martes, 7 de julio de 2020

NUEVA ECONOMÍA VERDE EN UN MUNDO DIGITAL E INCLUSIVO: MÁS VIEJO QUE WINDOWS VISTA

Informe Smart 2020:
Hacia la economía con niveles bajos de carbono en la era de la información

Publicado en 2008 y presentado en España por Telefónica

Queridos lectores, mi anterior y largo artículo sobre el 5G y su gasto energético, está dejando una estela de escozor importante en el mundo tecno-optimista. La energía nuclear por ejemplo, señalan algunas personas desde ese mundo, sería además de verde e infinita, renovable (el pico del uranio puede ser compensado al ser extraído y devuelto al mar en ciclos infinitos). Lástima que las centrales desde donde se produce la fisión son de hormigón armado, una roca artificial muy parecida a las sedimentarias, pero una mala copia de los procesos de erosión, transporte, sedimentación y petrogénesis que imitamos del planeta gracias a la disposición de la energía fósil, lo hacemos a través de los procesos de minería de arranque, transporte, cocción en hornos a altísimas temperaturas, transporte mecanizado, puesta en moldes industriales o encofrados, armado con aleaciones de acero de altos hornos, fraguado, etc., todo ello gracias al auge simultáneo, hace un siglo, de los combustibles fósiles, capaces de expandir el uso de este milagro geológico durante todo el siglo XX y lo que va de XXI.

Pero la vida del hormigón armado (HA) es limitada, a lo sumo en las mejores condiciones alcanzaría 100 ó 120 años, no lo sabemos, lo que sí sabemos es que en una central nuclear convencional no se alcanzan los 50 años ni de lejos si queremos vivir con seguridad. La cadena completa de pasos descritos arriba no se pueden hacer con energía nuclear, al menos de momento; el propio desmantelamiento de las ingentes cantidades de hormigón no reciclable llegado el final de una central, menos aún. Más información aquí.

Realmente no es la primera vez que sucede algo así, cuando un baño de realidad alcanza a ser encarado y tiene que ser digerido, y es que no todo es fácil ni posible, hay cosas que pueden ser viables, ahora bien, los riesgos pueden ser intolerables. Esta vez no vamos a incidir en ello. Simplemente vamos a mostrar un ejemplo para que, a quienes denominan apocalípticos, agoreros o estar en contra del progreso, a las personas más cercanas al decrecentismo, vean con sus propios ojos, que a veces, lo que pasa es que deberíamos ser más realistas o incluso hiperrealistas, y no dejarnos llevar por prometedoras fantasías carentes de sólidos fundamentos. Cada vez el papel del historiador con sus bien esculpidos procedimientos, consolidados gracias al tiempo, se echan más de menos en el mundo de la energía. 

Propiciar el transitar por callejones sin salida en momentos tan delicados nos va a costar muy caro, pero seguimos en la dinámica de meternos en ellos, y no es la primera vez. Por eso traigo a colación el Informe Smart 2020 y una mirada por el retrovisor de la historia a modo de Capitán Posteriori. Vamos a presentar un recorrido que muestra cómo lo de meterse en ciertos callejones sin salida ya está hecho en algunos aspectos. Y vamos a hacerlo saltando desde la crisis de 2008, la cual desde el punto de vista del citado informe aseguraba en perspectiva grandes mejoras de la economía e incluso invitó a refundar el capitalismo (Sarkozy y Merkel, 2009) gracias a las tecnologías de la información y la comunicación en una sociedad que sería verde, digital e inclusiva (VDI).

Antonio Aretxabala
Pamplona, 7 de julio de 2020

1. Los tiempos de Windows Vista

Una noche de invierno del año 2007, cientos de personas soportaron el frío clima de Tokio para estar entre los primeros en el mundo en comprar una copia calentita del sistema operativo Windows Vista en alguna de sus diferentes versiones, desde Home Basic hasta Ultimate. Éste es sólo un ejemplo de las expectativas que el sucesor del viejo Windows XP (2001) generó en todo el mundo. Sus promesas eran ante todo la seguridad, la fiabilidad y la vanguardia presentadas desde una estética irresistible con ventanas transparentes y efectos de escritorio bastante absurdos, copiados del antiguo y divertido Beryl de Compiz en Linux.

