tokio, hay varias ciudades de más de un millón de habitantes repartidas por el orbe, situadas sobre este tipo de lupas sísmicas y cajas de resonancia cerca de fallas.

Ya somos más de siete mil millones de almas en este planeta, la tendencia a la concentración en las ciudades es imparable, para dentro de 20 años más de la mitad de la población mundial vivirá en grandes megalópolis como Tokio. Muchas de ellas se han construido en muy cortos lapsos de tiempo sobre auténticas bombas de relojería. Un terremoto, un huracán, un incendio en la Naturaleza son como la lluvia, la nieve o las estaciones, por sí mismos no son peligrosos, pero con ritmos diferentes cada una, algunos caprichosos, sin embargo viviremos un siglo XXI, que seguramente será recordado por la recurrencia de grandes desavenencias y sus ciudades no resilientes.
 
Un 11 de marzo sesenta y seis años después de Hiroshima y Nagashaki otra catástrofe nuclear volvió a sacudir el país, y los cambios paradigmáticos en su economía y mentalidad ya comienzan a deslumbrar a los analistas despiertos que ven en ello un ejemplo a seguir, pero ¿podríamos aprender de ellos sin necesidad de tener que sufrir una catástrofe? Europa ahora, se debate y cuestiona como modelo económico y social, cada vez de forma más frecuente y convulsa se cierne sobre nosotros la desgracia en forma de conflicto social. Otra forma de catástrofe para la que nuestro sistema no está preparado. Todos lo dicen, pero nadie reacciona: tan solo con recortes esto acaba mal.
 
Japón ha cambiado, se vio a sí misma ineficaz, poco práctica y poco inteligente cuando los efectos de la catástrofe sísmica y la crisis nuclear de hace un año paralizaron el país. Esta catástrofe fue una lección que dejó en evidencia los modelos económicos basados exclusivamente en la rentabilidad. Esos modelos dominantes son ineficaces para enfrentarse a imprevistos. Las palabras de Junko Edahiro, directora ejecutiva de la organización Japan for Sustainability, fueron muy elocuentes cuando apuntó a la resiliencia como el valor fundamental para alcanzar la sostenibilidad de las sociedades del futuro.

LOS MOMENTOS DEL AVISO DEL FALLO DE LOS REACTORES ANTES DEL TSUNAMI

Ni siquiera Japón con su avanzada tecnología ha podido ni puede predecir este tipo de catástrofes y sus consecuencias, pero puede prepararse y se prepara para adecuar su sistema productivo a la realidad de su medio físico, al mismo tiempo se replantean cuestiones como el recuperar las relaciones de vecindad y la solidadridad, perdidas en favor de un sistema voraz, una forma de vivir que también se ha mostrado ineficaz ante imprevistos. Ahora se impulsan encuentros más humanos entre comunidades en las grandes ciudades como Tokio, otra mirada a la Naturaleza y cuestiones que tienen que ver con una espiritualidad ancestral diluída en el sincretismo de la modernidad, otra cultura que salva vidas, sencilla y lógica para nuestra mentalidad mediterránea y familiar, pero veamos por qué una sociedad tecnológica lo intenta recuperar:

El estilo de vida moderno ha hecho que sea común no echar de menos a un vecino de una determinada comunidad, barrio o edificio, nadie conoce a sus vecinos, pues nadie establece lazos afectivos, así que tampoco nadie se acuerda del invisible para indicar a los servicios de emergencia donde hay que ir a rescatarlo. Así es como mucha gente pereció bajo los escombros, sin embargo en aquellas comunidades rurales donde todo el mundo se conocía, esto no sucedió. Los japoneses además exploran nuevos campos en la detección de patrones mecánicos y químicos en fallas, también del comportamiento de los animales. Pero todo indica que aún estamos lejos de fabricar la bola de cristal que nos diga cuándo, cómo, dónde y con qué rostro se va a presentar la próxima desgracia.

