En Geología y Ciudad se presenta un recorrido histórico, con la ciudad como escenario principal, por la relación interactiva entre los seres humanos de diferentes momentos y el medio que los sustenta. Explica el nacimiento, crecimiento y expansión de la ciudad de Iruña-Pamplona ofreciendo datos que marcan diferentes tendencias para trazar un futuro próspero y de sostenibilidad. Comienza con la unificación geológica de los paisajes y materiales que dieron lugar a que fuese Pamplona la gran ciudad navarra y no otras que rivalizaban con la vieja Iruña. Por primera vez en la literatura científica y humanística se atiende a criterios geológicos para entender por qué Pompaelo se sobrepuso a aquellas circunscripciones con igualdad de condiciones en cuanto a recursos o estrategias y se erigió en la gran metrópoli de Navarra.
Desde la Edad del Hierro hasta nuestros días se muestran momentos de bifurcación y cambios de paradigma que dejaron sus huellas en el terreno y en las obras humanas, infraestructuras, edificios o grandes construcciones. Éstas son descifradas con rigor científico para explicar importantes decisiones del pasado que nos afectan y ya forman parte de nuestro hábitat y de nuestras vidas. Nos engañaríamos si afirmásemos que todo fue un cúmulo de éxitos y crecimiento constante. Se reflejan momentos críticos en los que la ciudad tuvo que sobreponerse y cambiar su rumbo; así fue como nacieron las grandes lecciones que rescatamos desde la estratigrafía de una geotecnia forense que traduce aquellas maniobras como enseñanzas. Lecciones que debemos compartir con otras comunidades y con quienes están por venir e incorporarse a la actividad constructiva de nuestra ciudad y de nuestra Comunidad. Sin duda, alimentarán a los sectores económicos que aún viven inmersos en el mayor cambio de mentalidad que refleja la geotecnia del siglo XX y se concreta en forma de tecnologías tan jóvenes y potentes como el hormigón armado que acabó penetrando en el subsuelo hasta cotas inimaginables unas décadas antes de la Gran Aceleración.
Sin embargo, fue muy recientemente cuando descubrimos e interiorizamos que ese proceder tenía efectos secundarios, algunos muy adversos. Así es como se expuso a miles de personas a fuerzas que apenas conocemos, pero que menos aún podemos controlar. Entonces nos preguntamos ya en pleno siglo XXI cómo solventar el olvido, las lecciones que fueron enterradas bajo toneladas de hormigón y asfalto o de sedimentos en momentos de grandes riadas, deslizamientos imparables o simplemente acabaron dañadas por terremotos que dejaron sus frases esculpidas en unas grietas que nadie había interpretado con cierta profundidad hasta hoy. En este trabajo se rescatan y traducen muchas de aquellas lecciones que yacen en forma de ruinas, se expresan a través de las grietas o siguen en pie con honra y orgullo, pues no cabe duda de que el futuro puede ser muy brillante si la cultura y la ciencia dirigen a la tecnología como algo útil al servicio de la vida.
Una vez más, las instituciones navarras, en estrecha colaboración con la Universidad de Zaragoza, y como viene siendo historia, nos apoyamos en la ciencia y en el estudio humanístico para avanzar incluso en los momentos de mayores crisis. Recordemos, por ejemplo, que la complejidad de la distribución territorial de Navarra como base para unificar criterios de desarrollo de varios sectores económicos comenzó con el Estudio Prospectiva Navarra 2000 presentado en 1980 por investigadores de la citada universidad. Los fuertes cambios sociales que se estaban produciendo en las últimas décadas del siglo XX de crecimiento económico y sobre todo, urbanístico y constructivo necesitaban bases sólidas en la asignación de permisos para grandes infraestructuras, fondos europeos o proyectos que modificaron de manera sustancial el territorio y su uso con importantes consecuencias en la propia organización territorial, sus impactos ambientales y la resiliencia de las comunidades.
La tesis doctoral que dio pie a esta publicación, que presentamos actualizada en forma de libro, recibió la mención cum laude por parte del tribunal científico que la evaluó. Se valoró la capacidad de integración científica, técnica y humanística de la investigación, pero sobre todo, su utilidad a la hora de poder ponerla en práctica y servir como base no sólo científica, sino como catalizador y brújula hacia el nuevo cambio de mentalidad que vivimos la sociedad en su conjunto y que los sectores involucrados van a transitar.