En 2008 varias revistas informáticas catalogaron a Windows Vista como el peor producto tecnológico de todos los tiempos (figura 1). La mayoría del sector lo puso entre los diez peores. Una de las revistas más influyente de entonces, CNET, sometió a votación entre sus usuarios en una encuesta para determinar los mejores y peores productos del sector, tanto hardware como software; finalmente Vista fue calificado como el peor producto tecnológico de 2008 y Hardy Heron (Ubuntu 08.04, la distro de Linux) el mejor.

Vista era un sumidero de recursos, energía y pretensiones, además de un criadero de virus informáticos. Por muy potentes que fueran los equipos que intentaban tirar del monstruo, los procesadores se ponían al 100% solo para luchar con aquel pesado escritorio o enviar un archivo en un entorno NTFS. Ese año, el último sistema operativo de Apple compatible con los procesadores PowerPC (PPC) de IBM, Leopard (Mac OS X 10.5) ya era compatible con los procesadores de Intel y nunca más sus productos volverían a aquellas arquitecturas que dejaron de gustar a Steve Jobs, tal y como dejó bien claro en su discurso inaugural de la WWDC de 2005. Los productos basados en UNIX y el universo Mac comenzaron una transición más popular y atractiva para mirar de tú a tú a las calamitosas apuestas del MS-DOS de entonces. 

Figura 1. Portada de una de las revistas especializadas en el sector TIC a finales de 2007. 

El otoño de 2008 será inolvidable, pero no precisamente por la euforia que producía la exuberancia de brotes por doquier de tecnologías de la información y la comunicación (TIC). El 15 de septiembre de 2008, tras un año de calamidades bursátiles, Lehman Brothers anunció la presentación de su quiebra en un juzgado, acababan de renunciar a su compra los potenciales inversores.

LB había sobrevivido a una guerra civil, a las crisis cíclicas del capitalismo, a la bancaria de 1907 casi con el mismo patrón que acabó con la firma, a la crisis económica mundial de 1929, a escándalos en su papel de intermediador de bonos y a colapsos en hedge funds… Sin embargo LB, no consiguió superar la crisis subprime de 2008. Con un pasivo de 613.000 millones de dólares, aún es considerada la mayor quiebra de la historia.

Vista, "el peor sistema operativo de todos los tiempos" desapareció mientras el sistema operativo de nuestra civilización (pues el sistema financiero es a ésta, como un OS a una computadora) pegó su pantallazo azul de la muerte (BSOD) tan frecuente en Vista; todo ese capital se volatilizaba con su efecto dominó arrasando el mundo financiero.

Poco duró Vista, se rediseñó y Windows 7, su sucesor, mucho más versátil y eficiente aguantó más de una década y realmente supuso una importante herramienta que facilitó como base, millones de procesos en negocios, universidades, administraciones y prácticamente hizo que Microsoft continuase con la hegemonía que antaño consiguió desde XP. Windows 7 vivió años de cambios extremadamente acelerados en el sector y supo adaptarse a un entorno al que ningún otro sistema operativo anterior hubiese resistido. El sector de las TIC evolucionó muy rápido y necesitó de nuevas inversiones, pero sobre todo, de fuertes cambios en los hábitos del consumidor. Entonces, en este ambiente de tan vertiginosas mutaciones informáticas y sociales, el honor de la edición española del Informe Smart 2020 recayó en Telefónica. También su promoción.

En 2008 Telefónica había reducido sus beneficios en un 15% pero recibió las suficientes subvenciones y facilidades (a veces acabaron en los tribunales por fraudulentas) para llevar a cabo esas inversiones que rediseñasen la nueva era de la comunicación que se trazaba. Tuvo el honor de presentar el Informe Smart 2020 en España: "Más de 150.000 empleos por año en los próximos diez años”, explicaba José Manuel Morán, vicepresidente del Capítulo Español del Club de Roma, porque “las nuevas aplicaciones de las TIC avanzadas las situarán en el centro de la solución de la Cumbre de Copenhague”. Se refería a la "Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2009"; como todas las demás no sirvió prácticamente para acordar nada. 

