Por cada terremoto gallego que se produce de manera bastante dispersa en un territorio (29.574 km²) que ocupa el triple de superficie que Navarra (10.391 km²), se producen casi dos navarros —generalmente concentrados alrededor de la cuenca de Pamplona (364.000 habitantes)— y por cada terremoto en territorio vasco (7.234 km²) se producen en Navarra, ¡casi diez!
Queridas lectoras y lectores, recientemente, tras los últimos enjambres sísmicos vividos en Galicia, más concretamente en la provincia de Ourense en el área de Laza al norte de Verín y frente a las costas lucenses el 29/10/2021 Mw 4,2 (figura 1), además de por la sismicidad histórica que los precede, varios investigadores de la Facultad de Geología de la Universidad de Oviedo han propuesto la implantación de una red de control sísmica —como la que ya está operativa en Euskadi (Euskalsis)— al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo.
De ellos, en 2020, cuatro superaron la magnitud 4. Sin embargo, no es posible determinar las fallas, juego de fallas, o cualquiera de los accidentes tectónicos que los generan, pues son aún desconocidos, y es porque no están cartografiados ni se hace un seguimiento acorde con la intensidad y la frecuencia vividas en los últimos años. Este tema de la falta de estudios y "falllas fantasma" fue investigado por el periodista Rodrigo Saiz que lo recogió en esta publicación para elDiario.es Navarra.
El Plan Especial de Protección Civil sobre el Riesgo Sísmico en Navarra (SISNA, febrero de 2011) debería haberse actualizado como mínimo dos o tres veces, ya que es obligatorio hacerlo tras eventos de estas características y no se hizo. Pero es que además, si no se hubieran vivido todos estos terremotos, es oblicatorio actualizarlo cada cinco años, con lo cual debería haberse hecho, al menos, en 2016 y en 2021. Pues tampoco.
2013-2016
Veamos un ejemplo tremendamente mediático por su persistencia (duró medio año) que fue tratado en una comisión especial en el Parlamento de Navarra: tras los más de 330 terremotos vividos en la Sierra de El Perdón en 2013 (figura 4) con dos impactos M4,2 (uno en marzo y otro en abril) ya era suficiente para haber actualizado el SISNA, además de ir planteándose una red propia de monitorización, tal y como se les comunicó a sus señorías en sede parlamentaria en la comisión de seguimiento de la sismicidad creada ese año por la presión realizada en las instituciones por personas influyentes y alcaldes de las zonas afectadas.
Hubo días en la primavera de aquel año con hasta una treintena de temblores que inquietaron notablemente a los habitantes de las localidades situadas en las áreas epicentrales y en los barrios sur de Pamplona. El año 2013 fue denominado por los medios locales como "el año de los terremotos". Nadie imaginó que lo que vendría el verano de 2020 (y parece que aún continúa a finales de 2021) iba a fulminar aquel calificativo con otro tipo de sismicidad que disipó casi el triple de energía que la liberada en El Perdón-Etxauri en 2013 (figura 4).
En la comisión parlamentaria se acordaron fundamentalmente dos acciones: una de carácter pedagógico para, al menos una vez al año, educar en la cultura sísmica a los estudiantes, qué son los terremotos, qué hacer si un día vamos a vivir a una zona sísmica, por qué Navarra tiembla, qué terremotos relevantes ha habido en la zona pirenaica, cuál sería su mayor grado destructivo, etc., y otra de carácter técnico enfocada a la inspección técnica de los edificios más vulnerables, principalmente del Casco Viejo de Pamplona y del barrio de la Txantrea (SISNA 2011, página 55) como se puede ver en este vídeo resumen de aquella jornada.
Pero no sólo no se cumplieron las promesas de carácter pedagógico tras aquel año en que el fenómeno sísmico abría portadas y noticieros, sino que el estudio propuesto dedicado a conocer las implicaciones de las antiguas explotaciones de potasa y las infiltraciones de agua, tampoco se abarcó por reticencias de algunos grupos políticos representados en la cámara, las cuales sonaron más a excusas de cualquier naturaleza pero no de carácter científico.
