Figura 1. Zona epicentral del terremoto M8.1 del 8 de septiembre de 2017 (USGS). |
En 2012 México dio una lección. Hoy más de 90 muertos, centenares de heridos y cerca de dos millones de personas sin suministros, nos recuerdan que no podemos luchar contra la naturaleza y vencerla, pero sí trabajar por mejorar nuestro entorno y modo de vida adaptándonos también a un medio a veces vehemente, pero que también es el que garantiza nuestra propia existencia.
1. EL TERREMOTO DEL 8 DE SEPTIEMBRE DE 2017
El 8 de septiembre de 2017 a las 4:49h UTC, en la costa de Chiapas, en México, se produjo un terremoto como resultado del deslizamiento de alguna falla normal de profundidad media. Realmente la resolución de los mecanismos focales no aclara del todo si el terremoto se produjo en un falla que se hunde ligeramente hacia el SE o en un falla de inmersión bastante pronunciada con un desgarro NO-SE.
En cualquier caso, la placa de Cocos colisiona y converge con América del Norte a una velocidad de aproximadamente 7,6 cm/año en dirección NE. La placa de Cocos se introduce por subducción por debajo de América Central en la conocida como "Trinchera de América Central" unos 100 km al SE de donde se produjo el desgarro. Tanto la localización, como la profundidad (unos 70 km) y el mecanismo de falla normal de este terremoto indican que es muy probable que se trate de un evento ligado a un accidente intraplaca, dentro de la propia Placa de Cocos que se hunde.
Figura 2. Área de desgarro y réplicas (USGS). |
Normalmente los terremotos se representan como puntos en los mapas (figura 1), sin embargo los terremotos de este tamaño se describen mucho más acertadamente como deslizamientos de un área de falla extensa.
Los eventos de falla normal del tamaño del terremoto del 8 de septiembre de 2017 (M8,1) son típicos del desgarro de superficies de alrededor de un área de 200 km de largo por 50 km de ancho, la cifra exacta de la prufundidad dada por ejemplo por el USGS (69.7 km) es por lo tanto una solución orientativa de varios datos (figura 2).
En los últimos 100 años, esta zona ha vivido otros ocho terremotos de escalas mayor de 7, la mayoría en la zona de subducción al SE del evento del pasado 8 de septiembre, cerca de la frontera México-Guatemala. Ninguna registrada fue superior a M7.5.
El terremoto M7.4 en Guatemala en noviembre de 2012, resultó en al menos 48 muertos y más de 150 heridos con daños significativos cerca de la costa.
Figura 3. Epicentro del terremoto del 7 de noviembre de 2012 M7.4 Más info aquí. |
Es interesante cómo se sintió en el la ciudad de México D.F. una vez más, pues en círculos de expertos es conocido el efecto "caja de resonancia" del área metropolitana sobre una base cuaternaria y de rellenos; una zona de amplificación de las ondas sísmicas, como sucedió por ejemplo en 1985 y estimuló una colaboración internacional de sus mejores técnicos y científicos en la comprensión de los fenómenos sísmicos.
México desde aquel 19 de septiembre de 1985 ha colaborado con la comunidad internacional activamente elaborando ejemplares planes de prevención, excelentes estudios sobre la distribución del territorio acorde con el tipo de riegos esperables, especialmente los sísmicos, una mejora considerable de los sistemas constructivos y una pedagogía de la cultura sísmica que salva vidas.
Dentro de los actos celebrados para conmemorar el 27 aniversario de la tragedia más grande jamás sufrida por México, el presidente Calderón afirmó con entereza: "... la tragedia de 1985 suscitó la respuesta unificada de un pueblo que nunca se rinde ante la adversidad, así sea tan grande como la de aquella mañana. Un pueblo que siempre, siempre encuentra el camino que le permite salir adelante...". Comentó además que "... un legado de la tragedia no fue el abandono, sino que de esta dolorosa experiencia, más que la apatía o la indiferencia, el mayor legado fue la unidad ante la tragedia, el sentido de pertenencia a una comunidad y a un gran país; la importancia de tendernos unos a otros la mano y, desde luego, la conciencia de tomar medidas preventivas para proteger la vida frente a la posibilidad de cualquier desastre...".
2. HISTORIA Y RESILIENCIA
En mi reciente viaje en mayo y junio de este 2017 a México para impartir una serie de cursos sobre Urbanismo y Geología, en la Facultad de Ingeniería Civil de la UANL en Monterrey, en el Estado de Nuevo León, pude comprobar la importancia que se le da a los fenómenos naturales como terremotos, deslizamientos, inundaciones, etc., a la hora de distribuir el territorio acorde con la realidad geológica y la dinámica del medio, dentro de los más modernos estándares internacionales, pero también la poca importancia que se le otorga desde las instituciones estatales y municipalidades más pendientes de valores económicos del territorio (figura 4).
Así es como se labraron muchas desgracias en el mundo entero. Articular buenas leyes basadas en el estudio científico para luego cumplirlas o no según convenga, sigue siendo un factor de desastre en México, en EE.UU. o en España.
