jueves, 24 de septiembre de 2015

CHILE, LA EFECTIVIDAD DE LA CULTURA SÍSMICA




PUBLICADO EN VARIOS MEDIOS

LOS PEORES EFECTOS FUERON EN PARTE DEL PUERTO DE COQUIMBO DEBIDOS AL TSUNAMI (efe)

Desde el terremoto principal del día 17 de septiembre, con una magnitud de 8,3 ya van más de ochenta réplicas mayores de 4, alguna sobrepasa la magnitud 7. Chile es un país muy familiarizado con las sacudidas de la Tierra, ostenta una larga historia de terremotos destructivos, incluyendo el del 27 de febrero 2010 de 8,8, el sexto más fuerte de nuestra historia. Esta zona de subducción (la placa oceánica se hunde bajo la continental) también recibió la mayor sacudida de la historia conocida por la humanidad: el terremoto de 1960 al sur de Chile que llegó a 9,5. Estos eventos corticales son el resultado de la deformación debida al empuje de hasta 7,4 centímetros al año en esa colisión cuyo efecto más espectacular es la formación de la cordillera andina.

Pero hablar de Chile es también hablar de resiliencia, la capacidad de un cuerpo, un ser vivo, una comunidad…, para sobreponerse, aprender y salir fortalecida tras una catástrofe. Después de que más de 600 kilómetros de territorio chileno fueran afectados por el terremoto de 2010 (8,8) por ejemplo, la capacidad exportadora de Chile logró una rápida recuperación, en tan solo tres meses habían alcanzado los niveles previos a semejante impacto.

Nadie le va a enseñar a Chile, que ha conocido desde siempre los terremotos, cómo se gestionan; los chilenos saben que son impredecibles y que su furia es capaz de arruinarlo todo. Como el 27 de febrero del 2010, en ese aspecto, lo del pasado 17 de septiembre no fue diferente. Viendo la magnitud del terremoto y tsunami podemos afirmar con rotundidad que Chile resistió de forma excelente un impacto más que en otras zonas del planeta hubiera supuesto una catástrofe, el avance en sus estándares sismorresistentes, la calidad de los profesionales que desempeñan esas disciplinas y una población muy preparada y cultivada en esa cultura, son las virtudes que hacen que en Europa sintamos envidia. Lorca y nuestro terremoto de 5,1 aún acarrea secuelas que parecen irrecuperables, han pasado más de cuatro años; l’Aquila con su 5,8 no levanta cabeza, han pasado más de seis, Emilia 6,0 lentamente se reconstruye desde aquellos impactos de 2012.

LA ESPAÑA SÍSMICA: zona sureste y área pirenaica. Valores de la aceleración básica para 0,2s (en g). Período de retorno de 475 años (Actualización de mapas de peligrosidad sísmica de España, 2012, IGN).

Aunque estos fenómenos por estas latitudes no pueden alcanzar esas magnitudes, deberemos estar concienciados y preparados de su compañía en nuestra geohistoria y su recurrencia. Dada la repercusión mediática que se desplegó tras el terremoto de Lorca, el colegio de geólogos de España elaboró un sencillo decálogo para minimizar el riesgo sísmico con medidas concretas a realizar por las administraciones públicas. Se envió a todas las instancias gubernamentales, autonómicas y locales de la España sísmica. "Solo obtuvimos respuesta de la Consejería de Presidencia de Murcia para realizar cursos de autoprotección en técnicos municipales y profesorado, pero a día de hoy no se ha concretado nada", explican. Las comunidades que no le dieron importancia a la seguridad sísmica quedan afectadas por años, por décadas, a veces para siempre.

Tan sólo en el siglo XIII sucedió lo que ha pasado entre el XX y lo que llevamos de XXI en nuestras tierras españolas: vivir un devenir sin terremotos destructivos; es el lapso de tiempo más largo de nuestra historia en que estos fenómenos nos han dado una tregua de 134 años, tiempo suficiente para olvidar. Pero la realidad histórica ha sido otra: al menos catorce terremotos destructivos han golpeado nuestra piel de toro en los seis últimos siglos, ninguno en el siglo pasado ni en el presente, ni siquiera Lorca cuenta. Debemos aprovechar los últimos acontecimientos sísmicos para rescatar la memoria y prepararnos, ya somos 46 millones de almas y la amnesia sísmica se sabe que es letal.

lunes, 21 de septiembre de 2015

¿CUOTAS DE ENERGÍA PARA EVITAR EL COLAPSO?