2. La crisis de 2008

El enorme batacazo no pudo ser frenado por la evolución de las TIC, durante los siguientes meses y años generó el tsunami de quiebras, recesión y pobreza (figura 5) que vivimos la ciudadanía de occidente. Con ello como excusa, vino el rescate por parte de los más vulnerables al sistema financiero global, a sus bancos, a sus grandes empresas privadas cotizadas en bolsa, los recortes y la pérdida de servicios comunitarios previamente conquistados a base de mucho trabajo y sacrificio. Se hablaba de los mileuristas con mucha compasión. Programas de televisión se metían en las casas de los mileuristas para proyectar un mundo de penurias económicas, solidaridad, limosneo, caridad.

Tras el rescate se agudizó la planificada y prevista pérdida de clase media con toda su injusta exclusión, nos quisimos poner las pilas y "reformar el capitalismo" (Sarkozy y Merkel, 2009). Los sucesivos gobiernos españoles, tanto del PP como del PSOE, (o el PPSOE como partido alternante que se decía entonces), nos anunciaban unas veces que ya había brotes verdes, otras que se veía luz al final del túnel, que habíamos entrado en la senda del crecimiento o que íbamos en la buena dirección…

Que España mantuviese ciertos niveles de presencia como una economía destacable a nivel internacional no fue sino por el flujo de riqueza que se derivó desde las capas más pobres de la población hacia las élites que sacaban pecho en las bolsas (figuras 3 y 5). Los movimientos del 15M, la apuesta del Estado por la fuerza y la ley mordaza, vinieron con la eclosión de nuevas visiones en la política que absorbieran esa energía para ser disipada, cumpliendo así la segunda ley de la termodinámica. A nadie que mire ya por el retrovisor de la historia con cierto sentido crítico, se le escapa que poco o nada salió bien para todos, quizás sí para unos pocos (figura 3). Probablemente nunca se entendió en un país con tan poca divulgación científica ecuánime e independiente, que en la medida que se apuesta por la prosperidad de las comunidades, se apuesta por la prosperidad individual. No al revés.

3. La misma crisis en 2020

Y así aguantamos hasta marzo de 2020, cuando la OMS declara el estado de pandemia global y la segunda ola de la misma crisis de siempre golpea con mayor intensidad en un entorno mucho más degradado ambiental y socialmente, mucho más contaminado y que ya había perdido miles de especies barrera para evitar ciertas pandemias. Socialmente el caos está presente en cualquier lugar, las guerras por los recursos, los conflictos climáticos o los flujos migratorios se han incrementado. Ya nadie habla de los mileuristas, un buen porcentaje de la población joven (y no tan joven) española, estaría más que encantada de serlo.

Sobre ello hablamos en esta entrevista en los momentos más duros del confinamiento. La volatilidad de los precios y disposición de las materias primas —que conectan el orbe de la era digital al completo— ahora lleva la batuta.

Pero también ahora nuestra civilización cuenta con una nueva generación de procesadores y TIC mucho más potentes y eficientes que los que tuvieron que tirar de Vista, además de una apuesta verde, digital e inclusiva "sin precedentes". ¿Sin precedentes? Pedro Sánchez, presidente del Gobierno del reino de España anuncia en el nuevo contexto histórico que la economía será verde, digital e inclusiva. Así define el Presidente del Gobierno de España, la nueva economía, la que tiene futuro, la que se va a transitar porque lo marcan la OCDE y la Unión Europea (figura 2).

Figura 2. Con esta seductora puesta en escena, abundante de verde, digitalidad e inclusivismo (VDI), el Gobierno traza el futuro de nuestra "nueva economía" en este contexto histórico de "nueva normalidad".

Además, esa “nueva economía” de la “nueva normalidad” que será verde, digital e inclusiva (VDI), podría recibir —de momento— parte de los 66.000 millones de euros que están encima de la mesa para España a fondo perdido (en total la partida inicial para la recuperación VDI es la más alta jamás aprobada por la UE y asciende a más de 560.000 millones de euros). Luego habrá más. La UE lo ha aprobado en un primer "Mecanismo de Recuperación y Resiliencia". Pero para acceder a ellos, cada Estado miembro debe elaborar un “Plan Nacional de Recuperación” coherente con la transición ecológica y digital, haciendo especial mención a planes nacionales de energía y clima, entre los que se destaca la nueva ley de cambio climático todavía en proyecto y con la mala suerte de estar recibiendo unas cuantas zancadillas, especialmente desde lo que se conoce como la Carta de la Energía, pero un cambio en nuestras maneras de producción de enorme relevancia que, otra vez haremos por la fuerza. 