CARTA DE JUNKO EDAHIRO 

Junko Edahiro es Cofundadora y Directora Ejecutiva
de Japan for Sustainability, traductora e intérprete profesional
periodista medioambiental, organizadora de encuentros 
internacionales de carácter preventivo, etc.

"El Gran Terremoto del Este del Japón, que tuvo lugar el 11 de marzo de 2011, nos ha enseñado muchas lecciones. Más que intentar restaurar el país y dejarlo como estaba antes del terremoto, necesitamos abordar los muchos problemas sociales y económicos que nos fueron revelados por él para intentar crear una sociedad real y sostenible. Creo que esto ayudará a reconfortar las almas de las víctimas. 

El desastre que tuvo lugar el 11 de marzo de 2011 también ha revelado la importancia del término “resiliencia”, un concepto que hace años me di cuenta de que iría adquiriendo mayor importancia. Los diccionarios definen la resiliencia como una “fuerza para restaurar”, “elasticidad”, etc. Pero yo pienso que significa “fuerza flexible”, lo que implica la fuerza para volver a la posición inicial después de que haya ocurrido un imprevisto. 

Imagina un bosque de bambús mecidos por el viento. Los bambús se doblan de forma flexible cuando sopla el viento, y después vuelven a su posición inicial cuando éste se detiene. El bambú no se rompe ni con los vientos más fuertes. Éste es un ejemplo típico de fuerza flexible.

Tras el terremoto, los habitantes de Tohoku, la región más dañada por el desastre, han sido descritos como personas duras. Cuando yo misma visité las áreas damnificadas y hablé con estos habitantes, me di cuenta de que su dureza no reside en su fuerza individual, sino que ha nacido de una combinación del fuerte viento de su destino y la naturaleza de su sociedad local, muy enraizada, en la que la gente se encuentra fuertemente vinculada mediante su estilo de vida, algo que a su vez apoya la historia, la tradición y la cultura. 

Al mismo tiempo, el terremoto dejó claro que la industria y la sociedad japonesas en general han perdido su resiliencia. Por ejemplo, la logística de transporte quedó completamente inutilizada tras el terremoto. En estas circunstancias, probablemente era inevitable que diversos servicios de distribución dejaran de funcionar de forma temporal, pero lo que ocurrió fue que quedaron paralizados durante un espacio de tiempo muy largo. Algo similar ocurrió en el sector de la producción: muchas empresas japonesas se vieron obligadas a detener las líneas de producción debido a la falta de suministro de piezas que se producían en las zonas damnificadas. Las líneas de producción se detuvieron no solamente en las plantas de Japón, sino también en otros países. 

¿Por qué se dio semejante situación? ¿Y por qué los sistemas logísticos y de producción no fueron capaces de volver a su situación inicial de forma suave y flexible después de una calamidad imprevista?

Uno de los motivos principales puede ser que las empresas utilizan el método “just in time”, que reduce el inventario en todo lo posible tanto en los procesos logísticos como de producción. En sistemas anteriores, las empresas almacenaban varios productos en diversos lugares. Este tipo de sistema, sin embargo, fue calificado de ineficaz y, para disminuir los costes y aumentar la eficacia, las empresas cambiaron su sistema a uno en el que no necesitarían almacenar grandes inventarios. Este nuevo sistema, sin embargo, obliga a las empresas a detener la producción de forma inmediata una vez los suministros de piezas quedan suspendidos, tal y como quedó sobradamente demostrado en el caso del Gran Terremoto del Este de Japón. 

Al mismo tiempo, muchas empresas redujeron el número de proveedores de sus piezas a solamente uno para poder reducir el coste de las mismas. Debido a que las empresas dependían completamente de un proveedor, se vieron forzadas a detener la producción durante el estado de emergencia. 