En 1985, en la enorme y populosa Ciudad de México prácticamente nada ni nadie estaba preparado para una situación tan trágica; los elementos de rescate fueron insuficientes, se había vivido unos años antes, en 1957 "el terremoto del ángel", que sacudió México con una magnitud M7,9. El epicentro estuvo muy cerca de Acapulco.
En la capital murieron más de 700 personas, casi 3.000 resultaron heridas, miles de edificios quedaron en ruinas, y la emblemática Victoria Alada del Paseo de la Independencia se desplomó. Pero en 1985 los bomberos, extasiados, salvaron a miles, y sí, fueron miles las personas atrapadas entre los escombros; fueron miles las personas que volvieron a nacer gracias al acto solidario de sus conciudadanos. Muchos, guiados por ese humano impulso que sale del alma lucharon hasta la extenuación, una vida salvada era el mayor de los regalos del cielo. México entonces dio al mundo una lección de solidaridad, una lección del corazón, todos lo vimos por las televisiones. La participación de la sociedad civil fue fundamental para amparar a la ciudad del trauma en que se encontraba inmersa, vimos a Plácido Domingo buscando a sus familiares, cuatro de ellos perecieron bajo las ruinas de aquella ciudad infernal, como tantos otros compañeros del arte, Rockdrigo, Frederik Vanmelle y muchos más.
Posteriormente, México fue resurgiendo de sus escombros, las políticas preventivas fueron ejemplares, y dieron otra lección, pero esta vez con la cabeza y para las cabezas. El sismo de 8,1 grados de 1985 había dejado una herencia de casi 15.000 edificaciones destrozadas y más de 100.000 viviendas sufrieron algún tipo de daño, principalmente en las delegaciones Cuauhtémoc con un 56%, Venustiano Carranza el 18%, Benito Juárez 17% y en las otras delegaciones el 13%. La cifra oficial de víctimas no estuvo nunca clara pero, se especula que pudo haber entre 10.000 y 40.000 muertos.
El 20 de marzo de 2012, cuando un terremoto de escala 7,8 con epicentro en el estado de Guerrero volvió a sacudir al país y a México D.F., algo había cambiado, esta vez no hubo muertos (se contabilizaron dos muertes, una por infarto y otra por caída de ladrillo), unos pocos heridos, y leves daños materiales, además después de dos réplicas destacables de 5,0 y 5,3. Entonces escribí este artículo a petición de ABC: "México ha dado una lección". Miles de personas en la capital, como ha sucedido esta vez tras desarrollar un avanzado sistema de alertas, después de reaccionar como aprendieron desde pequeños, salieron a las calles muy asustadas. Pero las lecciones ya se habían materializado, ya habían penetrado en lo más profundo de cada mexicano y automáticamente los resortes pedagógicos se accionaron, tras 32 años, las lecciones dieron su fruto. Sin embargo aún queda mucho por aprender y por trabajar.
3. PERO EL CAMINO HACIA LA EXCELENCIA NO ES FÁCIL
Esta vez, el pasado viernes 8 de septiembre, con el ya denominado "terremoto del siglo" no hizo falta que sonaran las alarmas instaladas en las ciudades. Sonaba ya con potencia el temblor bajo los pies de la ciudadanía, temblaron y se rompieron las ventanas, las farolas, el asfalto... La zona más pobre del país, en esa extraña elección de la naturaleza empeñada siempre en golpear donde más daño puede hacer, veía derrumbarse los edificios.
Más de 90 muertos, centenares de heridos y cerca de dos millones de personas sin suministros nos recuerdan que no podemos luchar contra la naturaleza y vencerla, pero sí trabajar por mejorar nuestro entorno y modo de vida adaptándonos también a un medio a veces vehemente, pero que también es el que garantiza nuestra propia existencia.
Es de destacar una foto en la era de las RR.SS.: se trata de un edificio público de la localidad de Juchitán que muestra un amasijo de escombros sobre el que se mantiene erguida la bandera nacional, se convirtió en viral en muy poco tiempo. Allí murieron 17 personas y colapsaron más de un centenar de edificios. La instantánea motivó rápidamente el espíritu de lucha de muchos mexicanos. En Twitter aparecieron diversos comentarios: “¡Vamos México!”, “México siempre en pie! Bandera en alto. Viva México!”, “México en pie. No desfallezcamos”... Un poco después se indicó que esa bandera fue puesta por un ciudadano afectado por el fuerte sismo que estaba tratando de rescatar personas entre los escombros. “La puso un señor, pero fue un tuit muy emotivo”, apuntó en su mensaje la usuaria con captura del momento.