Según todos los consejeros autonómicos, sobre todo los que presumen de más avanzados y progresistas, implementar el Green Deal, Green New Deal o Green Deal Europa, será “indispensable” para acceder a los fondos de recuperación y transición. España tiene la necesidad urgente y, por tanto, el desafío de afrontar una estrategia verosímil. Europa al completo transitará necesariamente por la implementación de las “Nuevas Economías” basadas en el Dictamen SC/048 de las economías de cercanía, circulares y del bien común. Son las herramientas para la consecución natural de los objetivos para el desarrollo sostenible (ODS) o Agenda 2030, que desde 2015, presionan a los gobiernos de todo el planeta. 

Eso por fin nos va a salvar, fijo. Ser VDI, verde, digital e inclusivo, sería maravilloso para la economía y para la sociedad, siempre lo han dicho los ecologistas, parece que ahora por fin les hacen caso. Además las grandes empresas depredadoras y contaminadoras ya son verdes, se han hecho todas amigas y vamos juntas de la mano; lo vimos en la COP-25 de Madrid. ¡Yupi!

El problema es que la cantinela de nueva tiene bien poco, viene de un poquito lejos, bueno no, de muy lejos. Una nueva vuelta de rosca al discurso euforico-industrial de que las máquinas nos permitirían vivir como reyes, lo cual en parte es cierto. Pues eso, más viejo que Vista, de hecho, la euforia de cambiar el mundo gracias al potencial digital ya lo vivimos en los años 90 del siglo XX con el boom y la burbuja de la mano de las tecnológicas. Pero vayamos a 2008, a los años de euforia digital, cuando viendo las orejas al lobo, los mejores y más influyentes expertos y visionarios de entonces trazaron nuevamente, como hoy, un camino VDI. 

Entonces aquellas avezadas tecnólogas y tecnólogos gestaron y dieron a luz el Informe Smart 2020. Se trazaba un camino "revolucionario" asegurando un reajuste de la economía gracias al universo digital (entonces hablábamos de TIC). Los directivos de las universidades fuimos a reuniones, acudimos a presentaciones oficiales, leíamos libros…, todo supondría un ahorro y una gran optimización de procesos y recursos que en 2020 ya estarían implantados, incluso con una no despreciable reducción del 20% en los gases de efecto invernadero. Era el efecto 2020. Todo lo malo se disminuía en un 20% y todo lo bueno se incrementaría en la misma proporción. Para este año en que ya vivimos, los objetivos de reducción del 20% de todo lo chungo, sin tocar el PIB, era toda una revolución de desmaterialización de los procesos y de desacoplamiento de la economía disociándose del consumo de energía y minerales. Pero ya para 2020 las previsiones de caída del PIB, según distintos estamentos como el BE, el BS, el FMI o Bruselas, auguran valores que van del 10% al 24%.

"Las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) tienen el potencial de reducir costes en sectores estratégicos de la economía como el eléctrico, el industrial y el transporte, con valores cercanos a los 600.000 millones de euros hasta 2020." Rezaba una de sus sentencias finales el informe. 

4. Eficiencia (sin Jevons) implica decrecimiento o una economía estacionaria

Todo el problema de las recesiones globales, el colapso de los mercados, de los ecosistemas, la sexta extinción masiva..., todo aún era reciente. Comentábamos en este otro artículo sobre la nueva revolución digital, cómo muchos de los científicos que divulgábamos sobre nuestros impactos en el clima éramos vistos como aquellos ecologistas barbudos exóticos que hablaban abiertamente del horror del impacto climático, la deforestación y el oso polar famélico a la deriva sobre un iceberg minúsculo. No dejábamos de ser unos científicos de usar y tirar. Entre nosotros comentábamos y seguimos haciéndolo para apoyarnos, la impotencia que supuso el ver que la mayoría de las medidas, como hoy, eran solamente cosméticas. Nos daban espacios anecdóticos en radios, televisiones y medios escritos, porque realmente, para el sistema tecno-optimista, éramos unos soñadores inútiles a los que se les adjudicaban virtudes como estar en contra del progreso, ser un estorbo para los emprendedores, que eran los que realmente creaban empleo y riqueza, o no entender que gracias a la energía de los combustibles fósiles la generación de alimentos pudo dar de comer a más de 5.000 millones de personas, “id a cultivar tomates, volved a las cuevas, queréis llevarnos a la Edad Media...”.