El sistema “just in time” y la reducción del número de proveedores son los métodos más eficaces siempre y cuando no ocurra un imprevisto. Con estos métodos, sin embargo, se ha descubierto que las empresas no pueden volver de forma flexible a su estado original. Han estado tan excesivamente centradas en la eficacia económica a largo plazo que han perdido su resiliencia a medio y largo plazo, algo que raramente se considera importante mientras el negocio siga funcionando con normalidad. 

Después del desastre del 11 de marzo, la industria japonesa, que había buscado solamente la eficacia económica a corto plazo y la disminución de los costes, se dio cuenta de la importancia de la resiliencia en caso de emergencia. Desde entonces, las ventas al por menor han empezado a mantener unas provisiones en sus puntos de distribución, las empresas que dependían de los camiones para el transporte han empezado a utilizar los ferrocarriles y los fabricantes han empezado a descentralizar sus plantas de producción. 

Creo que, quizás, al estilo de vida de muchos ciudadanos japoneses también le falta resiliencia. El Gran Terremoto del Este de Japón provocó cortes de electricidad en Tokyo. Quienes vivían solos en la ciudad me contaban la soledad que sintieron cuando se dieron cuenta de la fragilidad de su forma de vida. Una persona me dijo: “Estoy muy ocupado con mi trabajo y siempre vuelvo a mi apartamento tarde por la noche, así que apenas hablo con nadie en mi vecindario. No conozco a mis vecinos y ellos ni me conocen ni saben nada de mi vida. Tal y como están las cosas, si ocurriera un desastre, nadie pensaría en mi, a nadie se le ocurriría pedir una operación de rescate para mí. Si tenemos en cuenta solamente mi eficiencia en el trabajo, no tengo necesidad de comunicarme con mi vecindario; pero este desastre me ha hecho reconsiderar si ésta es una buena vida”. 

También he sabido de mucha gente en distintos lugares que, habiéndose visto atraídos por los beneficios de un sistema doméstico completamente eléctrico, incluido el bajo coste de utilizar la electricidad de tarifa nocturna, adoptaron este sistema y luego se encontraron perdidos durante el apagón, cuando se detuvo todo suministro de electricidad. Debido a que los hogares completamente dependientes de la electricidad utilizan esta energía en lugar de gas para cocinar y para calentarse, los residentes no pudieron ni hervir agua ni calentar o enfriar sus habitaciones una vez se detuvo el suministro. 

Otra persona me contaba su dura experiencia: ella siempre había llevado una “vida sencilla” en la que no guardaba ningún producto innecesario en su casa. Compraba todo en los comercios de proximidad a medida que lo iba necesitando. Según me contaba, “después del 11 de marzo, todo desapareció de las baldas de comercios y supermercados, no sabía qué hacer. Antes creía que era mejor no tener una despensa, pero me di cuenta de que, como medida de precaución, es mejor mantener al menos comida y bienes básicos para una semana”. 

Estas lecciones no solamente son aplicables en caso de un gran desastre. Se cree que en el futuro tendremos una “sociedad menguante” en la que el calentamiento global, el abastecimiento energético y otros problemas de parecida índole empeorarán a medida que aumenta la población y la competencia en el mundo entero. 

En Japón, sin embargo, la población doméstica y los mercados menguarán a medida que la población envejezca. Necesitamos pensar cómo cada uno de nosotros puede vivir de forma más resiliente y fuerte incluso en tales circunstancias, y cómo podemos crear unas comunidades y sociedades más fuertes y resilientes. Tenemos que dar valor no solamente a la eficacia económica a corto plazo, sino también a la resiliencia a medio y largo plazo, así como desarrollar la fuerza para recuperarnos de las situaciones difíciles incluso si, a corto plazo, esto parece aumentar el coste o reducir la eficacia. Tenemos que incorporar la resiliencia a la gestión empresarial y a la construcción de comunidades. Creo que, a menos que así sea, no seremos capaces de crear una sociedad realmente sostenible y feliz". 


TOKIO DE DÍA Y DE NOCHE DESDE 270 m DE ALTURA