Figura 5. Foto viralizada en RR.SS. tomada en Juchitán |
4. LAS LUCES DE TERREMOTO
ARTÍCULO: LA SISMICIDAD: ALGO MÁS QUE UNA TRANSFERENCIA DE ESFUERZOS
Como en otras ocasiones y como ya hemos tratado en este blog, minutos antes y mientras se sucedió el terremoto del 8 de septiembre en México, se observaron luces conocidas como "luces de terremoto". Es un fenómeno bien conocido desde la antigüedad hasta nuestros días. Una de las primeras descripciones del fenómeno fue dada por el estoico Publius Cornelius Tacitus (Tacito), quien en su Annalium describió que en el terremoto de la ciudad de Achaian, en 373 a.C. fueron vistas unas luces. Cita el terremoto del 17 d.C. que destruyó 13 ciudades del Asia Menor, bajo el consulado de Cecilio y Pomponio. Se vieron flamas inmensas al momento del terremoto.
Todas las teorías científicas sobre las causas de los sucesos sísmicos, volcánicos y tectónicos, se han concebido como si el movimiento espacial de la materia mineral fuera el único acontecimiento a tener en cuenta. No es de extrañar que ninguna de las teorías, hasta ahora, haya resultado realmente satisfactoria incluso para el pensamiento de orientación más mecanicista. En realidad, lo que sucede por ejemplo en Solfatara no son fenómenos de un tipo muy diferente al relacionado con la actividad sísmica de la Tierra, y éstos deberían ser tomados en cuenta por igual.
Se trata de una peculiar, casi
aterradora, decoloración intensa del cielo y, para aquellos
familiarizados con ello, es un signo seguro de un terremoto inminente en
algún lugar cercano. Este fenómeno nos enseña que un cambio en las
condiciones de la Tierra, se traducen en un movimientos violentos de su
corteza, afectando a una región de muchas más formas que haciéndolo sólo
sobre las capas subterráneas donde se suelen dar las causas de los
eventos puramente mecánicos. Ya son muchos los testimonos al respecto, youtube está lleno de ellos.
El ser humano no se excluye de experimentar directamente la naturaleza supra-espacial de los movimientos sísmicos; en la vida de Goethe hay un claro ejemplo de esa intuición. El escritor y científico germano lo manifestó con el terremoto de Messina de 1783, de ello informó su secretario Eckermann, quien se enteró de la historia por un anciano que había sido ayudante de cámara de Goethe en aquel momento. Su extensa obra científica incluye tratados de botánica, geología, mineralogía, etología, anatomía, etc.
El ser humano no se excluye de experimentar directamente la naturaleza supra-espacial de los movimientos sísmicos; en la vida de Goethe hay un claro ejemplo de esa intuición. El escritor y científico germano lo manifestó con el terremoto de Messina de 1783, de ello informó su secretario Eckermann, quien se enteró de la historia por un anciano que había sido ayudante de cámara de Goethe en aquel momento. Su extensa obra científica incluye tratados de botánica, geología, mineralogía, etología, anatomía, etc.
Esto es lo que el anciano, a quien conoció Eckermann por accidente un día cerca de Weimar, le dijo:
"...Una vez Goethe me llamó en medio de la noche y cuando entré en su habitación vi que había arrastrado su cama de hierro a la ventana y estaba acostado allí, contemplando el cielo me preguntó: ¿no has visto nada en el cielo? y cuando contesté "No", me rogó que corriera a través de la ronda y preguntara al hombre de guardia si había visto algo. No se había dado cuenta de nada, y cuando volví me encontré al maestro que seguía en la misma posición, mirando al cielo. Escucha, dijo, este es un momento importante, ahora está habiendo un terremoto, o enseguida va a tener lugar uno.
Entonces él me hizo sentar en la cama y me mostró en el cielo por qué signos sabía esto. Cuando le pregunté, acerca de las condiciones meteorológicas, Goethe dijo: ha sido un día muy soleado, muy tranquilo y bochornoso. Hay que creer en Goethe, para él sólo era una cuestión del tiempo, porque al final las cosas siempre ocurrían como él decía que lo harían...".
Al día siguiente Goethe relató sus observaciones en la corte, algunas mujeres y hombres murmuraban sobre lo que llamaban "los sueños de Goethe", pero el duque y otros presentes le creyeron. Unas semanas más tarde la noticia llegó a Weimar, en esa noche (5 de abril de 1783) parte de Messina había sido destruida por un terremoto..."
No hay ningún registro por el propio Goethe sobre la naturaleza del fenómeno percibido por él durante aquella noche, a excepción de un breve comentario en una carta a la señora Stein, escrita al día siguiente, en ella afirma haber visto una luz "en el norte del sureste de un carácter extraordinario", lo que le hizo temer que "un terremoto habría tenido lugar en alguna parte".
Los informes posteriores de sus biógrafos, nos llegaron como que posiblemente no habría habido ningún fenómeno exterior perceptible; en absoluto, lo que Goethe debió creer que estaba viendo con sus ojos corporales fue además la proyección de una experiencia puramente suprasensible, intuitiva, pero no por ello, como está testificado, menos objetiva.
Figura 6. Luces de terremoto en 8 de septiembre de 2017. |