Éramos precisamente muy conscientes de todo eso, por ello acertamos con más precisión que el mundo de la tecnolatría, el trazado de los previsibles derroteros que siguieron la mayoría de las fallidas previsiones de tan revolucionaria propuesta. Muchas eran claros callejones sin salida. Pero nadie quería escuchar semejantes previsiones. Esperemos que esta vez estemos equivocados, porque las cuestiones humanísticas tienen aún más peso que las puramente científicas o técnicas, y mucho más que el grotesco análisis desde las orejeras que propician las visiones exclusivamente economicistas de los movimientos de la historia, sobre todo la más reciente. Por eso siempre reivindicaremos el papel del historiador en este encuentro. Una cosa es la contracción de la economía como una imposición innegociable del declive de los recursos del planeta y otra muy distinta es que la economía pueda o no crecer en un contexto VDI.

No obstante, los gritos desesperados de la comunidad científica de carácter más activista y no al servicio de la máquina letal que habíamos puesto en marcha, ese 2008, con el reciente colapso a nuestras espaldas vimos en el Informe Smart 2020 algo realmente prometedor, porque en el horizonte, quizás la Paradoja de Jevons se difuminase en una economía estacionaria o en decrecimiento (sería el único contexto donde la eficiencia podría funcionar, pues los ahorros no se reinvierten en expansión); en este artículo hay varios ejemplos. La revolución digital cambiaría el mundo y los mercados, podría ser. Éstos habían llevado ya a millones de personas a la gran exclusión. Y sí, muchos casi lo creímos. Y lo íbamos a hacer gracias a la tecnología digital universal y a las mejoras en la eficiencia...

Aunque no podíamos esperar resultados inmediatos en términos de productos vendibles, sin retorno de la inversión visible, sin ganancias en el corto plazo, vivimos momentos de esperanza. Dicha inversión en cosas verdes, digitales e inclusivas, parecía poder generarse en un entorno no mercantil, en el que el pago sería colectivo y el beneficio financiero o el crecimiento económico no iban a ser los objetivos de este nuevo capitalismo de Sarkozy y Merkel, basado en las energías verdes, la era digital y también la inclusión, aunque esta última palabra acaba de ser añadida, a la sazón estaba en el lote. Un entorno además capaz de distribuir la riqueza menguante, digno para las personas todas, el resto iba a ser irremediablemente el colapso. Pero la riqueza se concentró hasta niveles nunca vistos. En España fue especialmente notorio.

5. Los nuevos millonarios

Entre 2008 y 2018 el número de millonarios aumentó en un 60% en España. Cuatro personas acumulamos lo mismo que el 30% más pobre (figuras 3 y 5). Podríamos decir que tenemos lo mismo que 15 millones de habitantes. Somos el fundador de Inditex, Amancio Ortega, su hija Sandra Ortega Mera, el presidente y principal accionista de Mercadona, Juan Roig que durante las primeras fases de la pandemia vendió más del 50% de los alimentos en España, y yo. En conjunto, los cuatro poseemos la misma riqueza que todos los pobres españoles; tantos como todos los habitantes de Cataluña y la Comunidad de Madrid juntos. Yo mismo salté al segundo puesto en 2019 y al primero este 2020, lo que pasa es que no lo quiero decir para que nadie se entere que me iré a vivir a Marte con Elon Musk 👽. 

Figura 3. Oro, Plata y Bronce de la riqueza española en 2020.

6. Y llegó 2020...

Y entonces llegó 2020 y vemos que nada de todo aquello llegó a suceder. Muy al contrario, las emisiones de CO2 no disminuyeron, se incrementaron en más del 15% (figura 4). Las concentraciones globales tampoco disminuyeron, se incrementaron en más del 10%. Mayo de 2020 ha registrado la mayor concentración conocida por el homo sapiens de CO2, con 418 ppm (hace unos dos millones de años que los registros geológicos no muestran estas cifras, homo sapiens no existía entonces) a pesar del parón económico y de la pandemia de COVID-19, es también el mes más caluroso de la serie medida desde 1850 con 1,3ºC por encima de la media preindustrial.

