“Nosotros, los científicos hemos hecho un hermoso mapa de amenaza sísmica detallada, mostrando claramente las zonas de mayor necesidad de medidas preventivas. Sin embargo, las autoridades públicas no están tomando las medidas pertinentes”. Giulio Selvaggi
PUBLICADO EN TIERRA Y TECNOLOGÍA Y EN VARIOS MEDIOS
EPICENTRO DEL TERREMOTO M6.2 DEL 24 DE AGOSTO DE 2016 |
Algo más de una semana después del devastador terremoto (M 6,2) de Amatrice, Italia, que ocasionó casi 300 víctimas mortales, cerca de como lo hizo el terremoto de L’Aquila en 2009, tenemos ya una serie de datos interesantes que atañen a las ciencias de la Tierra y al trabajo que los geólogos brindamos a una sociedad que se empeña en vivir aglutinada en ciudades. Recordemos que más de la mitad de la población del planeta ya vivimos en ellas desde 2010, por lo que comenzó así una nueva experiencia para la vida sobre la Tierra. Aunque esta vez el golpe sísmico haya sido en una zona mucho menos poblada que en 2009, el daño es similar e incluso mayor (entonces se habló de cuatro mil millones de euros). La prevención de las nefastas consecuencias que estos fenómenos naturales ocasionan sobre la población humana se está viendo cada vez más próxima al conocimiento y respeto hacia la propia Naturaleza que a la producción de una normativa “anti”.
La historia nos ha traído infinitud de ejemplos de cuando a la ignorancia del hombre se le suma la soberbia, entonces el fracaso está garantizado. Sabemos que la mejor manera de evitar la destrucción por riadas e inundaciones es no construyendo en el cauce de ríos y llanuras de inundación, o hacerlo acorde con esa realidad y sus frecuencias tomando medidas paliativas o asumiendo el impacto.
La mejor manera de minimizar los efectos catastróficos de un terremoto es no construyendo en los puntos críticos, en esas áreas donde la naturaleza disipa su energía interior. A ningún soldador se le ocurre poner el dedo sobre la fractura a soldar.
Una información que vale para cualquier tiempo histórico futuro y cualquier cultura que se imponga es la localización de las válvulas de escape (fallas) y las zonas de amplificación de las ondas y por lo tanto del daño (terrenos cuaternarios, cubetas sedimentarias, topografía...). La mejor prevención contra los efectos sísmicos es una zonación detallada de las características geológicas y respuestas geotécnicas del subsuelo ante un impacto sísmico, una radiografía de la zona más externa de la corteza sobre la que hemos decidido habitar, establecer nuestras actividades industriales, culturales, educativas, nuestras vidas. Cualquier consideración para echar un pulso y creer vencer a la vehemencia de la Naturaleza es simplemente un acto de ignorancia y soberbia.
Giulio Selvaggi, director de investigación en el Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología, en Roma, y uno de los que inicialmente fuera condenado y posteriormente absuelto tras el terremoto de L’Aquila de 2009, al igual que los científicos que asomamos nuestra curiosidad al mundo de la sismicidad, afirmó que estaba sorprendido por la muerte y la destrucción causada por el terremoto de la semana pasada. La región montañosa de Amatrice está escasamente poblada, pero la cifra final de muertos podría superar el de la más poblada y urbanizada L'Aquila. Las respuestas de aceleración del terreno y desplazamiento horizontal nos han dejado atónitos. Un terremoto de esa magnitud y a esa escasa profundidad no se esperaba ni para un retorno de 2500 años.
El geólogo italiano protagonizó una protesta pública por el fracaso de las autoridades tras dar prioridad a la construcción y refuerzo de edificios más resistentes, señalando y subrayando que suministraron mapas de vulnerabilidad sísmica a las autoridades. Afirmó: "nosotros, los científicos hemos hecho un hermoso mapa de amenaza sísmica detallada, mostrando claramente las zonas de mayor necesidad de medidas preventivas. Sin embargo, las autoridades públicas no están tomando las medidas pertinentes". La amenaza sísmica no consiste solamente en vivir cerca de fallas.
Cuatro son los factores que van a determinar la amenaza sísmica repartida en el tiempo en un determinado lugar y para una ciudad concreta, es fundamental el diálogo con los historiadores, también tener estudios de paleosismicidad, conocer la recurrencia temporal del fenómeno sísmico debe ser parte de la cultura de las poblaciones englobadas en zonas sísmicas, pero también de las que no lo son:
1. La actividad sísmica local, es la más importante de las cuestiones a considerar.
2. Las características del terreno que acogerá las ondas, la geología, la topografía, las formaciones cuaternarias locales y la interacción terreno-cimiento.
3. La posibilidad de ocurrencia de sismos a determinada distancia de la ciudad, es decir, la presencia de accidentes tectónicos destacables cerca de los núcleos englobados en su zona de acción, los cuales en interacción con los terrenos que acojan las ondas con características dinámicas determinadas, pueden amplificar la aceleración en superficie.
4. La educación sísmica de la población, una cultura que salva vidas.
La amenaza y la vulnerabilidad son por lo tanto variables que dependen la una de la otra. Los terremotos y las tipologías de suelos o rocas, por sí mismos no tienen por qué ser una amenaza para la ciudad. Las tormentas, las nevadas, el viento, son también fenómenos naturales que de por sí no son dañinos, hemos aprendido a convivir con ellos.
Para que se produzca una desgracia tienen que darse cita una serie de componentes físicos y sociales que se mantengan expuestos y que no se hayan identificado. Un edifico o un barrio puede ser vulnerable a un tipo de terremoto mediano, pero a otro de mayor magnitud y diferente manera de propagación no tiene por qué serlo.
Una de las mejores herramientas para evaluar y actuar en consecuencia es la zonificación geotécnica-sísmica; es un pronóstico basado en los accidentes tectónicos, el estudio de la historia y las características dinámicas de los terrenos, una división que puede hacerse por barrios, manzanas, etc., que nos permite conocer el medio sobre el que construimos nuestras casas, nuestro hábitat.
La confección de mapas de riesgo sísmico locales o microzonificación sísmica ha demostrado ser la mejor de las armas para adelantarse a semejantes embates de la Naturaleza, también que su uso salva vidas y supone un importante ahorro para los estados está más que demostrado en los países de nuestro entorno que ya los tienen. El reto del futuro urbanismo, por tanto, deberá ser el cambio de perspectiva histórica, abandonar los postulados post-industriales del siglo XX y abrirse a este urbano siglo XXI regido por la ciencia, la cultura y las nuevas tecnologías. La sismicidad seguirá existiendo en el siglo XXI.
ENTREVISTA PARA LOS DIARIOS