Una vez más los habitantes del área de Erreniega-El Perdón quedaron desamparados a la espera del brote de nuevos enjambres cuyo origen volvería a ser "un misterio" (fue el caso de un pequeño brote sucedido en octubre de 2015) y en el mejor de los casos atribuible a la Falla de Beriain, aunque las localizaciones epicentrales no coincidiesen para explicar lo ocurrido ni en 2013 ni en 2015. Pero es que tampoco se dio ningún paso hacia la propuesta consensuada por todos los grupos de realizar una inspección técnica del parque inmobiliario en las zonas más vulnerables apuntadas en el SISNA de 2011 (página 55) y también en sede parlamentaria, tal y como hizo, por ejemplo, el Gobierno Vasco en 2012. Más información al respecto aquí.
2017-2018
Otro ejemplo más: habría que considerar sin más preámbulos el enjambre de más de un centenar de terremotos que comenzó el 10 de marzo de 2017 con el Mw4,2 de Olagüe y aceleración básica del terreno registrada en Pamplona de 0,16g que cuadruplicó las expectativas de la norma de construcción sismorresistente, NCSE 2002 y duplicó a la última actualización de 2012 (figura 5).
A estos datos, hay que añadir, además, los eventos descritos entre 2020 y 2021 (figura 3) que continúan activos y de cuando en cuando alcanzan intensidades que la población no especializada y alguna prensa califica como que "vuelven los terremotos", pero la realidad es que nunca se fueron.
Todo apunta a lo oportuno y necesario de considerar el implantar una red de control similar a Euskalsis o a la propuesta para Galicia. La prioridad es desvelar la situación, longitud, evolución etc., de las fallas activas desconocidas a fecha de hoy y por supuesto, su potencial destructivo. Una labor ya avanzada en Galicia, con la mitad de terremotos generalmente dispersos y ya funcional en el País Vasco, un territorio con la décima parte de sismicidad que la de carácter concentrado de Navarra y sin impactos de magnitud 4 ni de intensidad V en los últimos 50 años (figura 2).
Por cada terremoto gallego se producen dos navarros y por cada terremoto vasco se producen en Navarra, ¡casi diez!
Si te interesan estos temas puedes consultar más sobre sismicidad en el norte de la Península ibérica en este enlace. Se recogen estudios científicos, históricos, humanos y de carácter multidisciplinar de aquellos eventos que han marcado de alguna manera el devenir de las comarcas que alguna vez fueron golpeadas por estos fenómenos naturales. Algunas comunidades que no le dieron importancia, quedaron afectadas por años, por décadas, a veces para siempre.
Se detalla información de campo, hemeroteca, aspectos singulares sobre algún terremoto histórico que quedó en el recuerdo de los habitantes y dejó su impronta en los edificios, caminos, iglesias..., sus efectos, cuáles fueron sus consecuencias y cómo algunas comunidades aprovecharon este fenómeno natural para poner en valor su historia y su cultura.
Otros enlaces con información geohistórica recogida en campo y hemeroteca sobre eventos sísmicos singulares en la historia de Navarra y alrededores se pueden encontrar en este blog, tales como los estudios arqueológicos e históricos que sugieren el origen sísmico del colapso de la catedral de Pamplona en 1390. El episodio sísmico de Pamplona y Sangüesa de 1612 adjudicado a un castigo divino. El conocido como Terremoto de Pamplona de 1903 con los primeros datos de la era científica muy influenciados, eso sí, por las novelas de Julio Verne y las teorías del fuego interno. El posterior Terremoto de Martes de 1923 (a la cola del embalse de Yesa) y el enjambre que se extendió hasta 1925 en los albores de la era científica. Los ya denominados Terremotos de Naranjito de 1982 en Pamplona y muchos más...
Una charla con Eva Caballero en el espacio de Ciencias de la Tierra de la Mecánica del Caracol de Radio Euskadi sobre las propuestas de monitorización de la actividad símica en Galicia y sus alrededores.
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