Durante los tiempos en que tanto
la tecnología, cada vez más eficiente, como la posibilidad de crecimiento
económico sostenido (gracias a los insumos de las energía accesibles) estuvieron
presentes, la complejidad de nuestras sociedades, las infraestructuras, la arquitectura, las ciudades, llegaron a cotas de diversidad y dificultad que
requirieron cada vez en más cuantía, asegurar la solidez y estabilidad del
medio sobre el que se erigían, el contexto en que vivían, el terreno que las sustentaba y el apuntalado energético que las hacía durables, sin embargo hace décadas que se alzaron voces sobre la insostenibilidad de acompañarlo con un crecimiento perpetuo, infinito. Con la gran cantidad de energía fósil concentrada disponible se pudo materializar la sociedad industrial y tecnológica. Pues bien, todo tiene un límite, y hemos tocado ya varios de ellos.
Para poder suplantar a los combustibles fósiles, ya que se agotan (figura 2), una fuente de energía alternativa tendría que ser barata de extraer, versátil y abundante, y la tecnología para explotar tendría que ser madura y capaz de desplegarse en todo el mundo en un tiempo relativamente corto. Ninguna fuente de energía conocida cumple estos requisitos.
Estamos condenados a parar una máquina que no sabemos cuándo se nos fue de las manos; deberemos repensar nuestro destino, se ha hecho necesidad; hemos crecido, hemos llegado a una madurez crítica, como el adolescente que deja de crecer para hacerse adulto, físicamente casi no cambia, el mayor cambio no es ahora el tamaño, es inmaterial, una nueva manera más responsable de ver la vida, de distribuir las energías, las inquietudes, los objetivos, se abre paso. Si la educación y las condiciones de crecimiento fueron favorables se cultivará una juventud y una madurez brillante, pero el joven adulto tiene que darse cuenta él solito de que ya no es un adolescente, comienza una era de formalidad (figura 1).
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FIGURA 3: LA PIRÁMIDE DE NUESTRAS CONQUISTAS SOCIALES: EN LA BASE LOS RECURSOS GEOLÓGICOS |
En la figura 3 anterior podemos ver la pirámide de nuestras conquistas sociales (flecha verde de la izquierda y lectura de abajo arriba dentro de la pirámide): éstas fueron cada vez más complejas gracias a la disponibilidad de una energía accesible y poco costosa (especialmente el nunca mejor llamado "oro negro") pero este estado, aunque muchos científicos no se hayan dado cuenta, no es eterno y en términos de energía neta o tasa de retorno energético (TRE) ya está cayendo como consecuencia de haber extraído y quemado la energía más fácil y accesible durante los últimos 150 años. Toda la arquitectura de nuestros sistemas sociales basados en la disponibilidad de energía barata y accesible se ven afectados (flecha roja). La TRE disminuye con el tiempo, cada conquista necesitó de mayores valores de esa TRE; al caer ésta, el flujo (flecha roja) de riqueza se invierte.
El tiempo apremia, las soluciones parche o las
iatrogenias no sólo no nos van a salvar, sino que están acentuando un gran problema cuya factura económica, social y medioambiental no deja de apuntar hacia un abismo cada vez más cercano,
el cambio climático y su impacto ineconómico computa en el PIB y se presenta como crecimiento, pero ¿algo ineconómico, iatrogénico, como arreglar Fukushima debe considerarse crecimiento por el mero hecho de aportar 500.000 millones de dólares al PIB? Desde hace muchos años, en térmicos de energía neta (TRE) que es mucho más fiable, estamos decreciendo (figura 2).
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FIGURA 4: HASTA EL PAPA FRANCISCO SE PERCATA Y
ADVIERTE DEL PROBLEMA |
Debemos observar nuestra civilización como lo que es:
una estructura disipativa. El
fracking por ejemplo, o las prospecciones de bajo rendimiento en lugares de mucha dificultad como en altamar o el Ártico, así como todo aquello que cueste más energía de obtener que la que proporciona, son ya, en este momento de la evolución, iaterogenias y aportes de tecnologías ineconómicas (figura 4).