FIGURA 1: PROYECCIÓN FUTURA DE CALENTAMIENTO DEL PLANETA (VARIOS ESCENARIOS): AZUL: BAJAS EMISIONES DE GASES DE EFECTO INVERNADERO, ROJO: ALTAS EMISIONES, VIOLETA: MUY ALTAS EMISIONES.

Más temprano que tarde vamos a asignar cuotas de producción de combustibles fósiles a través de negociaciones con los estados, con los ciudadanos, sobre bases de reparto per cápita.

"Animamos a todos ciudadanos, los políticos y los medios de comunicación, a no tomar las proyecciones optimistas de la AIE al pie de la letra, sino más bien a analizarlas de manera más profunda" David Hughes.


En este momento los enviados a París como negociadores políticos del cambio climático están intentando llegar a un acuerdo que sea firmado en diciembre. Discuten medidas políticas, impuestos al carbono, participación de cuotas, problemas de abastecimiento futuro... En el trasfondo de las negociaciones presiona la recomendación de una comunidad científica consensuada y que advierte: "o dejamos en el subsuelo los hidrocarburos que quedan, o una sexta extinción será inevitable", así de crudo y contundente lo presentan.

Pero hay unas decisiones que serán mucho más difíciles de tomar por escurridizas. De ellas no llega el eco de su gestión, y son precisamente las más importantes: ¿hay que limitar las emisiones de dióxido de carbono? ¿Vamos a dejar de consumir combustibles fósiles para no abocarnos a una extinción masiva ya consensuada por la práctica totalidad de la comunidad científica? ¿Con un panorama de calentamiento global (figura 1) acentuado con las alarmantes cifras de cada mes, la acidificación de los océanos sin precedentes, una acumulación de energía en los primeros centenares de metros oceánicos (figura 2) cuyo impacto en los patrones climáticos es un rompecabezas económico y social, vamos a permitir la extracción controlada de combustibles fósiles? ¿Cómo se deberían asignar las cantidades de producción a cada país, comunidad, etc.? Una idea bastante prometedora, que ha tenido muy poca proyección y ha sido objeto de prácticamente nula atención, es el uso del inevitable racionamiento que vendrá, a través de cuotas negociables de energía.

Nuestro dilema climático es muy grave, los datos nos muestran que además el problema empeora mes a mes. Año tras año batimos un nuevo récord de "el año más caluroso de la historia". No tenemos tiempo para discutir si sí, o si no..., si es inminente o si se podrían quemar combustibles a la par que gastamos la poca energía fósil accesible que nos queda en atrapar CO2. Debemos hacer las cosas de un modo más simple, deberemos ser más directos y divulgar el problema económico de las bajas Tasas de Retorno Energético (TRE) actuales y su impacto ineconómico, renunciar a una porción anual cada vez mayor de la producción de combustibles fósiles ya no es la única opción, porque ni siquiera es opción, es imposición.

Tarde o temprano vamos a ver la asignación de cuotas de producción de combustibles fósiles a través de negociaciones con los estados, con los ciudadanos, sobre bases de reparto per cápita. El resto podría ser subastado para la industria, una industria tejida con empresas responsables con el fin de preservar la vida sobre el planeta, cuyo motor se fundamentará (por pura necesidad) en otra mentalidad que ya no podrá ser la exclusivamente mercantil, pues se nos va la vida en ello, el planeta, la especie humana..., tal y como los conocemos están en serio peligro ahora mismo. No es un reto para dentro de una década, es para ya. Me temo que la cumbre de París 2015 iniciará un cambio radical en este aspecto.

FIGURA 2: EN LOS OCÉANOS SE ESTÁ ALMACENANDO LA MAYOR PARTE DE LA ENERGÍA DEBIDA AL CALENTAMIENTO GLOBAL.

Para realizar la inevitable transición hacia las energías renovables se impondrán una serie de facilidades a nivel mundial, no cabe la menor duda, ya sean subvencionadas directamente o con descuentos en la energía fósil que utilizan para electrificar toda actividad humana (que sea posible electrificar, claro) y apostar por la eficiencia, la sostenibilidad y el ahorro como botes salvavidas, así como asumir y ayudar a comprender el radical cambio en la percepción del mundo y la sociedad que se imponen. Todo ello derivará en la creación de un compromiso y un fondo internacional que haga cumplir a rajatabla unas cuotas de producción y consumo razonables acordes con la magnitud de los problemas ambientales, alimenticios, sociales..., que se están desarrollando, y articular así todos los esfuerzos posibles para que los ciudadanos quieran comprender (por necesidad) el porqué de una última maniobra consensuada a nivel mundial.