En este artículo comentábamos que el permafrost del hemisferio norte (el 25% de la tierra emergida) se descongela y no sólo lo hace liberando millones de toneladas de metano. En Rusia, Vladimir Putin ha declarado el estado de emergencia porque sus infraestructuras y ciudades se hunden; centrales nucleares, térmicas, minería, carreteras, puentes y varias ciudades de más de un millón de habitantes (en total unos ocho millones de personas) confiaron en apoyar las cargas geotécnicas sobre la parte siempre congelada del suelo, pero ésta se funde sin solución. Dentro del Círculo Polar Ártico se alcanzaron en junio temperaturas de 38ºC en el aire y 45ºC en el suelo, nadie nunca vio nada igual. La bromita del permafrost nos puede costar más de 60 billones de euros. 

Figura 4. Gigatoneladas de CO2 enitidas por la combustión de CC.FF. en el período 1990-2020.

El sector de las TIC ha sido responsable del 3% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, que es más o menos lo que predijo aquel informe sobre cómo sería el 2020. Pero para los otros sectores no ha sucedido absolutamente nada. Aunque la tecnología digital se ha extendido ampliamente entre sus itinerarios productivos y los procesos se han optimizado con las cadenas de montaje y suministro de bienes materiales o virtuales, las emisiones de todos los sectores continuaron en aumento hasta marzo de 2020, cuando debido a la pandemia de COVID-19 se frenan. 

El Informe Smart 2020 resaltaba las oportunidades de las aplicaciones de las TIC avanzadas entonces en los sectores industriales y empresariales más estratégicos, y cómo contener y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) era la prioridad. Aquel estudio se realizó cuando se estaban considerando las distintas expectativas ante la Cumbre de Copenhague en 2009, que iba a centrarse en alcanzar un acuerdo sobre cómo contener y reducir las emisiones de GEI y qué cantidades asumirían las distintas economías. Como siempre el sector del transporte estaba en el centro de la diana. Las TIC también obrarían el milagro en ese sector. Las emisiones del sector transporte, afirmaban ya, serían sustituidas de manera global con las “reuniones virtuales”, como la videoconferencia y la telepresencia. “Estos servicios de telecomunicaciones permiten reducir costes de viajes y tiempos de desplazamiento de personal” rezaba el informe.

Entonces WWF indicaba, en una de sus publicaciones, “… que la sustitución del 30% de los viajes por videoconferencias podría reducir hasta 5,5 millones de toneladas de CO2 anualmente. En Australia se espera que la videoconferencia a través de servicios TICs evite la emisión de 2,4 millones de toneladas de CO2, equivalentes al 0,43 % de las emisiones globales del país...”. Se ilustraba así cómo mediante el cambio de hábitos profesionales y particulares, podíamos luchar contra el cambio climático apoyándonos en las oportunidades que brindaban las TIC avanzadas recién salido Windows Vista.

7. El culpable debe ser el transporte

El sector del transporte siempre ha sido el que más reproches ha acumulado debido a su altísimo impacto en el clima. En aquel accidentado 2008 era un sector de los que ofrecía mayores oportunidades de eficiencia energética relacionadas con las TIC. El estudio planteaba que con el incremento de la eficiencia en actividades de almacenamiento, transporte y logística de mercancías se podían generar ahorros de combustible, electricidad y calor del orden de 1,52 gigatoneladas equivalentes de CO2 con una reducción en costes de hasta 280.000 millones de euros.

Estas cifras supondrían acortar en aproximadamente un 16% las emisiones de GEI del sector transporte y en más de la cuarta parte, las asociadas a los enclaves logísticos (ver figura 4). Durante el inicio del siglo XXI se vivió un importante crecimiento económico apuntalado por la quema de ingentes cantidades de combustibles fósiles, hasta que la componente geológica y toda la cadena económica que de ella depende falló en 2008. Desde 2018 y sobre todo en 2019, los efectos del cambio climático y las advertencias dadas por la comunidad científica y la movilización de la sociedad civil, nos llevaron a que la mayoría de las naciones, los estados, gobiernos, ayuntamientos, departamentos, etc., declarasen la “emergencia climática” en sus territorios y articulasen políticas fiscales de abandono progresivo de la quema de combustibles fósiles y de la penalización fiscal a través de la mercantilización de las emisiones de CO2.