El fin de la era industrial ya comenzó en 2005 con el pico del crudo. Ahora estamos presenciando el colapso de las sociedades cuya riqueza se basó en la producción, refinado, transporte, industria, de energía (figuras 2, 3 y 4).
La asociación compleja de rasgos culturales definitorios, de los cuales los seres humanos modernos estamos tan orgullosos, es consecuencia directa de la disponibilidad de recursos abundantes y accesibles, y no puede sobrevivir mucho tiempo a su agotamiento.
La energía solar fue secuestrada durante millones de años en reservas orgánicas sustanciales a través de lentos pero intensos procesos geológicos, entonces la aparición de una especie que pudiera liberarlos estaba garantizada. Tal especie, se desarrolla paralelamente a la entropía del medio que habita, y vuelve rápidamente su planeta a un nivel de energía almacenada mucho más bajo. Es un instante evolutivo, explota y se esfuma.
Así el paso del homo sapiens en esa escuálida etapa de la evolución altera significativamente la atmósfera y los patrones climáticos de la Tierra, de tal manera que prácticamente todos los seres vivos podrían extinguirse rápidamente. Pero incluso si esto no sucede, el ascenso y la caída del homo sapiens actuando así, alterando el medio que le hizo emerger, eliminaría muchas especies. Se ha estimado que se están extinguiendo a un ritmo de 17.500 por año (Wilson, 1988), y en las próximas décadas una cuarta parte de las especies del mundo está condenada (Raven, 1988).
Los bancos de pesca, por ejemplo, son un indicativo importante del desastre: un 43% de la población mundial (unos 3.000 millones de personas) se apoyan en la pesca para proporcionarse el 20% de su ingesta de proteínas animales. Por lo tanto, el hecho de que casi 9 de cada 10 bancos pesqueros ya se encuentren agotados, explotados al máximo, o sobreexplotados indica, sumado a la caída de la disponibilidad de combustibles fósiles, las guerras por ellos, y el incremento de flujos migratorios derivados de esa causa, el fin de una era.
La agricultura también tiene serios problemas: se necesitan más y más fertilizantes (derivados del petróleo) para compensar la capa superior del suelo perdido y casi una cuarta parte de la población mundial ya está desnutrida. La agricultura mecanizada derivada del uso del gasoil, combinada con los fertilizantes también derivados del petróleo, pudo suministrar alimentos hasta ahora, el declive de la disponibilidad de esa energía supone el fin de una era en que por ejemplo en occidente tan sólo un 2% de la población se dedicara a la agricultura, algo que nunca antes en la historia del homo sapiens se pudo dar.
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FIGURA 5: CORRIENTES MIGRATORIAS HISTÓRICAS DOMINANTES, DESDE EL SIGLO XVI (FLECHAS NARANJAS) Y LAS ACTUALES (FLECHAS AZULES) Y PAÍSES RECEPTORES (EN NARANJA). CON TRAMA DE RAYAS SE PUEDEN VER LOS PAÍSES EN QUE MÁS DE LA MITAD DE LA POBLACIÓN PROVIENE DE LA INMIGRACIÓN. |
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FIGURA 6: LAS NUEVAS CONTENCIONES EN LAS FRONTERAS INTERNAS EUROPEAS ANTE LA CRISIS DE REFUGIADOS DE 2015. LAS FLECHAS MUESTRAN LOS INTENSOS FLUJOS ACTUALES, EN BLANCO EL ESPACIO SCHENGEN. |
3. ¿El fin de una era?
Sí. Como la energía neta ha disminuido hacia valores de hasta un 20% de lo que fue en los años setenta u ochenta del siglo XX, el apuntalado de la civilización que llamamos occidental comienza a resentirse. Las consecuencias planetarias de 150 años de la quema de energía solar acumulada en forma de hidrocarburos durante cientos de millones de años, son el cambio en los patrones climáticos con un coste económico y social cada vez mayor.