Además, para el alivio de los cada vez más intensos desastres naturales relacionados con el clima y que van a golpear nuestras ciudades, costas, comunidades, se deberán consensuar fondos económicos y reservas energéticas que faciliten la rápida actuación, así como adecuar a las comunidades en la resiliencia física y cultural...

Parte de esos fondos irán destinados a ayudar a los países pobres hacia políticas de desarrollo sin carbono, yendo directamente y a la par en su desarrollo hacia las energías renovables con la tecnología intermedia. El fomento de la agricultura, ganadería, industria, cercanas, así como la recuperación de suelos y reforestación deberán beneficiarse ante el reto futuro de seguir viviendo en un planeta habitable o permitir que éste se degrade aún más y los flujos migratorios se hagan insoportables, finalmente inútiles, y las guerras por los pocos recursos que queden empeoren una situación que hace décadas ya era insostenible y que hoy vemos cómo colapsa.

El futuro de nuestra civilización está determinado en gran medida por las suposiciones y expectativas que tenemos hoy en día del suministro energético (en especial de hidrocarburos) y que nos dicen desde la Agencia Internacional de la Energía (AIE) con un optimismo infundado, podría continuar siendo un grifo infinito. Como la energía juega el papel de apuntalar completamente nuestra economía, el medio ambiente y las personas, la importancia de hacer y comunicar las cosas de manera realista y adecuada en el ámbito de la energía no puede ser exagerada, camuflada o maquillada, según intereses corporativos o concepciones políticas o filosóficas del mundo, el ser humano y la evolución de las sociedades están por encima de la ideología, hoy hace falta echar mano de la lógica para desenmascarar el autoengaño, la manipulación, o la voluntad de esconder ciertos intereses sectoriales.

El homo tecnologicus fue posible con el devenir de los tiempos gracias a la disponibilidad de recursos geológicos que proporcionaban energías baratas y accesibles (en especial los hidrocarburos, sobre todo el nunca mejor denominado "oro negro"), con ello la complejidad de organización, expansión, dificultad constructiva de su hábitat, llegó a niveles nunca antes vistos en la historia; con ello también la noción de dominio del medio y de riesgo sufrieron un cambio paralelo en complejidad, siendo inicialmente ambas cuestiones concretas y sencillas, con el tiempo se convirtieron en difusas y complejas. El ser humano llegó a un punto en el que creyó que este flujo de riqueza que venía de la Tierra iba a estar apuntalando nuestra civilización (también como parte del planeta) para siempre. Pero todo tiene un límite. El riesgo hoy se percibe preferentemente en términos económicos, no antropológicos. El mejor ejemplo para ver la dificultad que le dejamos a las generaciones futuras en cuanto a gestionar nuestros desfases, es la herencia de nuestros residuos nucleares.


Como nota final, las sabias palabras del geólogo David Hughes del Post Carbon Institute respecto de la importancia de decir la verdad con respecto a la energía fósil y su papel de apuntalado de nuestra economía, y por lo tanto de nuestra sociedad, son una clara advertencia del error de seguir por un camino que no lleva nada más que a enfatizar el problema: "Animamos a todos ciudadanos, los políticos y los medios de comunicación, a no tomar las proyecciones optimistas de la AIE al pie de la letra, sino más bien a analizarlas de manera más profunda".


CICLO DEL AGUA PLANETARIO, LA DIMENSIÓN VITAL QUE APENAS COMENZAMOS A COMPRENDER



 


La cantidad de agua bajo la superficie de la Tierra podría superar ¡tres veces! los océanos de la superficie de nuestro planeta.

No cabe duda de que estamos viendo ya las evidencias de un ciclo del agua que abarca a todo el planeta.