Durante la pandemia de COVID-19 que aún vivimos, muchas de las reuniones de los directivos de las grandes empresas ya no son presenciales, no se suben a aviones ni trenes de alta velocidad para decidir el futuro de sus sectores, lo hacen por video-reunión. Al mismo tiempo nuestros hijos han recibido o están en sus clases recibiendo seguimiento por vídeo interactivo, los abuelos han mantenido un cierto contacto humano de esa manera para garantizar su salud. Los vecinos han decidido a través de zoom o wasap sobre cómo gestionar sus comunidades.

El heroico y aplaudido personal sanitario, por ejemplo, de Madrid, gestionó la pandemia como pudo desde grupos de wasap, sus canales de gestión habían sido desmantelados. Las noticias y la actualidad siguen provocando largos debates de especialistas, universidades, foros, másteres, doctorados no presenciales, todos los días desde diferentes plataformas digitales como Zoom, desde cualquier lugar del planeta. Durante la pandemia proliferaron también los motores "inteligentes" grandes aprovechados de las TIC, el comercio electrónico, el dron, el software de orientación geográfica en el transporte redujo costes, los alimentos a la puerta de casa, los balconazis… 

Pero las cadenas de transporte fueron diezmadas por la pandemia y los cortes de suministro en algunos casos de hasta el 100% de materias primas, productos manufacturados y minerales han puesto de manifiesto una serie de razones por las cuales el mundo no debería dar por sentado el suministro seguro a medio-largo plazo de ninguna mercancía. El último informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) órgano de la OCDE insiste en este detalle en su informe World Energy Investment 2020. AIE 2020. 

Esto que ha conseguido un virus se podía conseguir —según el Informe Smart 2020— a través de la implementación de sistemas de control de distancias, consumos de combustible, planificación de rutas, entrega de información estadística del tráfico, automatización de control de flotas, etc. Pero ya en 2007 y sobre todo a partir de 2010, a pesar de la volatilidad del petróleo, con un precio bastante alto de unos 70 $ por barril entre 2010 y finales de 2014, los motores a reacción se hicieron más eficientes y las gestiones de embarque a través de las TIC propiciaron una caída de los precios hasta niveles “low cost”. Las compañías como Ryanair o Volotea fueron subvencionadas por parte de algunas CC.AA. en la esperanza de recibir ingresos extra a través del turismo. Con el uso de aviones abarrotados de viajeros enlatados que aterrizaban en los nuevos aeropuertos de ciudades pequeñas, alejados de los centros turísticos, lo que se multiplicó fue el transporte con las periferias en taxi, vehículos de alquiler o autobús. Y un consumo mucho mayor de combustibles fósiles.

8. Seguimos haciéndonos las mismas trampas al solitario

Para entonces ya no se vislumbraba en el horizonte ningún "desacoplamiento" ni "disociación" de las emisiones de gases letales como los NOx o de efecto invernadero del crecimiento económico, ni desde la perspectiva únicamente que considere las gigatoneladas de gases de efecto invernadero en relación al crecimiento del PIB, ni tampoco con respecto a otros parámetros sobre el consumo de materiales geológicos para vivir como hasta ahora o aún más aceleradamente, crecer, crecer y crecer, siguió y sigue siendo la meta como solución a nuestros problemas de pobreza, paro y extinción masiva. Pocos se preguntaron si en realidad "crecer" no era la solución, sino el problema (figura 5).

Tampoco los nuevos y tan valorados escasos minerales necesarios para las tecnologías de captación de energía "verde" iban a ser obviados, el pico del petróleo sucedido en 2005 (AIE 2010) proyectaba una larga sombra que culminó en el colapso del fracking en EE.UU. con las más grandes empresas del sector de los hidrocarburos acogiéndose a la Ley de Bancarrota en el primer y segundo trimestre de 2020. La OCDE, no obstante, predice que el consumo de materiales minerales casi ¡se triplicará para 2060! Tenemos un verdadero problema con el combustible que podría apuntalar toda esa minería. Sin embargo, el argumento de que la sociedad humana puede disociar el crecimiento económico —definido como el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB)— del crecimiento de los impactos ambientales es atractivo, pero no resiste en más mínimo análisis histórico ni geológico. 