El sistema que sustenta la población mundial ya está bajo estrés. El crecimiento en el uso de energía per cápita, que había ido aumentando continuamente desde que comenzamos a utilizar los combustibles fósiles, comenzó a disminuir hace unos 25 años y el ritmo acelerado en el que se ha ralentizado sugiere que no habrá crecimiento en absoluto de disponibilidad de alimentos per cápita a partir de ahora (figura 2, línea morada).
Cerca ya de
cien millones de desplazados climáticos o debido al
saqueo de recursos de sus países, vagan e intentan alcanzar los países llamados desarrollados (figuras 5, 6 y 7), pero que cada vez lo son menos por lo explicado, la desaparición de las clases medias en estos países desarrollados es paralela a la penalización de sus conquistas sociales: educación, sanidad, cultura universales se sustentaban sobre la riqueza energética, y ésta se volatiliza (figura 2)... Todo un reto que deberemos primero comprender como premisa necesaria pero no suficiente, para tomar las decisiones que no nos lleven al abismo que supondría el camino emprendido.
El medio natural y el medio humano no pueden acabar destruyéndose mutuamente.
Hemos llegado a un punto en el cual, por la caída inevitable de los insumos energéticos que llegan a nuestra estructura social (figuras 2 y 7), se requieren mayores costes, necesariamente crecientes tanto para el mantenimiento, como para el
"crecimiento" sacrificando paradójicamente los servicios básicos sociales que eran la esencia de lo que llamamos
"estado del bienestar" basado en él, en el crecimiento eterno, pero ésto, como nos dijeron ya en 1972 Dennis L. Meadows y sus compañeros del Club de Roma, tenía los días contados, y llegó (figuras 1 y 7).
Ahora exactamente la misma estructura basada en el crecimiento infinito no puede ser mantenida por más tiempo (figura 2), y sin un plan apropiado para su descenso, ésta seguirá un proceso parecido al de un cáncer, algo que puede acabar destruyéndola por completo. Idear desde la cultura un plan de descenso es algo políticamente impopular además de contrario a lo que se tiene por costumbre denominar "progreso" como sinónimo de "crecimiento" que es el santo y seña de todo gobierno o partido político; sin embargo no es nuevo, y ya somos muchos los científicos y humanistas que intentamos hacer llegar la realidad de lo que vivimos a nuestros vecinos, amigos, a nuestros dirigentes... Tomar decisiones acertadas es ahora más necesario que nunca; comprender el diagnóstico es necesario, pero no suficiente.
Existen propuestas efectivas que sí han contado con el reto de un futuro sostenible, es bien conocido en el ámbito científico que trata desde hace años con el problema de la inestabilidad de las estructuras disipativas ¿inteligentes? El concepto de sostenibilidad (estabilidad) es el pilar sobre el que se diseñan, en contraposición, como estamos viendo, al de “promesa de estabilidad, puestos de trabajo, progreso, crecimiento...” que por el camino escogido de espaldas a la geología, serán imposibles de cumplir.
El apremiante problema de la insostenibilidad de las complejas estructuras sociales e infraestructuras creadas por la sociedad moderna del siglo XX y XXI es mucho más grave y tiene un alcance mucho más profundo de lo que la mayoría de la población se pueda imaginar, e incluso de los que lo conocen por haberlo estudiado, o quienes se asoman por curiosidad, o sólo con el ánimo de contrastar, a este tipo de reflexiones; hasta el punto que no sería desmesurado afirmar que el colapso de nuestras conquistas sociales e infraestucturas energéticas o grandes obras, o vías de comunicación, serán de los mayores desafíos que tendremos que asumir y enfrentar en los próximos años. Por ello es apremiante y vital reaccionar cuanto antes, y hacerlo ahora que aún disponemos de energía para poder realizar una transición, y que haremos irremisiblemente, ya sea por las buenas o por las malas, pero la haremos, esperemos que la estructura disipativa dé ya señales de inteligencia...