La Tierra es un sistema interactivo complejo. Cuando alteramos el clima, también alteramos la tierra firme. Pocas personas fuera (e incluso dentro) de las ciencias de la Tierra piensan que nuestro planeta es un sistema interconectado. La mayoría de los científicos creen que lo que pasa arriba en la atmósfera está completamente desconectado de lo que pasa bajo sus pies. Las actuales teorías científicas dominantes sobre las causas de los sucesos sísmicos, volcánicos o tectónicos, se han concebido como si el movimiento espacial de la materia mineral fuera el único acontecimiento a tener en cuenta. No es de extrañar que ninguna de las teorías, hasta ahora, haya resultado realmente satisfactoria incluso para el pensamiento de orientación más mecanicista.

Thales de Mileto, (624-546 a.C.) observó ya hace 2.600 años que cada masa de tierra acababa siempre sobre el agua. A partir de ello dedujo que el conjunto de la Tierra debería estar como flotando en una cama de agua, de la que además ha surgido. Cuando ocurre algo en esa agua recibimos ondas y temblores. Es la primera teoría científica sobre el origen de la sismicidad. En realidad nunca ha sido abandonada y en cada época ha ido acompañando a los paradigmas que han dominado al respecto, desde los castigos divinos hasta la tectónica de placas.

Thales sentencia así desde hace ya casi tres milenios que esos movimientos del agua sobre la que flotan los continentes los experimentamos como terremotos. Pero la verdadera importancia de su pensamiento radica en el hecho de que él fue el primer pensador conocido en buscar respuestas naturalistas y racionales a las preguntas fundamentales. Así, Thales en lugar de achacar que los objetos y acontecimientos que atribuyen a los caprichos de los dioses esos eventos naturales, se los adjudica al propio movimiento del mundo físico. En especial al movimiento de uno de los cuatro elementos: el agua. Al hacerlo, él y los filósofos posteriores de la Escuela de Mileto sentaron las bases del futuro pensamiento científico y filosófico en todo el mundo occidental que hoy vuelve a sus raíces.

¿Tanta razón tenía Thales? Pues parece que así es. Esta semana se publica en Nature el trabajo de un equipo de geólogos de la Universidad de Columbia (EEUU) liderado por Yaakov Weiss en el que analizan las inclusiones fluidas traídas a la superficie por diamantes recogidos en varias zonas de la corteza y que corroboran la incisiva mirada del sabio griego. La mayoría de los diamantes nacen en profundidades cercanas a los 200 ó 300 km y, según se van formando atrapan líquidos salinos de su entorno: el manto superior. Como la química de estas inclusiones fluidas no cambia según los diamantes viajan hacia la superficie terrestre, obtenemos una valiosísima información sobre el manto, una región profunda e inaccesible.

THALES DE MILETO

La cantidad de agua bajo la superficie de la Tierra podría superar ¡tres veces! los océanos de la superficie de nuestro planeta. Los investigadores de Northwestern y Nuevo México encontraron el año pasado bolsas llenas de magma situadas a unos 650 kilómetros por debajo de América del Norte, una firma probable de la presencia de agua en estas profundidades. 

El descubrimiento sugiere que el agua de la superficie de la Tierra puede ser impulsada a tan grandes profundidades por las placas tectónicas, causando finalmente la fusión parcial de las rocas que se encuentran profundamente en el manto. Se presentó entonces el descubrimiento de un gran océano de varios kilómetros bajo la superficie de la Tierra. 

El minerálogo Steve Jacobsen y el sismólogo Brandon Schmandt, encontraron bolsas profundas de agua a cientos de kilómetros bajo América del Norte. 



El estudio combinó los experimentos de laboratorio de Jacobsen en el que estudia la roca del manto bajo las altas presiones simuladas de 600 kilómetros debajo de la superficie de la Tierra con las observaciones de Schmandt, utilizando grandes cantidades de datos sísmicos de la red sísmica americana, una densa red de más de 2.000 sismógrafos. Por otro lado Michael E. Wysession, profesor de la Universidad de Washington de ciencias terrestres y planetarias, en colaboración con el ex-estudiante graduado Jesse Lawrence (ahora en la Universidad de California, San Diego), analizaron 80.000 ondas en más de 600.000 sismogramas y encontraron un gran área en el manto inferior de la Tierra, debajo de Asia oriental, donde el agua es el amortiguador, o atenuante, de las ondas sísmicas de los terremotos.

Los procesos geológicos de la superficie de nuestro planeta, como son los terremotos o las erupciones volcánicas, son un gesto de lo que está sucediendo a cientos de kilómetros bajo nuestros pies, muy lejos de nuestra mirada, pero ahora puede ayudar a explicar la gran cantidad de agua líquida en la superficie de nuestro planeta habitable.