Si tal disociación es posible, significaría que el crecimiento del PIB es un objetivo social sostenible y deseable. Pero el concepto de disociación es imposible. Ha sido ya numerosas veces interpretado usando modelos de crecimiento económico e impacto ambiental de fácil comprensión. 

El modelo a seguir para hacerlo, viene siendo bastante simple desde, al menos 1972, año de la publicación de “The Limits to Growth” por Dennis L. Meadows y su equipo para el Massachussets Institute of Technology (MIT) por encargo de la ONU y el club de Roma, utilizando la dinámica de sistemas: se comparan datos históricos y proyecciones modeladas para demostrar que el crecimiento del PIB en última instancia, no se puede disociar del crecimiento del uso de materiales y energía. 

Por lo tanto, es engañoso y profundamente irresponsable desarrollar una política orientada al crecimiento en torno a la expectativa de que sea posible semejante desacoplamiento. Al margen de todo esto, no hay ningún crecimiento (positivo) que pueda mantenerse indefinidamente, partiendo de la situación actual. 

Según la mayoría de los estudiosos de la economía circular, los autores de la denominada ciencia económica, se estarían haciendo trampas al solitario con la "ilusión de la disociación", por ejemplo, Ward y sus colegas, también la AIE (OCDE), además de una buena parte de la comunidad científica cada vez más numerosa, el European Environmental Bureau (EEB), el GEEDS y un largo etcétera de investigadores de diferentes universidades y estamentos autonómicos, nacionales e internacionales; todos hemos argumentado que tal ilusión se ha mantenido a través de técnicas engañosas que no resisten el rigor de un mínimo análisis lógico: 

1. Siempre se puede sustituir un recurso por otro. Sin embargo, no es verdad, porque de momento no toda actividad industrial ni tecnológica es sustituible ni electrificable al 100%. El mejor ejemplo es el transporte, una batalla ya perdida que no se va a poder resolver en los próximos años. Nuestra economía de momento, sólo está electrificada al 20%. 

2. Se está financiando el PIB a través de la creación de nueva deuda, sin aumentar el rendimiento ni material ni energético. Una cuestión puramente geológica que se le está cargando a las generaciones futuras, violando la propia definición de desarrollo sostenible. 

3. Exportar los impactos ambientales a otras naciones o regiones. De modo que las realidades del aumento de la producción material o consumo de energía se puedan suprimir de los cálculos locales. Se trata de la externalización de los procesos industriales más contaminantes y consumidores de carbón, uranio, gas y petróleo (figura 4). 

4. La creciente desigualdad tanto de ingresos como de riqueza. Lo que permite que el PIB crezca en beneficio de unos pocos (figura 3), mientras que la mayoría de los trabajadores ven disminuido su poder adquisitivo; esto es el mayor engaño de nuestra sociedad actual y un objetivo inapelable para cualquier Green Deal. 

Y es que de verde, digital e inclusivo (VDI) queda poco cuando una minoría muy rica (nosotros cuatro: Amancio, Sandra, Joan y yo, más algún directivo avispado de empresas energéticas y tecnológicas) monopolizamos la mayor fracción del crecimiento del PIB por trabajos hechos muy lejos. Pero ello no aumenta sensiblemente el nivel de consumo de energía y materiales dentro de nuestras fronteras y aquí lo vemos VERDE. Lo hace lejos de nuestra mirada, pero lo hace en detrimento de una mayoría social a través de relaciones tóxicas a las que se nos encanta seguir llamando competitividad (con ayuda del mundo DIGITAL y nuestros fieles periodistas) hundiendo a las clases medias en la pobreza (figura 5), endeudándolas como si no hubiera un mañana o directamente excluyéndolas.

No hay ningún avance en la eficiencia global, pero peor aún, siguió sin ser valorado ni se valora el trabajo no remunerado del cuidado de las familias y los hogares, lo que ha supuesto el mayor colchón durante estos años de declive, especialmente notorio durante la pandemia y cuyo actor han sido sobre todo mujeres (muy INCLUSIVO, pero casi nada reconocido). 

Y aquí estamos… Tan pichis:

Figura 5. El aumento de la pobreza puede ser relatado también desde las ciencias de la Tierra, especialmente cuando el factor puramente humano se deja de lado.


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