No cabe duda de que estamos viendo ya las evidencias de un ciclo del agua que abarca a todo el planeta. Los científicos hemos estado buscando esta agua profunda que faltaba para explicar muchas cosas desde hace décadas, ahora hemos dado un paso más hacia su encuentro y comprensión. Gracias a esta dinámica se sostiene nuestra casa global y toda la vida del planeta, corroborando así la clarividencia de Thales de Mileto. Como afirma Jacobsen: “debemos estar agradecidos por esta gran reserva, si no estuviera allí, estaría sobre la superficie de la Tierra, y la cima de las montañas sería la única tierra que se vería sobresalir.”

jueves, 3 de septiembre de 2015

ES UNA CRISIS GEOLÓGICA Y CULTURAL

TURQUÍA: 2 DE SEPTIEMBRE DE 2015

La fotografía de arriba ha provocado un terremoto emocional que ha recorrido el planeta. Mucha gente asustada reflexiona ahora en sus casas, mira la prensa, atiende al televisor, busca por las redes sociales...

¿Qué es lo que está pasando? ¿Por qué no salimos nunca de esta crisis tan cruel? ¿Cuando acabará esta pesadilla? ¿Qué podemos hacer como ciudadanos? ¿Dónde hunde sus raíces este momento clave de la historia de la humanidad?... 

Preguntas lógicas y muy complejas de contestar sin vincularlas a la verdadera crisis que sufre la humanidad y que no es otra que una crisis geológica y cultural. Es el fin de una era.



1. ¿Una crisis geológica?

. El planeta Tierra ha llegado a darnos todo lo que tenemos y nos ha suministrado alimento, agua, energía y materias primas de diferentes maneras a lo largo de la historia; dependiendo de nuestra cultura y tecnología en cada momento, las hemos transformado. El ser humano ha llegado a las cotas más elevadas de la evolución gracias, entre otras muchas cosas, al conocimiento científico y a su aplicación en la adecuación del medio para su propia comodidad. Así, las ciencias naturales y sus especialidades en el campo de las ciencias de la Tierra contribuyeron a identificar los terrenos más adecuados y estables para cultivar, practicar la ganadería, proyectar, esculpir, extraer recursos y hacer realidad según qué obras de infraestructura, centrales energéticas, nucleares, presas, obras lineales, etc., con objeto de facilitarse a sí mismo la existencia. La visión holística de la historia es fundamental para obtener una imagen fiel de cómo hemos llegado hasta aquí.

El homo tecnologicus fue posible con el devenir de los tiempos gracias a la disponibilidad de recursos geológicos que proporcionaban energías baratas y accesibles (en especial los hidrocarburos, sobre todo el nunca mejor denominado "oro negro"), con ello la complejidad de organización, expansión, dificultad constructiva, llegó a niveles nunca antes vistos en la historia; con ello también la noción de dominio del medio y de riesgo sufrieron un cambio paralelo en complejidad, siendo inicialmente ambas cuestiones concretas y sencillas, con el tiempo se convirtieron en difusas y complejas. El ser humano llegó a un punto en el que creyó que este flujo de riqueza que venía de la Tierra iba a estar apuntalando nuestra civilización (también como parte del planeta) para siempre. Pero todo tiene un límite (figura 1).

FIGURA 1: LOS LÍMITES DEL CRECIMIENTO
La geohistoria nació así como una ciencia histórica que se abocó al estudio de la dinámica entre una sociedad y la estructura geográfica y geológica que la sustenta. La geografía como estructura que sostiene a las sociedades en diferentes momentos históricos, influye en ellas, pero no las determina, éstas son capaces, según su tecnología, disponibilidad de recursos y cultura, de abrir aún más el abanico de posibilidades que poseen y aún de modificar la geografía en que habitan. 

Nuestra civilización surge y se multiplica de manera geométrica como una estructura disipativa, es decir, se constituye con la aparición de una estructura coherente, autoorganizada, en un sistema cada vez más alejado del equilibrio termodinámico (entropía). La erosión, la gravedad, el desgaste, deberían haber dejado este planeta como un desierto, pero aquí además de esa energía externa, también la hay interna, lo que neutralizó a éstas y las fue moldeando poco a poco mientras durante cientos de millones de años fabricó nuestras fuentes de energía y recursos que hoy nos proporcionan la posibilidad de esta sociedad tecnológica: la habitada por el "homo tecnologicus". Y sí, hay una peculiaridad en la evolución particular de este planeta: sobre él apareció la vida, y con ella el ser humano y sus complejas organizaciones sociales construidas sobre la base de la energía solar fósil: los hidrocarburos.

Durante los tiempos en que tanto la tecnología, cada vez más eficiente, como la posibilidad de crecimiento económico sostenido (gracias a los insumos de las energía accesibles) estuvieron presentes, la complejidad de nuestras sociedades, las infraestructuras, la arquitectura, las ciudades, llegaron a cotas de diversidad y dificultad que requirieron cada vez en más cuantía, asegurar la solidez y estabilidad del medio sobre el que se erigían, el contexto en que vivían, el terreno que las sustentaba y el apuntalado energético que las hacía durables, sin embargo hace décadas que se alzaron voces sobre la insostenibilidad de acompañarlo con un crecimiento perpetuo, infinito. Con la gran cantidad de energía fósil concentrada disponible se pudo materializar la sociedad industrial y tecnológica. Pues bien, todo tiene un límite, y hemos tocado ya varios de ellos. 

Para poder suplantar a los combustibles fósiles, ya que se agotan (figura 2), una fuente de energía alternativa tendría que ser barata de extraer, versátil y abundante, y la tecnología para explotar tendría que ser madura y capaz de desplegarse en todo el mundo en un tiempo relativamente corto. Ninguna fuente de energía conocida cumple estos requisitos.

FIGURA 2: LOS LÍMITES DEL CRECIMIENTO (CLUB DE ROMA, 1972)



2. ¿Una crisis cultural?

. El medio social, como el ambiental, o el económico, se han vuelto inestables, la volatilidad de los precios de la energía, la inestabilidad geopolítica, la social, las migraciones climáticas de decenas de millones de personas, las que lo hacen por conflictos bélicos, ideológicos..., envuelven ya al planeta en una atmósfera que bien tiene que ver con el complementario de ese binomio estabilidad-sostenibilidad y se ha trastocado en justo lo contrario: el mundo es ahora mismo insostenible y por ello es inestable. Todo es inestable, desde los precios del petróleo hasta la psicología social, se ha perdido una buena dosis de autopoiesis como condición de existencia en la continua producción de nosotros mismos.

Estamos condenados a parar una máquina que no sabemos cuándo se nos fue de las manos; deberemos repensar nuestro destino, se ha hecho necesidad; hemos crecido, hemos llegado a una madurez crítica, como el adolescente que deja de crecer para hacerse adulto, físicamente casi no cambia, el mayor cambio no es ahora el tamaño, es inmaterial, una nueva manera más responsable de ver la vida, de distribuir las energías, las inquietudes, los objetivos, se abre paso. Si la educación y las condiciones de crecimiento fueron favorables se cultivará una juventud y una madurez brillante, pero el joven adulto tiene que darse cuenta él solito de que ya no es un adolescente, comienza una era de formalidad (figura 1).

FIGURA 3: LA PIRÁMIDE DE NUESTRAS CONQUISTAS SOCIALES: EN LA BASE LOS RECURSOS GEOLÓGICOS

En la figura 3 anterior podemos ver la pirámide de nuestras conquistas sociales (flecha verde de la izquierda y lectura de abajo arriba dentro de la pirámide): éstas fueron cada vez más complejas gracias a la disponibilidad de una energía accesible y poco costosa (especialmente el nunca mejor llamado "oro negro") pero este estado, aunque muchos científicos no se hayan dado cuenta, no es eterno y en términos de energía neta o tasa de retorno energético (TRE) ya está cayendo como consecuencia de haber extraído y quemado la energía más fácil y accesible durante los últimos 150 años. Toda la arquitectura de nuestros sistemas sociales basados en la disponibilidad de energía barata y accesible se ven afectados (flecha roja). La TRE disminuye con el tiempo, cada conquista necesitó de mayores valores de esa TRE; al caer ésta, el flujo (flecha roja) de riqueza se invierte.

El tiempo apremia, las soluciones parche o las iatrogenias no sólo no nos van a salvar, sino que están acentuando un gran problema cuya factura económica, social y medioambiental no deja de apuntar hacia un abismo cada vez más cercano, el cambio climático y su impacto ineconómico computa en el PIB y se presenta como crecimiento, pero ¿algo ineconómico, iatrogénico, como arreglar Fukushima debe considerarse crecimiento por el mero hecho de aportar 500.000 millones de dólares al PIB? Desde hace muchos años, en térmicos de energía neta (TRE) que es mucho más fiable, estamos decreciendo (figura 2).

FIGURA 4: HASTA EL PAPA FRANCISCO SE PERCATA Y
ADVIERTE DEL PROBLEMA
Debemos observar nuestra civilización como lo que es: una estructura disipativa. El fracking por ejemplo, o las prospecciones de bajo rendimiento en lugares de mucha dificultad como en altamar o el Ártico, así como todo aquello que cueste más energía de obtener que la que proporciona, son ya, en este momento de la evolución, iaterogenias y aportes de tecnologías ineconómicas (figura 4). 

El fin de la era industrial ya comenzó en 2005 con el pico del crudo. Ahora estamos presenciando el colapso de las sociedades cuya riqueza se basó en la producción, refinado, transporte, industria, de energía (figuras 2, 3 y 4). 



La asociación compleja de rasgos culturales definitorios, de los cuales los seres humanos modernos estamos tan orgullosos, es consecuencia directa de la disponibilidad de recursos abundantes y accesibles, y no puede sobrevivir mucho tiempo a su agotamiento.

La energía solar fue secuestrada durante millones de años en reservas orgánicas sustanciales a través de lentos pero intensos procesos geológicos, entonces la aparición de una especie que pudiera liberarlos estaba garantizada. Tal especie, se desarrolla paralelamente a la entropía del medio que habita, y vuelve rápidamente su planeta a un nivel de energía almacenada mucho más bajo. Es un instante evolutivo, explota y se esfuma.

Así el paso del homo sapiens en esa escuálida etapa de la evolución altera significativamente la atmósfera y los patrones climáticos de la Tierra, de tal manera que prácticamente todos los seres vivos podrían extinguirse rápidamente. Pero incluso si esto no sucede, el ascenso y la caída del homo sapiens actuando así, alterando el medio que le hizo emerger, eliminaría muchas especies. Se ha estimado que se están extinguiendo a un ritmo de 17.500 por año (Wilson, 1988), y en las próximas décadas una cuarta parte de las especies del mundo está condenada (Raven, 1988).

Los bancos de pesca, por ejemplo, son un indicativo importante del desastre: un 43% de la población mundial (unos 3.000 millones de personas) se apoyan en la pesca para proporcionarse el 20% de su ingesta de proteínas animales. Por lo tanto, el hecho de que casi 9 de cada 10 bancos pesqueros ya se encuentren agotados, explotados al máximo, o sobreexplotados indica, sumado a la caída de la disponibilidad de combustibles fósiles, las guerras por ellos, y el incremento de flujos migratorios derivados de esa causa, el fin de una era.

La agricultura también tiene serios problemas: se necesitan más y más fertilizantes (derivados del petróleo) para compensar la capa superior del suelo perdido y casi una cuarta parte de la población mundial ya está desnutrida. La agricultura mecanizada derivada del uso del gasoil, combinada con los fertilizantes también derivados del petróleo, pudo suministrar alimentos hasta ahora, el declive de la disponibilidad de esa energía supone el fin de una era en que por ejemplo en occidente tan sólo un 2% de la población se dedicara a la agricultura, algo que nunca antes en la historia del homo sapiens se pudo dar.


FIGURA 5: CORRIENTES MIGRATORIAS HISTÓRICAS DOMINANTES, DESDE EL SIGLO XVI (FLECHAS NARANJAS) Y LAS ACTUALES (FLECHAS AZULES) Y PAÍSES RECEPTORES (EN NARANJA). CON TRAMA DE RAYAS SE PUEDEN VER LOS PAÍSES EN QUE MÁS DE LA MITAD DE LA POBLACIÓN PROVIENE DE LA INMIGRACIÓN.
FIGURA 6: LAS NUEVAS CONTENCIONES EN LAS FRONTERAS INTERNAS EUROPEAS ANTE LA CRISIS DE REFUGIADOS DE 2015. LAS FLECHAS MUESTRAN LOS INTENSOS FLUJOS ACTUALES, EN BLANCO EL ESPACIO SCHENGEN.



3. ¿El fin de una era?

. Como la energía neta ha disminuido hacia valores de hasta un 20% de lo que fue en los años setenta u ochenta del siglo XX, el apuntalado de la civilización que llamamos occidental comienza a resentirse. Las consecuencias planetarias de 150 años de la quema de energía solar acumulada en forma de hidrocarburos durante cientos de millones de años, son el cambio en los patrones climáticos con un coste económico y social cada vez mayor.

El sistema que sustenta la población mundial ya está bajo estrés. El crecimiento en el uso de energía per cápita, que había ido aumentando continuamente desde que comenzamos a utilizar los combustibles fósiles, comenzó a disminuir hace unos 25 años y el ritmo acelerado en el que se ha ralentizado sugiere que no habrá crecimiento en absoluto de disponibilidad de alimentos per cápita a partir de ahora (figura 2, línea morada).

Cerca ya de cien millones de desplazados climáticos o debido al saqueo de recursos de sus países, vagan e intentan alcanzar los países llamados desarrollados (figuras 5, 6 y 7), pero que cada vez lo son menos por lo explicado, la desaparición de las clases medias en estos países desarrollados es paralela a la penalización de sus conquistas sociales: educación, sanidad, cultura universales se sustentaban sobre la riqueza energética, y ésta se volatiliza (figura 2)... Todo un reto que deberemos primero comprender como premisa necesaria pero no suficiente, para tomar las decisiones que no nos lleven al abismo que supondría el camino emprendido. El medio natural y el medio humano no pueden acabar destruyéndose mutuamente. 

Hemos llegado a un punto en el cual, por la caída inevitable de los insumos energéticos que llegan a nuestra estructura social (figuras 2 y 7), se requieren mayores costes, necesariamente crecientes tanto para el mantenimiento, como para el "crecimiento" sacrificando paradójicamente los servicios básicos sociales que eran la esencia de lo que llamamos "estado del bienestar" basado en él, en el crecimiento eterno, pero ésto, como nos dijeron ya en 1972 Dennis L. Meadows y sus compañeros del Club de Roma, tenía los días contados, y llegó (figuras 1 y 7).

FIGURA 7: DENNIS L. MEADOWS, ES UNO DE LOS AUTORES DE "LOS LIMITES DEL CRECIMIENTO"

Ahora exactamente la misma estructura basada en el crecimiento infinito no puede ser mantenida por más tiempo (figura 2), y sin un plan apropiado para su descenso, ésta seguirá un proceso parecido al de un cáncer, algo que puede acabar destruyéndola por completo. Idear desde la cultura un plan de descenso es algo políticamente impopular además de contrario a lo que se tiene por costumbre denominar "progreso" como sinónimo de "crecimiento" que es el santo y seña de todo gobierno o partido político; sin embargo no es nuevo, y ya somos muchos los científicos y humanistas que intentamos hacer llegar la realidad de lo que vivimos a nuestros vecinos, amigos, a nuestros dirigentes... Tomar decisiones acertadas es ahora más necesario que nunca; comprender el diagnóstico es necesario, pero no suficiente.

Existen propuestas efectivas que sí han contado con el reto de un futuro sostenible, es bien conocido en el ámbito científico que trata desde hace años con el problema de la inestabilidad de las estructuras disipativas ¿inteligentes? El concepto de sostenibilidad (estabilidad) es el pilar sobre el que se diseñan, en contraposición, como estamos viendo, al de “promesa de estabilidad, puestos de trabajo, progreso, crecimiento...” que por el camino escogido de espaldas a la geología, serán imposibles de cumplir.

El apremiante problema de la insostenibilidad de las complejas estructuras sociales e infraestructuras creadas por la sociedad moderna del siglo XX y XXI es mucho más grave y tiene un alcance mucho más profundo de lo que la mayoría de la población se pueda imaginar, e incluso de los que lo conocen por haberlo estudiado, o quienes se asoman por curiosidad, o sólo con el ánimo de contrastar, a este tipo de reflexiones; hasta el punto que no sería desmesurado afirmar que el colapso de nuestras conquistas sociales e infraestucturas energéticas o grandes obras, o vías de comunicación, serán de los mayores desafíos que tendremos que asumir y enfrentar en los próximos años. Por ello es apremiante y vital reaccionar cuanto antes, y hacerlo ahora que aún disponemos de energía para poder realizar una transición, y que haremos irremisiblemente, ya sea por las buenas o por las malas, pero la haremos, esperemos que la estructura disipativa dé ya señales de inteligencia...


EL FIN DE UNA ERA